Por tres años consecutivos, he sido premiado como el mejor blogger de Latinoamérica. Mi página, www.perversadelicia.com, es una de las más visitadas en mi país, Perú. Pero principalmente soy conocido por practicar el periodismo gonzo, ya que experimento conmigo mismo para escribir mis crónicas dominicales, en el diario “El Comercio”. Para mi último artículo, me interné una semana en el manicomio, para poder hablar mejor del tema. Para muchos soy un loco, para otros, un genio. Pero muy aparte de todo esto, no me siento satisfecho. Ya me cansé de hablar sobre mí en mis escritos. No soy tan divertido. Quiero salir de este peculiar estilo. Escribir una novela, cien por ciento ficción, es mi real objetivo. Desde hace algunos años, he tenido en mente una historia en particular. Un asesino de mujeres, que atenta solo contra la vida de féminas pecadoras. Un tema interesante. Estoy seguro que esta historia me hará el mejor escritor que jamás haya existido, de alguna u otra manera.
No tengo un título fijo, ni un final establecido, pero sí un bosquejo bien estructurado de mi historia, de lo que sería mi primera novela. Me he pasado un año totalmente centrado en el tema, inclusive he dejado de escribir en mi blog, y en el diario
¡Malditas editoriales! Al principio estaban muy interesadas en publicar cualquier cosa que yo escribiese, pero ahora no me dan bola. Dicen que no se siente emoción en mi historia, que es poco creíble. Quizá como me he acostumbrado a escribir solo de lo que experimento, me cuesta hacer real lo imaginario.
Me siento terrible. Hace unos minutos he roto el espejo de mi cuarto, arrojándole mi taza preferida, en la cual siempre tomo café. No puedo continuar escribiendo. A nadie le gusta mi nuevo estilo.
Llamé a Teresa. Solo ella es capaz de devolverme la tranquilidad. Es mi mejor amiga desde primero de secundaria. Su vocación por la carrera de psicología siempre se ha hecho notar. Nadie me escucha como ella, ni se toma la molestia de darme un consejo tan acertado.
-Jhonnattan, tú sabes que eres un gran escritor, pronto encontrarás la inspiración, solo relájate. Mi teresa, siempre tan dulce. Aunque nos separa el abismo, de no poder vernos, tan solo escucharnos, la siento mía. Me he vuelto adicto a ella. Es mi droga, cuando me siento morir, la consumo, y vuelo. –No es tan sencillo como piensas, ya llevo un año escribiendo esta bendita historia, y no consigo nada, expresé, mientras me despeinaba con la mano izquierda. –Mira, ahorita debo atender a un paciente, qué te parece si te busco en la noche, para conversar mejor. Sonreí, ya que me dijo lo que quería escuchar. – Solo si traes una torta de chocolate. –Muy bien, así será, dijo, con su voz tan hipnotizante, ronquita, y suave en algunos quiebres.
Conozco a Teresa desde que te tengo doce años. Pero a mis veinticinco, recién me he dado cuenta que estoy perdidamente enamorado de ella.
Por otro lado, retomando a mi frustrado estado de ánimo, no me sentía así desde el incidente con Fernanda, mi primera enamorada. Me había propuesto regalarle doce poemas cuando cumpliéramos un año, escribía uno por mes. Nunca pude terminar el número doce. Me sentí tan miserable por eso, que ni siquiera la busqué en nuestro aniversario. Tres días después, decidí darle aunque sea los once poemas, me había dado cuenta de mi error, pero la encontré con otro chico, besándose. Casi mato al tipo, me abalancé contra él, inclusive tubo que intervenir la policía. Me encerré por tres meses en mi casa. No recuerdo que hice en esos largos noventa y un días, al parecer mi cerebro prefirió olvidar esa parte de mi vida. Tan solo sé, que después de ese lapso de tiempo, me sentí bien.
Teresa me buscó a las nueve de la noche. Vivo en San Isidro, en un buen departamento. Me gusta la buena vida, sé lo que valgo, así que no me importa endeudarme un poco, con tal de tener todo de primer nivel. Siempre he sido un fantasma. Ahora atraigo la mirada de todos, por mi fama, mi ropa de marca, y mi carro del año. Quizá viva engañado, pensando que soy alguien, cuando realmente no soy nadie. No me importa.
- Para serte sincera, esta no es una de tus mejores historias, dijo teresa, después de leer algunas páginas de mi proyecto a libro. Ambos estábamos en mi habitación. Me senté en mi cama, y dije: “Pero debería ser la mejor de todas”. Tiene que ser así”. Apreté mi puño mientras hablaba. Teresa se dio cuenta, y se sentó junto a mí. –Quieres que te traiga un pedazo de la torta de chocolate que dejé en la cocina. –No hace falta, respondí. Agaché la mirada, dispuesto a perderme, pero Teresa no me dejó. Acarició mi rostro con suma delicadeza. La miré, y la besé. Mi acción la tomó por sorpresa. Se alejó de mí. No me importó, me acerqué a ella, e intenté besarla con pasión. Toqué sus piernas, sus senos. La asusté, y provoqué que intentara darme una cachetada. Frené su golpe, agarré su mano, y la apreté.
-¡No vuelvas a intentar golpearme! Sentí rabia, ira, estaba a punto de hacer una locura (Poseerla a la fuerza). Felizmente me di cuenta, solté de su mano, y me eché a llorar.
-Perdóname por favor, no sé que me pasó. Sé que no es una excusa, pero estoy muy estresado. Comencé a llorar como un niño. Me sentía terriblemente avergonzado y decepcionado de mí mismo.
Teresa estaba en shock. Después de unos minutos, se paró, se arrodilló delante de mí, y dijo: “Realmente me has asustado, pero estoy dispuesta a perdonarme, pero si te calmas, y me escuchas atentamente, sin replicar”. Dejé de llorar, y le pedí que me sirviera un vaso con agua.
Permanecí sentado en la cama. Ella estaba de pie. Centré toda mi atención en mi mejor amiga. Una exposición, estaba por comenzar.
Desde primero de secundaria, vivo enamorada de tus historias. Es admirable la manera en que has experimentado contigo mismo para escribir. Has tenido que drogarte, ir a casas embrujadas, y pasar días en el manicomio. Sé que lo mencionado no es ni el uno por ciento de lo que has hecho, pero quizá sí lo más resaltante. Tú tienes sangre de escritor. Naciste con el don, no lo aprendiste. La única manera, creo yo, que puedas terminar esta historia con creces, es que te vuelvas un asesino, literalmente. Debes pensar como uno, sentirte de esa manera. Buscar en lo peor de ti, y sacarlo a flote.
Hace siete años, me contaste un secreto, y me hiciste prometer, que nunca te lo haría recordar. En esta parte de tu vida, al igual que hoy, reflejaste tu otro lado. El que se esconde, y te llevó a pensar en la historia de un asesino de mujeres. Es por eso, que te haré recordar. Así se te hará más fácil escribir. Espero no causarte un daño, pero creo que es la única solución.
Una semana después de que encontraras a Fernanda besándose con otro chico, ella te buscó a tu casa. Te pidió perdón. Tú estabas hecho un monstruo, me contaste, la agarraste del cuello, y quisiste ahorcarla. Pero al verla morada, te asustaste, y la soltaste. Fernanda comenzó a llorar, y se fue de tu casa corriendo. Ella nunca le contó eso a nadie, al igual que tú, prefirió olvidar. Te quería mucho como para arruinarte la vida, denunciandote por intento de homicidio.
Recordé. Lo que decía mi amiga era cierto. Yo intenté matar a Fernanda ese día. Tan solo un pequeño error, algo que no mencioné cuando le conté la historia a Teresa. Fernanda murió ahogada un mes después en la playa, cuando se fue acampar con unos amigos. Esa es la historia que se conoce. La verdad fue que yo la seguí a ese campamento. La maté sin piedad. La golpee tanto, que le destrocé el cerebro. El mar se llevó toda la evidencia. Nunca encontraron el cadáver.
La inspiración ha vuelto a mí. –Gracias, si no fuera por ti Teresa, no hubiese encontrado dentro de mí, la esencia que me hacía falta. Aunque suene mal lo que voy a decir, ya me siento como un asesino. Teresa rió. No se dio cuenta de que hablaba en serio. Al parecer la buena psicóloga, acaba de ser engañada. –Vamos a la cocina, ya se me antojó un buen pedazo de torta de chocolate. –Perfecto, yo también estoy con hambre, dijo ella.
La torta era pequeña, perfecta para dos. Le di a Teresa un cuchillo, y dos platitos, para que reparta el pastel en partes iguales.
Me acerqué silenciosamente a ella. Me estaba dando la espalda. Le susurré al oído. –Eras la chica más bonita del colegio. Tu rostro es tan perfecto. Nariz perfilada. Tus pecas perfectamente distribuidas, te dan un matiz de ensueño. Tu cabello, aquél peinado lacio de raya al costado, deslumbra a cualquiera. No sabes cuantas veces he soñado con tu cuerpo... Tu piel, tan suave (Mientras hablaba acariciaba sus brazos descubiertos). Daría lo que fuera por poder hacerte mía.
No tengo un título fijo, ni un final establecido, pero sí un bosquejo bien estructurado de mi historia, de lo que sería mi primera novela. Me he pasado un año totalmente centrado en el tema, inclusive he dejado de escribir en mi blog, y en el diario
¡Malditas editoriales! Al principio estaban muy interesadas en publicar cualquier cosa que yo escribiese, pero ahora no me dan bola. Dicen que no se siente emoción en mi historia, que es poco creíble. Quizá como me he acostumbrado a escribir solo de lo que experimento, me cuesta hacer real lo imaginario.
Me siento terrible. Hace unos minutos he roto el espejo de mi cuarto, arrojándole mi taza preferida, en la cual siempre tomo café. No puedo continuar escribiendo. A nadie le gusta mi nuevo estilo.
Llamé a Teresa. Solo ella es capaz de devolverme la tranquilidad. Es mi mejor amiga desde primero de secundaria. Su vocación por la carrera de psicología siempre se ha hecho notar. Nadie me escucha como ella, ni se toma la molestia de darme un consejo tan acertado.
-Jhonnattan, tú sabes que eres un gran escritor, pronto encontrarás la inspiración, solo relájate. Mi teresa, siempre tan dulce. Aunque nos separa el abismo, de no poder vernos, tan solo escucharnos, la siento mía. Me he vuelto adicto a ella. Es mi droga, cuando me siento morir, la consumo, y vuelo. –No es tan sencillo como piensas, ya llevo un año escribiendo esta bendita historia, y no consigo nada, expresé, mientras me despeinaba con la mano izquierda. –Mira, ahorita debo atender a un paciente, qué te parece si te busco en la noche, para conversar mejor. Sonreí, ya que me dijo lo que quería escuchar. – Solo si traes una torta de chocolate. –Muy bien, así será, dijo, con su voz tan hipnotizante, ronquita, y suave en algunos quiebres.
Conozco a Teresa desde que te tengo doce años. Pero a mis veinticinco, recién me he dado cuenta que estoy perdidamente enamorado de ella.
Por otro lado, retomando a mi frustrado estado de ánimo, no me sentía así desde el incidente con Fernanda, mi primera enamorada. Me había propuesto regalarle doce poemas cuando cumpliéramos un año, escribía uno por mes. Nunca pude terminar el número doce. Me sentí tan miserable por eso, que ni siquiera la busqué en nuestro aniversario. Tres días después, decidí darle aunque sea los once poemas, me había dado cuenta de mi error, pero la encontré con otro chico, besándose. Casi mato al tipo, me abalancé contra él, inclusive tubo que intervenir la policía. Me encerré por tres meses en mi casa. No recuerdo que hice en esos largos noventa y un días, al parecer mi cerebro prefirió olvidar esa parte de mi vida. Tan solo sé, que después de ese lapso de tiempo, me sentí bien.
Teresa me buscó a las nueve de la noche. Vivo en San Isidro, en un buen departamento. Me gusta la buena vida, sé lo que valgo, así que no me importa endeudarme un poco, con tal de tener todo de primer nivel. Siempre he sido un fantasma. Ahora atraigo la mirada de todos, por mi fama, mi ropa de marca, y mi carro del año. Quizá viva engañado, pensando que soy alguien, cuando realmente no soy nadie. No me importa.
- Para serte sincera, esta no es una de tus mejores historias, dijo teresa, después de leer algunas páginas de mi proyecto a libro. Ambos estábamos en mi habitación. Me senté en mi cama, y dije: “Pero debería ser la mejor de todas”. Tiene que ser así”. Apreté mi puño mientras hablaba. Teresa se dio cuenta, y se sentó junto a mí. –Quieres que te traiga un pedazo de la torta de chocolate que dejé en la cocina. –No hace falta, respondí. Agaché la mirada, dispuesto a perderme, pero Teresa no me dejó. Acarició mi rostro con suma delicadeza. La miré, y la besé. Mi acción la tomó por sorpresa. Se alejó de mí. No me importó, me acerqué a ella, e intenté besarla con pasión. Toqué sus piernas, sus senos. La asusté, y provoqué que intentara darme una cachetada. Frené su golpe, agarré su mano, y la apreté.
-¡No vuelvas a intentar golpearme! Sentí rabia, ira, estaba a punto de hacer una locura (Poseerla a la fuerza). Felizmente me di cuenta, solté de su mano, y me eché a llorar.
-Perdóname por favor, no sé que me pasó. Sé que no es una excusa, pero estoy muy estresado. Comencé a llorar como un niño. Me sentía terriblemente avergonzado y decepcionado de mí mismo.
Teresa estaba en shock. Después de unos minutos, se paró, se arrodilló delante de mí, y dijo: “Realmente me has asustado, pero estoy dispuesta a perdonarme, pero si te calmas, y me escuchas atentamente, sin replicar”. Dejé de llorar, y le pedí que me sirviera un vaso con agua.
Permanecí sentado en la cama. Ella estaba de pie. Centré toda mi atención en mi mejor amiga. Una exposición, estaba por comenzar.
Desde primero de secundaria, vivo enamorada de tus historias. Es admirable la manera en que has experimentado contigo mismo para escribir. Has tenido que drogarte, ir a casas embrujadas, y pasar días en el manicomio. Sé que lo mencionado no es ni el uno por ciento de lo que has hecho, pero quizá sí lo más resaltante. Tú tienes sangre de escritor. Naciste con el don, no lo aprendiste. La única manera, creo yo, que puedas terminar esta historia con creces, es que te vuelvas un asesino, literalmente. Debes pensar como uno, sentirte de esa manera. Buscar en lo peor de ti, y sacarlo a flote.
Hace siete años, me contaste un secreto, y me hiciste prometer, que nunca te lo haría recordar. En esta parte de tu vida, al igual que hoy, reflejaste tu otro lado. El que se esconde, y te llevó a pensar en la historia de un asesino de mujeres. Es por eso, que te haré recordar. Así se te hará más fácil escribir. Espero no causarte un daño, pero creo que es la única solución.
Una semana después de que encontraras a Fernanda besándose con otro chico, ella te buscó a tu casa. Te pidió perdón. Tú estabas hecho un monstruo, me contaste, la agarraste del cuello, y quisiste ahorcarla. Pero al verla morada, te asustaste, y la soltaste. Fernanda comenzó a llorar, y se fue de tu casa corriendo. Ella nunca le contó eso a nadie, al igual que tú, prefirió olvidar. Te quería mucho como para arruinarte la vida, denunciandote por intento de homicidio.
Recordé. Lo que decía mi amiga era cierto. Yo intenté matar a Fernanda ese día. Tan solo un pequeño error, algo que no mencioné cuando le conté la historia a Teresa. Fernanda murió ahogada un mes después en la playa, cuando se fue acampar con unos amigos. Esa es la historia que se conoce. La verdad fue que yo la seguí a ese campamento. La maté sin piedad. La golpee tanto, que le destrocé el cerebro. El mar se llevó toda la evidencia. Nunca encontraron el cadáver.
La inspiración ha vuelto a mí. –Gracias, si no fuera por ti Teresa, no hubiese encontrado dentro de mí, la esencia que me hacía falta. Aunque suene mal lo que voy a decir, ya me siento como un asesino. Teresa rió. No se dio cuenta de que hablaba en serio. Al parecer la buena psicóloga, acaba de ser engañada. –Vamos a la cocina, ya se me antojó un buen pedazo de torta de chocolate. –Perfecto, yo también estoy con hambre, dijo ella.
La torta era pequeña, perfecta para dos. Le di a Teresa un cuchillo, y dos platitos, para que reparta el pastel en partes iguales.
Me acerqué silenciosamente a ella. Me estaba dando la espalda. Le susurré al oído. –Eras la chica más bonita del colegio. Tu rostro es tan perfecto. Nariz perfilada. Tus pecas perfectamente distribuidas, te dan un matiz de ensueño. Tu cabello, aquél peinado lacio de raya al costado, deslumbra a cualquiera. No sabes cuantas veces he soñado con tu cuerpo... Tu piel, tan suave (Mientras hablaba acariciaba sus brazos descubiertos). Daría lo que fuera por poder hacerte mía.
Pude sentir el miedo en Teresa. Apretó el cuchillo con fuerza. Aún me estaba dando la espalda. La tomé del cuello con un rápido movimiento, haciendo que votara su posible arma, y la comencé ahorcar.
La solté después de unos minutos, y me apoderé del cuchillo. Teresa no estaba muerta, pero tenía la tráquea sumamente lastimada como para poder gritar por ayuda. Ella estaba en el suelo, revolcándose, tratando de recuperar el oxigeno perdido. Me agaché, la miré. Debo confesar que ver el miedo en su mirada, me dio placer. Me eché bruscamente encima de ella, inmovilizándola por completo. Pasé el cuchillo por su rostro con delicadeza, y dije: “No te preocupes, te sacaré los ojos para que no puedas ver como te corto en pedacitos”. Ella no podía hablar, pero pude interpretar mediante su mirada, la pregunta que me estaría haciendo en este momento. –Sé que quieres saber por qué hago esto, la respuesta es muy sencilla. Yo no escribo mis historias, sentado en una mesa, bronceándome con una lámpara. Yo escribo con sudor, con sangre. Desde que Fernanda me engañó, odié a todas las mujeres, y pensé en esta historia en particular. Un asesino de féminas pecadoras…Te acuerdas de tu último enamorado, José Luis ¿Por que terminaste con él? Te haré recordar. Te comenzó a gustar otro chico, y lo engañaste ¡Eres una perra! Lo sabes bien. Te has pasado toda tu vida lastimando a los chichos buenos que te escribían cartas de amor, por que te gustaba acostarte con los más populares. Sin embargo, fuiste buena conmigo. Pero que más da, la vida es injusta, así que no pagaré de la misma manera.
La desesperación de Teresa fue única. Luchó por su vida la desgraciada. Le arranqué los dos ojos. La muy perra murió en ese instante. Me arruinó la diversión. Pero al menos tuve el placer, de poder verla desnuda. Aún sin vida, su cuerpo es hermoso.
Ya han pasado dos meses desde la desaparición de Teresa. Las autoridades aún no encuentran al culpable.
Tiré su cuerpo al amar, nuevamente la marea fiel a mis más bajos instintos, fue mi aliada, y no devolvió la evidencia de un asesinato. Nadie sabía que Teresa vendría a buscarme, así que sigo siendo para el mundo, uno de los más afectados con su triste desaparición.
Las editoriales han vuelto a interesarse en mí. He hecho contrato con “Santillana”. Mi novela genera muy buenas expectativas. Aún no la termino. Esto recién comienza.
Yo soy el asesino de mi historia. Me convertiré en la pesadilla de las mujeres que engañen, que enamoren en falso. Mataré a la culpable de cada corazón roto de un hombre. No soy un castigador precisamente, ni mucho menos un vengador. Tan solo soy un escritor, que escribe con sangre.
Jhonnattan Arriola
La solté después de unos minutos, y me apoderé del cuchillo. Teresa no estaba muerta, pero tenía la tráquea sumamente lastimada como para poder gritar por ayuda. Ella estaba en el suelo, revolcándose, tratando de recuperar el oxigeno perdido. Me agaché, la miré. Debo confesar que ver el miedo en su mirada, me dio placer. Me eché bruscamente encima de ella, inmovilizándola por completo. Pasé el cuchillo por su rostro con delicadeza, y dije: “No te preocupes, te sacaré los ojos para que no puedas ver como te corto en pedacitos”. Ella no podía hablar, pero pude interpretar mediante su mirada, la pregunta que me estaría haciendo en este momento. –Sé que quieres saber por qué hago esto, la respuesta es muy sencilla. Yo no escribo mis historias, sentado en una mesa, bronceándome con una lámpara. Yo escribo con sudor, con sangre. Desde que Fernanda me engañó, odié a todas las mujeres, y pensé en esta historia en particular. Un asesino de féminas pecadoras…Te acuerdas de tu último enamorado, José Luis ¿Por que terminaste con él? Te haré recordar. Te comenzó a gustar otro chico, y lo engañaste ¡Eres una perra! Lo sabes bien. Te has pasado toda tu vida lastimando a los chichos buenos que te escribían cartas de amor, por que te gustaba acostarte con los más populares. Sin embargo, fuiste buena conmigo. Pero que más da, la vida es injusta, así que no pagaré de la misma manera.
La desesperación de Teresa fue única. Luchó por su vida la desgraciada. Le arranqué los dos ojos. La muy perra murió en ese instante. Me arruinó la diversión. Pero al menos tuve el placer, de poder verla desnuda. Aún sin vida, su cuerpo es hermoso.
Ya han pasado dos meses desde la desaparición de Teresa. Las autoridades aún no encuentran al culpable.
Tiré su cuerpo al amar, nuevamente la marea fiel a mis más bajos instintos, fue mi aliada, y no devolvió la evidencia de un asesinato. Nadie sabía que Teresa vendría a buscarme, así que sigo siendo para el mundo, uno de los más afectados con su triste desaparición.
Las editoriales han vuelto a interesarse en mí. He hecho contrato con “Santillana”. Mi novela genera muy buenas expectativas. Aún no la termino. Esto recién comienza.
Yo soy el asesino de mi historia. Me convertiré en la pesadilla de las mujeres que engañen, que enamoren en falso. Mataré a la culpable de cada corazón roto de un hombre. No soy un castigador precisamente, ni mucho menos un vengador. Tan solo soy un escritor, que escribe con sangre.
Jhonnattan Arriola
Basado en la vida de Angelo de Piante, lo peor de todo es q sigue libre.
ResponderEliminarDejame felicitarte por tu articulo! me parecio excelente y fue tan interesante q me metio en la historia!! Y de madera de escritor creo q tienes mucha!
ResponderEliminarJajaja Angelo de Piante. Que feo loco para comparar esta historia con la vida de ese pajero. Por más de que te escondas, sé que eres tú, Fernando Hermosa, el verdadero loco del martillo XD.
ResponderEliminarMuy buena broder, la manera en que escribes me hizo meterme al instante en el relato. Que pena que hayas tenido que matar a Teresa...
ResponderEliminarbonachon!!!
ResponderEliminarme encanto tu historia
hace que uno se introdusca en ella
sigue asi :D
tenias q revelar mis secretos , confie en ti mi fiel amigo pero kiza sea tiempo de escribir una nueva obra . EL CASTIGADOR.(nadie lo sabra)
ResponderEliminartenias que matar a Teresa . Teresa
ResponderEliminarInteresantísima.
ResponderEliminarMe gustó mucho el giro inesperado que dio.
Sabes que tienes la capacidad de introducir al lector en tu historia. Leeré este blog por siempre :D
muy bien , nunca engañare a nadie:S jajaja ...tu escritura cautiva y te prometo leer tu libro ...solo el primero=) ja no mentira, mas historias!
ResponderEliminarBuena prosa amigo. Sigue así...
ResponderEliminarmierda no me mentías cuando me dijiste que era la mejor que has escrito. Ya lo pude comprobar y me cagaste, cómo mierda voy hacer para escribir algo mejor que eso?...
ResponderEliminarMuy buena la historia ahh pero tiene un error: inclusive tubo que intervenir la policía, ese tubo k has puesto es con v. A pesar de esto es un post buenisimo
ResponderEliminarehh.. si esta bien, vas por buen camino ;) algunas partes me gustaron mucho pero como que cambio muy rapido el chico. que chiflado.
ResponderEliminarmuy buena la historia, no esperaba tanta sangre , el título me hizo creer que iba x otro lado pero pensandolo bien era bastante sugerente XD. tenemos q adaptar éste post a un corto alf!!! :)
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