domingo, 29 de agosto de 2010

El general, la enfermera y el soldado

Nunca olvidaré mi cumpleaños número seis. Mis padres me hicieron una gran fiesta…Me sentí tan feliz, un momento tan maravilloso, tan jovial. Toda mi casa adornada de globos, mi mesa principal llena de bocaditos, y una torta inmensa de chocolate, eran una fuerte promesa de un día espectacular. Y aunque al principio los payasos, Sonrisa y Botín, me asustaron en vez de hacerme estallar de la risa, logré divertirme muchísimo. La pasé increíble con mi familia y amigos, bailando, comiendo gelatina, mazamorra, y sobre todo, reventando la piñata y corriendo entusiasmado, por adueñarme de todas las recompensas obtenidas, miles de dulces entre caramelos y gomitas, que salían como ráfaga, de la abertura del muñeco de uno de mis héroes favoritos, “Batman”.

Al día siguiente, tendría mi primer viaje. Mi regalo sorpresa, iría con mis padres a Chiclayo, a pasar una semana con mis primos. Un viaje largo de trece horas, pero no importaría. Estaríamos los tres juntos, compartiendo sueños y risas. Mi papá se encargaría de manejar, mientras mi madre, que estaría sentada junto a mí en la parte de atrás, de nuestro lindo auto rojo, tendría la labor de controlar mi inquieta y parlanchina forma de ser.

Después de varias horas, y de cantar más de cien veces la popular canción: “Vamos de paseo ti ti ti, en un auto nuevo sí sí sí”. Y por supuesto de jugar aproximadamente trescientos Ritmo ¡A Go Go!, mi euforia se tranquilizó, me recosté en el regazo de mi madre, y solicité escuchar una historia. Mi mamá acarició mi cabello, arrullándome con suma dulzura. Ya había oscurecido, y aún faltaban algunas horas más de viaje.

-Te voy a contar una historia, pero con una condición soldado, que te quedes dormido. Aún falta mucho para llegar, y ya debes descansar, dijo mi padre, con un tono cálido de voz.

-Está bien mi general, contesté.

Así nos llamábamos. Yo era el soldado, mi padre el general, y mi madre la guapa enfermera, cuya especialidad era echarme “Mentholatum” cuando me resfriaba.

Estaba bien cansado, así que me quedé dormido de inmediato. No llegué ni a la mitad de la historia, sin embargo, nunca olvidaré aquél intro de mi padre, que me hizo cerrar los ojos, y someterme a un sueño profundo.

Él era el encargado de llevar a las personas llenas de maldad a su cruel castigo, y de liberar a los que ya habían cumplido su condena. El guardián de su propio reino vivía en soledad, nadie más se atrevía acompañarlo en su complicado mundo entre el bien y el mal…

Cuando abrí los ojos nuevamente, me encontraba en un hospital de Lima, mi abuelita y mi tierno abuelo, lloraban a mares, y me abrazaron con fuerza al ver que estaba con vida. Su hija y su esposo, mis padres, habían muerto en un terrible accidente de tránsito en la carretera.

Si desean continuar con la historia, pueden hacerlo en: http://sangredeescritor.blogspot.com/2010/08/guardo-en-mi-corazon-una-inmensa-pena.html

Jhonnattan Arriola

domingo, 15 de agosto de 2010

Nada en común

Capaz de sentir, capaz de llorar, capaz de reír, capaz de engañar, capaz de volar, capaz de todo, así me sentí durante 365 días y fue gracias a la pasión por escribir que un día despertó de una circunstancia nada favorable pero de la que no me arrepiento.

Escribir en Nada en Común ha hecho que pueda exprimir en su totalidad aquellos sentimiento que alguna vez quedaron guardados, y nunca imaginé que dichas emociones serían leídas por tantas personas quienes compartían conmigo la misma experiencia de amar sin ser amado, llorar por un ser olvidado, destruir su mundo por vivir el del otro. Es la ficción la que envuelve mis historias, sin embargo, es necesario incluirle una dosis de realidad.

Intento buscar (pero no necesariamente encontrar) la melodía difusa de la vida; plasmar aquel aspecto difícil de vislumbrar y convertirlo en realidad; calmar el delirio existente al pensar que nuestra historia tiene final.

Voy un año escribiendo historias inocuas, capaces de activar los recuerdos que casi siempre olvidamos. Y soy feliz.

No hay necesidad de callar, si existe algo que contar. Y durante todo este tiempo lo hice aquí, en este blog, expresando mis mejores y peores momentos. Y por supuesto, agradezco su compañía.

Feliz primer aniversario Nada en Común. Esta historia recién comienza.



Como dice mi compadre EB, el disque chico misterioso del blog, que no le gusta poner su nombre completo, es un honor tener la oportunidad de trasmitirles a ustedes, nuestras historias. Crear una realidad alterna, basada en un anécdota, es siempre muy interesante, hasta me atrevería decir que desestresante también.

Bueno, por mi lado, lo que yo quiero hacer en mi parte del post, es dar las gracias.

Gracias a todas las personas que nos han leído, que nos han comentado, y hasta criticado, ya que nos han hecho mejores, más fuertes.

Gracias a todas las personas que nos han sido fuente de inspiración, no diré sus nombres, por algo que está sobreentendido, pero cuando lean este texto, se sentirán totalmente identificados.

Gracias a todos los autores invitados, que han llenado de talento desbordante este querido espacio.

Gracias a ti EB, por ser un excelente amigo, brindarme siempre tu apoyo, y sobre todo, por vivir esta aventura conmigo. Y aunque no tengamos nada en común, en el fondo, tú sabes que sí.

La vida es un cuento, largo o corto, siempre una historia de por medio. Escribir las páginas en cada paso, es el sentimiento que nos motiva a continuar. Quizá a veces tropecemos con las reglas ortográficas, errores que se cometen por no pensar bien en las decisiones que tomamos. Pero de todos modos, siempre existe algún diccionario por consultar, una guía para aprender a ser mejor. La vida es una historia, que a pesar de tener un final inesperado, se debe dar el todo para que nos quieran leer con orgullo…Feliz día Nada en Común.

Jhonnattan Arriola

domingo, 8 de agosto de 2010

Y viceversa

Autora invitada: Jennyffer Salazar

Disipándose


Quedaban los vestigios de momentos bonitos en los cuales podíamos tocar las nubes con los dedos, en los cuales podíamos escurrirnos en las miles de estrellas gratis que nos había dado el firmamento. Podíamos ser libres, reflejarnos en la luna y burlarnos de los días grisáceos que de cuando en cuando intentaba agobiarnos con las dudas, con los miedos, con mis máscaras y con tus fantasmas sin voz y sin rostro. Por algún lado de nuestra incoherencia inocua estábamos los dos, sentados frente al mundo y con menos cargas en el alma, en el cuerpo, en la respiración. Por algún espacio de ese lugar podíamos imitar ser libres, no teníamos todas estas sombras que hoy nos hieren, nos pesan y aplastan. De vez en vez miraré mis cicatrices, para no perderme, para no olvidarme. Al fin de todo, te encontraré en los silencios y en el olor de vainilla de martes por la tarde.

Grecia

Fase crisálida

Me quedé en la fase crisálida de alguna larvaria triste y he caminado como un maniquí de cera, estático y muy solo. He salido a respirar, te he querido encontrar. Aunque, para ser sinceros, es la costumbre, la rutina de quererte un poco más. En otras palabras Grecia, una que otra lágrima se me ha escapado en esta tarde en la que decidí no pensar más en ti. Sólo necesito que leas mi nombre en alguna que otra estrella, que me extrañes un poco, que quiebres tu cuerpo y pienses que desde aquí vislumbro tus manías, que sigo esperando palabras y respuestas que no llegan, que no vendrán.

Te iré a buscar uno que otro día, sólo para verte de lejos. No quiero que tengas noción de que no me destruí. Al fin de todo, me gusta saber que he muerto, que me he perdido en una noche de pantalla bicolor y me he muerto. Despacio, pero me he muerto.

Tadeo