viernes, 25 de septiembre de 2009

Sexo en el 99

Domingo 1:35 a.m. Luego de varias horas de un esforzado trabajo sobre la prostitución clandestina en el concurrido parque Kennedy, Miguel y yo, decidimos atender las reiteradas llamadas telefónicas de un grupo de amigos que aguardaban por nosotros en la colorida avenida La Marina, según ellos, para despejar la mente de tan sacrificado proyecto.

Pasaron escasos minutos y Miguel ya se encontraba levantando el brazo esperando que un taxista se digne a detener su móvil y nos transporte.

No sabíamos el número de cuadra, ni una calle que nos hiciera referencia. Con nuestra poca simpatía, de a pocos lográbamos que el taxista, cuyo nombre ignoro, no se aburriera de nosotros y nos desalojara de su auto adornado con una zapatilla de bebé colgada en su espejo retrovisor.

2:00 a.m. Avenida La Marina. Local con luces de neón, ambiente llamativo y un nombre poco usual, “Show 99”, nos abrían las puertas jurándonos que sería la mejor de nuestras noches.

Persuadidos, dimos el primer paso dentro del local, Miguel antes que yo. No pasaron ni 5 segundos y más de veinte mujeres se encontraban a nuestro alrededor. Finalmente, solo dos de ellas nos escoltaban a lo más profundo del recinto.

Entren, entren, nos decían ellas. Habían un aproximado de quince “habitaciones” (si se le puede llamar así) separadas por tripleys y delgadas telas rojas cubrían las entradas.

Un poco nerviosos y sorprendidos a la vez, deduje en la mirada de Miguel esa alegría por la travesura que estábamos apunto de cometer.

Diez minutos. Solo duramos diez minutos. Ambas mujeres, enseñándonos toda su anatomía, nos hicieron sentir cosas que quizás nunca antes las habíamos sentido, tal vez sea por su gran trayectoria desenvolviéndose en este oficio.

La rusa, el helicóptero, el doggy style, la 69, las 3 patas, las clásicas sentadillas, el mameluco, patadas en los cabezales, entre otros movimientos plagiados de mi libro de cabecera: Kamasutra, fueron puestos en práctica en tan escasos minutos, aunque parezca imposible, los realicé todos, sin excepción.

Al salir de la habitación, alucinados por lo que acabábamos de hacer, emprendimos la búsqueda de nuestros amigos, total ese era el motivo de haber ido hasta tan excitante lugar. Cogí mi celular y llamé a Renzo, sin embargo no contestaba. Seguí insistiendo y en un momento que se cortó la música pude reconocer el timbre de su celular, pues desde que se lo compró siempre lleva consigo la misma estúpida canción. Seguimos el sonido y al final de un pasaje, escuchamos las voces de nuestros amigos, entre risas y gemidos.

Fuimos apresurados para comprobarlo, aunque quizás hubiese preferido no hacerlo. Mis amigos en su borrachera mezclada con la excitación del momento, no se dieron cuenta que sus amables compañías ocultaban una sorpresa por delante.

Puta madre. ¿Lo mismo habrá ocurrido con nosotros?

EB

domingo, 13 de septiembre de 2009

Una carta para ti, Luna, mi luna

Hace un par de noches me puse a pensar en ti. Salí a buscarte pero no te encontré ¿Dónde estás, Luna? ¿Ya te aburriste de tu desenfrenada vida nocturna? No lo creo.

Luna, dame una sonrisa
Luna, dame una mirada
Pinta de azul cada cielo de mis sueños
Dibuja estrellas que me acompañen

No sabes cómo me arrepiento de haberte hecho ese ridículo poema. No sabes cómo me arrepiento de haber confiado en ti, de haber pensado que eras sincera.

Odio tu hipocresía y tu cinismo. Te encanta mostrarles a las personas distintas caras de tu personalidad. Algunos solo conocen la mitad de ti. Otros tan solo un cuarto menguante. Pero solo yo te conozco en tu faceta de luna llena.

Por más de que intente evitarte, sé que tarde o temprano, nos volveremos a encontrar. Maldito destino. Nuestra historia siempre será la misma. Yo confiaré en ti, pero al amanecer, ya no estarás. Tan solo dejarás una nota en mi habitación disculpándote por no poder quedarte un rato más.

Odio saber que tengo razón. Odio sentir amor por ti, y que tú no lo sientas por mí. Tú no amas, nunca lo has hecho, ni lo harás. Así eres tú, Luna, una mujer de la oscuridad. Te crees una estrella, pero sabes qué, no lo eres.

Detesto salir por las noches, y saber que me puedo cruzar contigo. Eres mi vecina fiel, como una vez me dijiste entre sueños. Ambos sabemos que ya no hay nada de qué hablar. Nos hemos dicho todo. O quizá, no nos hemos dicho nada.

Ella, en su nombre Luna
Ella, brilla como estrella
En el silencio háblame al oído lento
Y Cuéntame sueños para dormir


Sé muy bien lo que me dirías en estos momentos.”Ya se te salió el poeta. El niño lindo de siempre. No puedes simplemente hacer las cosas más fáciles”

Te encanta romper corazones. Te encanta bailar pegado al ritmo de la noche. Te encanta salir a brillar. Te encanta atraer las miradas y ser fuente de inspiración para más de uno.

¡Ya es tiempo de que pares! ¡Acaso no te das cuenta de que te estás haciendo daño! ¡Basta ya Luna!

Me sacas de mis casillas, me vuelves loco. Eres mi mayor castigo, mi mayor lamento. Por ti me he vuelto perverso. Has sacado lo peor de mí. No me basta con saber que algún día te vas arrepentir, quiero verte llorar de una vez.

Sé que pensaras que estoy demente. Estás en lo correcto. Ahora soy solo la sombra de aquél niño enamorado que te robó un beso, la noche en que te regaló una estrella de pulsera. Me he vuelto desconfiado. Gracias a ti ya no creo en el amor. Espero que te sientas culpable.

En fin, el tiempo ha pasado. No te digo adiós por que sé muy bien que te volveré a ver. Lástima. Me gustaría que siempre fuese de día, Luna.


Jhonnattan Arriola

martes, 8 de septiembre de 2009

Con la...de su hermana

Hace tres meses que he terminado con mi enamorada. Hace tres meses que no tengo nada con ninguna mujer. Hace tres meses que ni siquiera puedo ver una película para adultos, ponerme en modo un jugador, y hacer lo mío. Lo que trato de decir es que hace tres meses, tengo el muñeco decaído.

Me encuentro afuera de la casa de Christian, mi buen amigo que ha regresado con su hermana menor, después de un año de vivir en los Ángeles con su papá. Hace unos minutos recibí un mensaje de él que decía lo siguiente: “Ven a mi casa ahorita, es una emergencia”.

Toqué el timbre. Cuatro minutos después, una Ninfa me abrió la puerta. Mariana, la bella hermana de mi amigo, se había convertido en toda una mujer a sus dieciséis añitos. Su cabello laceo, castaño claro, se movía con la suave brisa de verano. Un peinado moderno de raya al costado, la hacía lucir sumamente sexy. Ni tan corta, ni tan larga, era su cabellera, que finalizaba en el punto exacto donde acaba el cuello, un poco antes de los hombros. Sus ojos verdes, lucían más claros debido a la luz del sol. La minifalda que llevaba puesta, dejaba al descubierto sus largas y bien formadas piernas. Un polito pegadito de tiritas rosado oscuro, aumentaba la sensualidad de su figura.

Mi fiel amigo, después de haber permanecido por tres largos meses dormido, despertó. Una erección a gran escala. Sentí que se me rompería el pantalón.

Mariana siempre ha sido una chica precoz, por decirlo de forma elegante. Recuerdo que trató de besarme en su quinceañero. Si hubiese sabido que en un año se convertiría en una Diosa, no me hubiese negado a aquél frustrado beso.

-Hola Mariana, qué gusto verte, dije, tratando de disimular mi erección, y las ganas que tenía de arrancarle la minifalda. –Me encanta como luces, te queda muy bien la barba, dijo de golpe.

Hace tres meses que no me corto el pelo. Hace tres meses que no me afeito. Estoy todo un naufrago.

-Gracias. ¿Está tu hermano? –No, él ha salido. Yo fui la que te envié el mensaje. Mi hermano se olvidó su celular, y lo tomé prestado. No hay nadie en mi casa y me siento muy solita. Pensé que quizá me podrías hacer compañía.
Lo mejor hubiese sido negarme, ahorita no me encuentro en condiciones de pensar. Yo tengo 20 y ella 16. Al diablo. Acepté.

Entramos hasta su sala. Un comedor de mesa de vidrio; unas sillas de madera; y unos lindos sofás de cuero blanco, adornan el lugar.

-¿Estás estudiando algo aquí en Perú?, piensas hacerlo?, pregunté, tratando de hacerme el serio. –No, por el momento solo estoy haciendo gimnasia. – ¿Y ya te abres de piernas?, pregunté con tono de violador aguantado. Estoy grave, no puedo contralar mis instintos. Mariana se quedó en silencio por unos segundos. No era mi intención hacerla sentir incomoda. Sonrió, me miró de una forma penetrante, y dijo: “Sí me abro de piernas, y lo hago muy bien”.
Hay dos posibilidades. Primera: Mariana es muy inocente, cosa que no creo. Segunda: Hemos caído en el morboso doble sentido.

Mi miembro me comenzó a hablar. “Compadre ataca de una vez. Olvídate que es la hermana de tu amigo. A ella le gustas. Se abre muy bien de piernas, qué más quieres”.

Enloquecí, mis hormonas estaban muy alborotadas. La embestí como un toro. La puse contra la pared, y la comencé a besar. Al principio se resistió, pero fue presa de mi experiencia. La cargué, y la lleve hasta su habitación. Abrí la puerta de una patada. La solté suavemente sobre su cama, cayó de espaldas. Posición perfecta para el Doggy Style (La pose del Perrito). La besé en la boca. Le besé el cuello. Metí mi mano por debajo de su polo, y le comencé a acariciar los senos. Al jugar con sus pezones, soltó un leve gemido. Intenté tocar con mi dedo anular y medio su clítoris. Lo logré sin ninguna dificultad. Este hecho me dio más tranquilidad. Mariana no era virgen. La comencé a masturbar, ella no puso ninguna resistencia. Se lubrico rápidamente. – ¿Te gusta?, le susurré al oído.–Sí, dijo ella, con un tono único de excitación.

No tengo condón. Lo más seguro que puedo hacer, es darle por el otro camino. Le bajé el calzón. Apreté su blanco, suave, y bello trasero. Le levanté la falda. Me bajé los pantalones y el calzoncillo. Mi mano, estaba con el peculiar líquido que vota una mujer cuando está excitada. Froté mi mano con mi miembro, para así lubricarlo mejor, y hacer más fácil su ingreso.

No pienso tratarla bien. No pienso ser dulce con ella. No pienso enamorarme de Mariana. Tan solo quiero hacerlo violento, salvaje. Quiero hacerla gritar. Quiero que sus gemidos se escuchen tan fuertes como los aullidos de una loba en una noche silenciosa.

Y así fue, le di por atrás. Sin piedad. Al parecer le gustó la idea, ya que decía: "¡Sí, sigue así, dame más fuerte, más duro, no pares!".

En la noche. Después de bañarme, afeitarme, y cortarme el pelo, me fui a tomar unas cervezas con Christian.

Ambos quedamos ebrios. Sentados en las escaleras del patio de su casa, dijo: Te veo diferente, más feliz, te apuesto que has tirado”.-Sí. –Pendejo, ¿con quién?, preguntó. Lo miré fijamente, solté una pícara risa, y finalmente, dije: “Con la zorra de tu hermana”.

Jhonnattan Arriola


sábado, 5 de septiembre de 2009

Y de pronto, una llamada

Pensar que el alcohol te hace olvidar algunas penas tal vez sea lo correcto, tal vez no. Pero nunca es malo perder el control aunque sea por un corto lapso de tiempo. No es que sea alcohólico, pero es la verdad. Durante esas pocas horas de embriaguez, uno se siente feliz y libre de culpa alguna. Pero qué pasaría si tras tomar varias dosis de ese remedio amargo, dices algo que nunca debiste decir...

Septiembre 2012. Domingo por la noche. Acabo de llegar a mi casa. Me siento fatal, no tengo como llenar este vacío que por mucho tiempo está acabando conmigo. Es difícil de admitir pero no dejo de pensar en ella.

Aún recuerdo aquel día hace ya más de 3 años cuando le dije que fuese mi enamorada, que ingenuo. No la conocía ni una semana pero me atreví a decírselo. Sorprendentemente aceptó y desde ese día mi vida cambió.

Será posible que después de tanto tiempo, no se pueda borrar un falso amor de la cabeza? A mí me pasa, y no sé que hacer.

Hace días que no veo su nick en mi pantalla, lo cual me trae nostalgia. Ya no recibo esas llamadas restringidas en las que sabía que era ella.

Estoy un poco mareado, tengo a mi lado una botella de ron y no quiero desperdiciarla, así que de a poquitos voy acabándomela.

Al culminar de beber mi décimo vaso, corro y le pido a mi primo, quien vive conmigo, que me preste su celular para hacer una pequeña llamada.

- Alo? Contesta ella.

Con un “alo” bastaba, el fin era escucharla, un segundo, pero escucharla.

- Solo llamaba para saber como estabas…

Sorprendentemente me reconoció y empezamos hablar, como los buenos amigos que somos. No quise que supiera que estaba borracho. No era necesario. Pero el ron jugó en mi contra y empezó a rebelar sentimientos que deberían estar sepultados.

Se me hacía imposible parar, una voz en mi interior me decía:
“Sigue y sigue, dile lo que sientes”. Pero ella fue más astuta. Con una simple pregunta hizo que me callara.

- Tú me amas? Preguntó

Un sudor frió corrió por mi frente, y no supe que responder. Colgué.

Mi pequeño mundo quedó completamente nublado. No sabía que hacer. Prendí un cigarro, y sin fumarlo veía como se consumía poco a poco, tal como pasaba conmigo
Voy más de 3 años pensando en ella y hasta ahora no sé cual es la cura para librarme de este sentimiento insaciable.

Mi celular suena. Es ella.

- Alo?
- Respóndeme, me amas?

Una pregunta difícil de responder, y no porque no lo sienta, sino por lo que pueda pasar.

- Tengo miedo.
- Miedo? A qué?
- Miedo a amarte. Cuelgo.

No sé si fue lo correcto decírselo, pero me sentí libre por algunos segundos, como si hubiese descargado algo que hace mucho debí soltar. Estoy seguro de amarla, no tengo duda alguna, pero debí callar, debí convertirme en un vil mentiroso, y ocultar la verdad. No estoy seguro de que ella sienta algo por mí. La intriga me corroe. Sería muy arriesgado preguntárselo. Termino mi botella de ron y marco sus 9 dígitos que me sé de memoria.

- Alo?
- Dime la verdad, tú sientes algo por mí?

5 segundos de silencio. Un corazón a mil por hora. Manos sudorosas. Cuerpo temblante. Perturbado, esperando su respuesta.

- Tal vez. Responde.

Ni sí, ni no. Tal vez. Existen tantas formas de interpretar su respuesta, pero para mí, un tal vez no es suficiente.

No quiero seguir más con un amor que no es correspondido. Un amor que ilusiona y engaña enseguida. Un amor que crece y lastima día a día.

Te olvidaré? Ojalá, algún día.
Te amaré? Quizás toda la vida.

Sería distinto si estuvieras conmigo, princesa.

Mi princesa.

EB