domingo, 4 de marzo de 2012

Nena

Un cigarrillo más. Deseo vivir muchos años, pero estos días he estado fumando como si quisiera morir de una vez, de golpe, sufriendo y gritándole a Dios que me conceda el milagro de soportar un día más. Odio los aviones, pero en estos momentos, muero por volar, dejar de andar por la misma vereda gris, que cree conocer mis pasos, sin embargo, no tiene idea que puedo elevarme en silencio. Cuando nadie me ve, sueño que soy un águila que no voltea a mirar hacia atrás. Que escapa de sus miedos oscuros.  

Le dicen Nena. Su mirada es embrujadora. Verde y hechicera. Fue el principal motivo de mis alegrías, pero ahora, es la asesina que ha pulverizado mi corazón. Hoy vendrá a mi casa con un vino. ¿Para qué? Para tener sexo sin razón. Ilusionarme una noche más. Engañarme, hacerme pensar que estará a mi lado cuando amanezca. ¡Qué patético! Me he vuelto tan adicto a su piel, que pondré a prueba mi dureza una vez más. Fingiré que puedo ser su compañero de cama, sin problemas ni enredos de amor. Cuando en verdad…la amo con todo mi corazón.

- ¿Sufres por una mujer? Cuando sea por dos, ahí preocúpate. Una no es ninguna, me dijo mi mejor amigo una noche, mientras nos tomábamos unas cervezas. Cree que no recuerdo cuando hace un año lloraba a gritos el desamor de su ex.

Ese es nuestro principal problema, muchachos. El machismo que nos corrompe hasta los huesos. “Los hombres no lloran”. “Para cada hombre hay siete mujeres”. “Un hombre tiene que conocer el mundo, divertirse, encamarse con varias féminas para entender el amor”. “¿Casarse? Esas son huevadas”. Todos los que piensan así, a mi punto de parecer, son unos oligofrénicos maricas reprimidos de primera. Un verdadero varón no tiene miedo de admitir que se encabrona si la mujer que ama no está a su lado. Que le aterra quedarse solo.

Pero a pesar de ello, la pregunta vital, es la siguiente: “¿Cómo puedes ser tan pelotudo de enamorarte de una mujer que de todas las maneras posibles, te ha dado a entender que solo quiere pasarla bien contigo, y nada más?” 

1.    Porque siempre he sido un romántico soñador.
2.    Porque quizá no me han roto el corazón tantas veces como para curtir mi lado huevón y calzonudo.
3.    Porque en el corazón no se manda.
4.    Porque escuchar todas sus historias, ha hecho que la ame cada día más.
5.    Porque sé de sus secretos. Soy la única persona que conoce la razón de su sobrenombre.
6.    Porque sus labios y su piel, son una delicia. 
7.    Porque es la única mujer que le importo de verdad. Aunque en realidad cualquiera pensaría que no.
8.    Porque a pesar de haber buscado entre libros viejos la receta para olvidarla, no la he encontrado.
9.    Porque sin ella me vuelvo loco, desquiciado y se me entrecorta la respiración.
10.  Porque mientras ella tenía sexo conmigo, yo le hacía el amor.

Noche de serpientes:

- Hace dos semanas que no te veo, y sorpresa, luces más guapo. Me encantas, precioso.

Nena fuma un cigarrillo. Hace una hora que está en mi casa y muero por besarla. Quiero decirle que la amo, pero le temo a su reacción. Que ya no quiera volverme a ver. Que se burle de la inocencia y candidez de mi corazón. Pero a pesar de que por momentos me armo de valor, solo finjo que le pongo atención a la plática, le sirvo más vino… y me pierdo en su mirada.

- Hoy será una noche distinta, sentencio de pronto. La miro directo a los ojos. Reto a la magia mortal de su rostro, perversamente angelical.

- ¿Ah sí? ¿Has preparado una sorpresa para mí, o algo así?, contesta Nena, regalándome una pícara sonrisa y acercándose más a mí. Planea besarme. Planeo evitar ese acto y confesarle mi amor. Planea dormir conmigo como si fuese una noche más. Planeo hacerlo diferente. Sabe que soy vulnerable. Sé que soy diferente en su vida. Pero…sabemos que de igual manera,  no podré resistirme a su encanto.

El tiempo se congela. Mi pulso se acelera y pierdo la razón. Tengo miedo. Nena me besa el cuello mientras me desnuda. Tiemblo. La amo. Mis lágrimas se solidifican y no quieren salir. Me siento usado, pero de igual forma, no puedo evitar caer en sus redes y entregarme, ¿por amor?...Qué más da los motivos si no son los mismos. Le beso la espalda, sus tatuajes de serpiente salen a la luz al descubrir su fantástico trasero, uno en cada nalga. ¿Una mujer extraña, verdad? Pero más extraño aún es la maldita obsesión que siento por ella. El malnacido amor, que nació de un aborto de mentiras entre copas. Lo hacemos una y otra vez. Le pido que diga mi nombre. Lo dice mientras me enfrenta como gata en celo, posicionando sus garras en mi espalda, arrancándome delicadamente la piel y tiñendo de rojo mis sábanas. ¡Dime que me amas, bendita y maldita mujer!, grito en el silencio de mis pensamientos. Solo le suplico a Dios poder encontrarla al amanecer. O por lo menos estar despierto en el momento en el que me deja, totalmente damnificado, sin nada más que una nota en la cómoda.

“Noche de miel a tu lado. Volveré por ti, mi príncipe de serpientes”

Tu Nena

El fantasma y la rosa oscura:

Tengo una rosa negra entre mis manos. Llegué a confesarle a Nena que la amaba. No me dormí, y atento a cualquier movimiento suyo, la detuve cuando quiso partir y le dije lo que sentía. Que era la mujer que deseaba a mi lado hasta el fin de mis respiros. Nena me escuchó atenta y empezó a llorar a charcos.

- Me voy de tu casa porque tengo miedo de morir en tu cama, otra vez. Me has hecho mucho daño. No importa cuánto quiera y desee amarte. Solo puedo ser para ti un fantasma. Tú lo sabes bien. ¿Pensé que las reglas estaban claras?

Su voz volvió a abrirme los ojos. No hay departamento ni botellas de vino. Las palabras nunca han sido escritas y el final no está claro en mi cabeza. Contemplo mi alrededor. La oscuridad adorna mi cubículo. Tengo una rosa negra entre mis piernas. Lloro y nadie viene por mí. No estoy loco aunque el mundo entero piense que sí. Nena me ama, lo sé. Por eso es que me ha perdonado y vuelve por mí, para que la haga mía como la última vez. Esa noche sin luna, sé que cometí el peor error de mi vida. Quería que se quede conmigo para siempre. No era mi intención asfixiarla con la almohada. ¡No podía permitir que se vaya una noche más! La amo. ¡No te vayas, por favor! ¡Vuelve! ¡Vuelve, mi Nenita!

¡Ábranme la puerta, carajo! ¡Déjenme salir de aquí! ¡No estoy demente! ¡Nena vive! ¡Aún viene por mí!, grito hasta perder la conciencia en una de las pestilentes celdas del manicomio. Tengo frío. Necesito un cigarrillo. Ya no me queda ninguno. Los médicos han accedido a darme tabaco. Porque si no siento el humo en mi boca, puedo volverme un poco loco. Solo un poco.

 Jhonnattan Arriola

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