Era de madrugada y me soñaba caminando sobre un bosque fantasmal lleno de hojas secas y me preguntaba si los malos recuerdos, así como las hojas de los árboles, alguna vez podrían desprenderse de mi cerebro. Sentía frío y me sentía perdida, todo estaba nebuloso y no sabía por donde ir. Una vez más me enfrentaba contra la soledad de estar sola, contra los malos recuerdos y contra mi orgullo.
Luchaba contra mi orgullo que me decía que no debía estar pensando en él por todo el daño que me había hecho. Trataba de controlar esos chispazos de rencor que a veces se apoderaban de mí, y trataba de pensar en que él volvería para ser mío por siempre.
Soñaba que me perdía en aquel bosque buscándolo y mientras más pasaba el tiempo y no lo encontraba, más perdida estaba. Y una sed de angustia me invadía. Me aturdía. Tenía miedo de que nunca viniera por mí y que me dejara me dejara sola y perdida, en el mismo bosque de donde alguna vez me sacó.
Las cosas entre los dos terminaron muy mal, peleas, silencio, tiempo, decepción, distancia, y todo lo que ya muchos de nosotros hemos pasado alguna vez. La diferencia es que yo no lo dejé de amar nunca, entonces para mi, ese no era un final.
Recuerdo que mis amigos me decían que debía dar vuelta a la página pero ¿Qué hacía con todo ese amor? Yo merecía explicaciones. También quería pedir perdón por todas las cosas que una mujer molesta y despechada puede hacer, pero lo que más tenía ganas era decirle que lo amaba. Y encontrarme en ese bosque sin poder hacerlo era realmente desesperante.
Me desperté con el dolor más profundo en el pecho. Estaba triste y no sabía por qué. Ese día no hice nada, le pedí a mi papá que se quedara conmigo, y que me dejara faltar a clases. Solo me concedió lo último, pues él debía ir a trabajar. Volví a mi cama y mi celular sonó.
El había muerto. Yo entré en una especie de shock, no entendía cómo ni por qué.
Soñaba que me perdía en aquel bosque buscándolo y mientras más pasaba el tiempo y no lo encontraba, más perdida estaba. Y una sed de angustia me invadía. Me aturdía. Tenía miedo de que nunca viniera por mí y que me dejara me dejara sola y perdida, en el mismo bosque de donde alguna vez me sacó.
Las cosas entre los dos terminaron muy mal, peleas, silencio, tiempo, decepción, distancia, y todo lo que ya muchos de nosotros hemos pasado alguna vez. La diferencia es que yo no lo dejé de amar nunca, entonces para mi, ese no era un final.
Recuerdo que mis amigos me decían que debía dar vuelta a la página pero ¿Qué hacía con todo ese amor? Yo merecía explicaciones. También quería pedir perdón por todas las cosas que una mujer molesta y despechada puede hacer, pero lo que más tenía ganas era decirle que lo amaba. Y encontrarme en ese bosque sin poder hacerlo era realmente desesperante.
Me desperté con el dolor más profundo en el pecho. Estaba triste y no sabía por qué. Ese día no hice nada, le pedí a mi papá que se quedara conmigo, y que me dejara faltar a clases. Solo me concedió lo último, pues él debía ir a trabajar. Volví a mi cama y mi celular sonó.
El había muerto. Yo entré en una especie de shock, no entendía cómo ni por qué.
Se lo habían llevado, y por eso el nunca llegó al bosque. Todo lo que sé sobre ese día, lo sé porque amigos que llegaron acompañarme me lo dijeron. Mamá me dio sedantes y entre los efectos de las drogas, yo lo seguía esperando.
Desperté y todo era un sueño, había gente a mi alrededor, y ellos lloraban, y yo estaba sedada, mi cuarto era una especie de velatorio y yo era la viuda... él vivía el Miami, y su cuerpo se quedo ahí, nunca tuvimos el cuerpo para velarlo, yo solo me echaba en la cama y lloraba y lloraba. Los miraba a todos a mi alrededor, pero solo esperaba que me dijeran que no era cierto, que el cuerpo no era de él y que él vivía y que volvería a Perú, como lo había planeado.
Él era amante de las motos y se compró una allá en Miami. Era domingo por la noche y salió a divertirse con sus amigos. Llevaba puesto el casco que siempre le decía que se ponga, entró en una curva, aceleró y se estrelló contra una camioneta, el inmediatamente murió.. dicen, no lo sé, que antes de fallecer le dijo a la persona que fue a auxiliarlo, "dile a todos que los amo"... y fue así como se despidió de todos y sé que aquella tristeza que sentí fue porque el nunca se pudo despedir de mi.. yo no hubiera querido nunca que se vaya.
Murió, se fue, nunca me despedí y siento como si seguiría de viaje y algún día volverá.
Lo espero y lo esperaré siempre y sé que él lo sabe, como ahora que sabe cuánto lo amo y sabe todas las veces que me hubiera gustado decirle que lo amo y no lo dije por orgullosa y resentida. Tendré que vivir con el arrepentimiento y la culpa de saber que no pedí perdón, que no lo besé cuando pude. Viviré sin escuchar un “te amo”, viviré sin alcanzar su voz. Sin verme reflejada en sus ojos, sin saber si el también trataba de olvidarme y de no amarme o si alguna vez lo llego hacer.
Lo extrañaré y me acostumbraré a caminar en ese bosque sola sin perderme, lo haré como si el estuviera ahí, conmigo, como siempre.
Lo espero y lo esperaré siempre y sé que él lo sabe, como ahora que sabe cuánto lo amo y sabe todas las veces que me hubiera gustado decirle que lo amo y no lo dije por orgullosa y resentida. Tendré que vivir con el arrepentimiento y la culpa de saber que no pedí perdón, que no lo besé cuando pude. Viviré sin escuchar un “te amo”, viviré sin alcanzar su voz. Sin verme reflejada en sus ojos, sin saber si el también trataba de olvidarme y de no amarme o si alguna vez lo llego hacer.
Lo extrañaré y me acostumbraré a caminar en ese bosque sola sin perderme, lo haré como si el estuviera ahí, conmigo, como siempre.