- Disculpa, ¿me puedo sentar?
Decisiones. Todo en la vida se basa en decisiones. Una simple respuesta puede llevarte a una realidad divina o a una infernal. La mujer que tengo en frente, puede decir que no, que desea su espacio y que me busque otra mesa. O simplemente, aceptar, dejarse llevar por mi falso encanto y ser brutalmente asesinada.
- Claro, no hay problema, responde la hermosa fémina, después de haberme examinado por varios segundos, interrumpiendo su sagrada actividad de beber su frapuccino. Su instinto de mujer ha sido desactivado por mi sonrisa. El café de hoy tendrá varias gotas de sangre.
Hace cuatro meses que no he asesinado a ninguna persona. Incluso llegué a pensar que podría cambiar mi hobby por la lectura, pero me equivoqué. Mi cuerpo me pide muerte, dolor, sangre. No concibo un minuto más sin ver los sesos de mi víctima por toda la habitación. Matar es una necesidad vital para mí. Desde que acabé con la vida de Tamara (revisar post: “Rojo: La novia del asesino”) me deprimí terriblemente. Sentí que en ella había encontrado a mi última víctima, que jamás podría ser el mismo Rojo de siempre. Perdí mi mayor talento y al amor de mi vida en una misma noche. Sin embargo, hoy he decidido demostrarme que sigo conservando mi arte. ¡No me puedo rendir! En cinco pasos, acabaré con la vida de la hermosa mujer con la que estoy compartiendo la mesa. Y si no lo logro…me entregaré a la policía, o simplemente, me pegaré un tiro en la sien. Hoy me jugo todas mis cartas.
Paso 1: Reconocimiento del escenario
Son las siete de la noche en Starbucks de Primavera. Hay cámaras de seguridad y el local está repleto. Aparentemente sería imposible cometer un crimen sin ser descubierto. Sin embargo, existe un punto ciego, un espacio que no es detectado por el lente. A unos pasos a la derecha del lugar donde uno puede echarle azúcar a su bebida, cinco para ser exacto, podría volverme invisible para las pruebas de video. Debo aprovechar ese fallo de la forma más sensata y eficaz.
Paso 2: Detalles
Han pasado treinta segundos desde que me senté en la misma mesa de mi futura víctima y ni siquiera hemos vuelto a intercambiar miradas. Sin embargo, me acabo de dar cuenta de algo muy en particular…se toca repetidas veces su cachete derecho, al parecer tiene algún malestar.
- ¿La muela, verdad?
- Sí, contestó, después de absorber un poco de su bebida con su sorbete.
- Te acaban de extraer la muela superior derecha. Te han hecho un corte y te lo han suturado. En un par de días te quitarán los puntos. Haces bien en tomar bebidas heladas. Ayuda a calmar el malestar.
El gesto de sorpresa de mi víctima era único. Me había ganado toda su atención.
- ¿Cómo puedes saber con tanta precisión lo que tengo?, preguntó la mujer con una sonrisa.
- Soy odontólogo. Especialista en implantes, dije, mientras sacaba de mi billetera la tarjeta de un dentista que asesiné hace seis años.
La verdadera respuesta a la interrogante de la bella mujer, es bastante puntual. Al confirmarme que le molestaba la muela, pude percatarme de una pequeña imperfección al momento de abrir su boca, situando la lesión en la parte superior de su rostro. Por otro lado, cada vez que bebía su café helado, situaba el líquido en la parte derecha, como cuando uno se pone hielo a un golpe. Hasta ese momento me quedaban dos opciones, o le iban a extraer la muela porque le había empezado a doler, o ya se lo habían hecho. Y como no luce hinchada, en caso haya tenido una operación, ya debería de estar cerca a que le quiten los puntos. De ese modo, solo me quedaba arriesgarme. De una u otra manera podía seguir con mi farsa de dentista. Pero bueno, al parecer “La Muerte” quiere a esta mujer a su lado, y muy pronto. La suerte está por el momento a mi favor. Acerté de maravilla con el diagnostico, quedando como un experto.
Paso 3: Oportunidad
Su nombre es Valeria… y yo, para ella soy Javier Villalobos, un excelente odontólogo. Hemos estado conversando sobre su problema con las muelas. Todas les han crecido chuecas, empujando a sus demás dientes, es por ello la urgencia de que se le extraigan las cuatro. Ya le han quitado dos, pero el doctor que la he estado tratando, según ella, no está haciendo un buen trabajo. La operación le ha causado mucho dolor y se ha hinchado por días. Y cómo es obvio, he criticado a mil la labor de mi supuesto colega, alegando que podría operarla sin problema alguno, garantizando que no le dolería, debido a mi sistema de radiografía tridimensional, que me permitiría examinar los cortes necesarios por hacer, evitando que me tope con algún nervio.
- Sería bueno que bebas otro frapuccino para que el frío ayude a calmar tu malestar. Déjame invitarte uno.
Me había ganado su simpatía. Y sobre todo, hecho gala de mis cuatro supuesta clínicas en Lima. Un hombre bastante interesante. ¿Por qué no aceptar un café? Sé que debe pensar que por algo el destino nos ha tenido que juntar. El romanticismo de las mujeres puede hacerlas caer en las garras de un verdadero lobo feroz.
- No gracias. De verdad estoy bien.
- Bueno, entonces yo iré a pedirme un café. Ya regreso. ¿Me esperas unos minutos?
- Pucha, Javier. De verdad he disfrutado mucho conversando contigo, pero debo irme. Tengo un compromiso en casa de mi madre. No la veo hace un mes. Pero de todas maneras te estaré molestando en la semana. Ni fregando me vuelvo a operar con mi anterior dentista.
¡Crisis! Debo retenerla. ¡Si la maldita perra se larga del local, no podré cumplir mi cometido! ¡No puedo fallar!
- Solo diez minutos más. Es todo lo que te pido.
Valeria se puso roja y agachó la mirada. Pero al regresarla en mí, empleando un tono coqueto, dijo:
- Tendrás que darme una buena razón.
Sonreí al escucharla, la miré fijamente a los ojos, humedeciendo mi mirada con una expresión nostálgica. Siempre pensé que podría haber llegado a ser un gran actor.
- Para estos momentos, mi ex esposa se debe de estar casando con mi primo. Fui invitado a la boda, pero por obvias razones no fui. Solo intento distraerme un rato…Valeria, después de mucho, no me sentía tan bien hablando con alguien. Eres como un ángel. Solo regálame unos minutos más de tu tiempo para apagar mis penas con la dicha de tu mirada.
Silencio. El futuro de la vida de Valeria se limita a solo una respuesta. Dificil decisión. La pobre ignora que si no es más intuitiva, morirá de una forma espantosa. Vamos, equivócate una vez más. Acepta y abre las malditas puertas del infierno.
- Está bien, Javier…ve a comprar tu café. Te espero y conversamos unos minutos más. Llamaré a mi madre para decirle que llegaré un poco tarde, expresó Valeria con un tono muy dulce, tocándome el hombro para darme fuerza. Pobre…se tragó el cuento. No habrá un mañana para ella.
Paso 4: Ejecución
Me pedí un caramel frapuccino. Me dirigí al punto ciego de las cámaras de seguridad una vez que obtuve mi café, totalmente convencido de que jamás sería detectado, y con una hábil maniobra, introduje una pastilla en la bebida. Luego, saqué mi agenda, arranqué una hoja y empecé a escribir en ella por unos segundos. Luego, regresé a mi asiento. Valeria me esperaba.
Paso 5: Golpe de gracia
- He estado pensando todos estos minutos en qué decirte, así que espero que mis palabras logren animarte un poco, me dijo Valeria, apenas me senté en la mesa.
- Te escucho, contesté con desgano, fingiendo tener el corazón roto.
- Hace como seis meses terminé con mi novio, llevábamos casi como cinco años. Sé lo difícil que es romper una relación. Pero que quiero que sepas que la vida continúa. Siempre hay un camino…
Valeria tuvo que dejar de hablar, la muela le empezó a dolor.
- Bebe un poco de mi café helado, te hará bien, expresé con una sonrisa.
Valeria aceptó y empezó a tomarse mi frapuccino. Por mi parte, simplemente atiné a dejar sobre la mesa el papel que había escrito. Todo había terminado.
El diablo en el reflejo
Me miro al espejo. Ya no llevo el cabello teñido de castaño claro, ni los bigotes falsos como cuando conocí a Valeria. A punto de viajar a Ecuador, estoy en el baño del aeropuerto, reconociendo a la bestia de cuernos rojos. Me sonríe. No le temo. El diablo sabe que cuando nos encontremos cara a cara en el infierno, nos disputaremos el trono del más perverso.
He vuelto. Hace tres días asesiné a Valeria con éxito. En la bebida coloqué una pastilla de Jharir, un veneno de Afganistán, que se disuelve como un efervescente en los líquidos, produciendo en el cuerpo una insoportable dosis de adrenalina. Es por ello que un terrible infarto acabó con la vida de mi víctima. Lo más maravilloso y gráfico del asunto, es que cayó al suelo con el café, se rompió la cabeza y su sangre se mezcló con el dulce líquido, tiñendo de rojo la escena. Por mi parte, fingí estar preocupado ante el hecho, gritando por ayuda, y aproveché del tumulto de la multitud para desaparecer. Volverme una sombra y escapar de la escena del crimen. Pero a pesar de todo, sigo siendo una persona bastante sensible y detallista. La nota que dejé en la mesa de Starbucks, se lo dediqué a la madre de Valeria.
“De verdad lamento que su hija no pueda reunirse con usted hoy. Sé que es difícil perder a un familiar, pero déjeme decirle que gracias a la muerte de su niña, podré continuar con mi vida.
Pensé que mi labor como asesino había acabado, pero encontré a su hija y todo cambió para mejor. He sido bastante gentil con Valeria. Generalmente suelo ser más violento, frío, depravado al matar a una persona, pero con su hija fue distinto, ella merecía algo más sutil. Lo disfruté mucho, señora. Sobre todo al ver cómo se rompía la cabeza antes de morir y se desangraba mientras gemía de desesperación.
Postdata: Por el momento me tomaré unas vacaciones. A mi regreso, pasaré a visitarla para darle mi pésame. No se moleste en contratar seguridad ni dar mucha parte a la policía. De todas formas le romperé el cráneo y desparramaré sus sesos por su sala. Nos vemos. Le mando un beso y un abrazo. Mis más sinceras condolencias”.
Rojo
Jhonnattan Arriola Rojas
Toda una biatch ese Rojo, ehh.
ResponderEliminarHola Pequeña Biatch, gracias por tu comentario. Espero te haya gustado el post. Un abrazo.
EliminarPensé que no habría sangre, pero la caída debió haber sido buena, espero que la mamá de Valeria tenga una muerte más morbosa.
ResponderEliminarNi hao Jonathan. Ya extrañaba a rojo.
Hola Bellarte. Me alegra mucho volver a tener un comentario tuyo. Espero te haya gustado el post. Y descuida, la muerte de la madre de Valeria, será bastante ROJA. Un abrazo.
ResponderEliminarJhonnattan Arriola
A mí que me encantan los cafés helados, aún en invierno. Lo de la muela fue muy creativo.
EliminarGracias por lo de creativo, Bellarte. Se me ocurrió porque justo ese día me operaron de la muela.
EliminarPostdata: Concuerdo contigo con lo de los cafés helados.
Jhonnattan Arriola
Ha sido todo un detalle por parte de Rojo dejar a la madre sobre avisada...
ResponderEliminarBesos mentales.
Rojo está lleno de detalles, estimada Belleza Negativa. Es un personaje bastante sensible...sensible con la muerte. Espero te haya gustado el post.
EliminarUn abrazo
Jhonnattan Arriola
Tú me inspiraste a ser escritora, espero algún día llegar a escribir como usted, es un grande.
ResponderEliminarBesos y abrazos.
Hola querido Anónimo. Realmente valoro mucho tu comentario. Muchas gracias por tus palabras. Me gustaría saber tu nombre para agradecerte mejor. Un abrazo.
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