miércoles, 28 de septiembre de 2011

Rojo: La novia del asesino

- ¡Qué lindo! ¡Una sorpresa para mí!, expresó Tamara. Su voz se oía tan tierna, mi piel se ponía de gallina al imaginarla cerca. A pesar de estar hablando por teléfono, bastaba con cerrar los ojos para poder sentirla a mi lado y empezar a oler su aroma.  

- Sí, te espero a las ocho en punto en mi departamento, mi amor. Te morirás de la impresión, ya verás, contesté, mientras observaba de reojo a mi fiel compañero de batalles reales e imaginarias. Un cuchillo de acero…un arma blanca cuyo pasado es sumamente sangriento.

No sé qué diablos me pasa. Después de regresar a Perú de mi viaje a Madrid, en el cual aproveché para asesinar a Ignacio (Revisar el post “Rojo: Un asesino vive en mí”), conocí a Tamara Guerra en una librería. Desde que la vi por primera vez, revisando la novela “Memorias de un viejo sueño”, me impresionó su belleza y aprovechando mi nueva identidad, un novel escritor, comunicador de profesión, decidí impresionarla con una creativa plática, la cual terminó en un café miraflorino y en un intercambio de números celulares. Mi primera intención era llevármela a la cama, hacerle el amor más de cincuenta veces y asesinarla hasta el punto de ver sus ojos saltar de su cara, pero no fue así. Han pasado ya dos meses, nos hemos vuelto enamorados y desde entonces, no he cometido ningún crimen. Debo confesar que hasta me estoy acostumbrando a llamarme Richard Devoto, y a vivir feliz fingiendo una vida de mentiras.

La primera en  mi lista:

No puedo evitar recordar la primera vez que asesiné a una mujer. No tiene punto de comparación. Si verlas gritar de placer es excitante, de dolor, es mucho más erótico… Bueno, a esta víctima la conocí por el nombre de Sofía, era una prostituta. Dos veces por semana iba a visitarla, me costaba bastante caro, pero valía la pena. Le pedía que me llamara, mi amor, y que me besara. Lo hacía bastante creíble.

Tenía apenas dieciocho años cuando llegué a su vida. Inmaduro e iluso, me enamoré de ella. De su buen sexo y de sus historias de amores en olvido. Incluso una noche llegué a decirle que la amaba, que se largara conmigo. A mi corta edad tenía un buen trabajo, era un prometedor sicario con una exclusiva cartera de clientes. Muchas personas desean la muerte de otras, y como es obvio, si para algo era bueno, era para acabar con cucarachas despreciables que no merecían ni un mínimo porcentaje de piedad. Pero lastimosamente Sofía se burló de mí, pensó que estaba bromeando, y de forma hiriente, me dijo que jamás se fijaría en alguien como yo, un chiquillo con trastornos mentales.  Esa misma noche le abrí el pecho  y dejé en el sangriento orificio, una nota bastante sentida:

Amo mucho a mi madre. Anónimamente  siempre le envío miles de dólares para que tenga una buena calidad de vida. Pensé que nunca le haría daño a una mujer, que solo asesinaría a viejos roñosos y asquerosos, pero no, ya no será más así. Ha nacido en mí un apetito sangriento por las mujeres. Me he sentido en el paraíso al ver su sangre saltar de su pecho. Una vez  escuché que uno muere como lo que es. Sofía murió como puta. La amé, pero hoy, también la odié.

Rojo

Las diez de la noche:

Recibí a Tamara con rosas, le había preparado una cena romántica de lujo, con velas rojas, música de fondo y una costosa botella de vino. Sentía ganas de engreírla, de hacerla sentir princesa, y afortunadamente, lo conseguí. A las ocho y cuarenta terminamos de cenar, y a las nueve, ya nos estábamos revolcando en mi cama, teniendo sexo como dos animales salvajes. Nos llevamos muy bien en todo sentido, y en el sexo, ni qué decir. Nos acariciábamos hasta con la mirada.

- Me encanta cuando te pones así conmigo, cuando pierdes el control, dijo Tamara, con  un tono entrecortado, totalmente desnuda, a mi lado, observándome detenidamente y acariciando mi pecho mientras yo, fumaba un cigarrillo.

Me siento intranquilo, inseguro, nervioso. ¡Qué me pasa! Yo no soy así, debería estar estrangulándola, pero solo pienso en besarla y hacerla mía. Estoy con la soga al cuello. Ella está enamorada del personaje que he creado, no de mí, un desalmado asesino. Mientras yo, no dejo se suspirar por lo linda persona que es.

- Créeme, no creo que te guste cuando pierdo el control. Me vuelvo un asesino, contesté con una sonrisa en el rostro.

Tamara me sonrió de lado y me dio un dulce beso en los labios.

El tiempo pasó y mi chica se quedó dormida. Aproveché para salir a caminar un rato. A tomar un poco de aire y a pensar con claridad. Después de una hora de divagar en mi inconsciente, llegué a un acuerdo conmigo mismo. Ya no tiene caso negarlo más. Estoy enamorado como un loco. Quiero a Tamara, me hace muy feliz estar a su lado, digamos que es la terapia que nunca tuve. Pero, ¿cómo confesarle que no soy un novel escritor, que no me dedico a las comunicaciones y que soy Rojo, el asesino en serie más buscado en todo el mundo? No creo que lo entienda. No puedo confiarle mi secreto, sería muy peligroso. Si bien es cierto soy un sicario retirado, aún sigo asesinando por placer, digamos que para mantenerme en forma. Pero afortunadamente, tengo miles de contactos y no me será difícil falsificar todos los documentos necesarios para vivir el resto de mis días como Richard Devoto. Y quien sabe, quizá hasta me anime a escribir  un libro de verdad.

Sin embargo, al regresar a mi departamento, di con la sorpresa que la luz de mi habitación estaba encendida. Al entrar a ella, encontré a Tamara vestida y con algunas de mis identificaciones en sus manos y con la mirada negra, producto del llanto y del rímel corrido.

- ¿Quién mierda eres?, preguntó con temor, pero sin dejar de mirarme fijamente, dejando caer al suelo las pruebas de mi falsa identidad.

Empecé a llorar a mares. Sabía lo que vendría después. No nos esperaba un buen final. Esta noche sería roja y sangrienta.

- Nunca debiste revisar mis cajones. Es algo que no se debe hacer con nadie, no tenías derecho a violentar mi intimidad. Pensé en empezar una vida distinta a tu lado, pero ahora ya no me queda más alternativa.

- Tienes razón, ya no nos queda más ¡Me largo de tu apartamento!, exclamó alterada, dispuesta a partir.

Apenas pasó por mi lado, la tomé con fuerza de la muñeca y la giré hacia mí.

- No te preocupes, mi amor. Solo te dolerá un poco. Es mejor que no grites, de todos modos nadie vendrá ayudarte. Pero digamos que mientras no hagas bulla, no liberarás a mi demonio y te mataré rápido, pero si haces escándalo, no podré evitar desear más de tu locura, y te despellejaré hasta sentirme satisfecho de tu carne.

Lamentablemente, Tamara aulló como loba en celo. Nunca había llorado mientras cometía un asesinato. Una mezcla perfecta de tristeza y placer. Golpee brutalmente a mi amada hasta dejarla totalmente aturdida, casi sin reacción, y finalmente me dediqué a despellejarla con mi afilado puñal. Su piel olía delicioso. 

Antes de huir de la escena del crimen, desalojando el lugar con todas mis pertenencias,  dejé una nota en su cadáver. Un escrito que jamás podré sacar de mi mente.

Nunca pensé que la nostalgia y la locura se podrían mezclar de forma tan perfecta. Me enamoré perdidamente de esta mujer y hasta su último instante, le dije que la amaba. A veces quisiera despertar una mañana y ser otra persona, un doctor, un ingeniero, o un escritor. Sin embargo, al mirarme al espejo, siempre doy con el mismo sujeto. Un asesino que no dejará de ser adicto a la muerte de los demás y al sufrimiento. Perdóname, Tamara. Te mando un beso, mi amor.

Rojo

Jhonnattan Arriola


domingo, 25 de septiembre de 2011

Frío Capitán


Yo no tengo nada más sensato que decirte, solo tengo arpegios y muchas chapitas de colores guardadas en mis bolsillos, para que puedas llenarlas de arenas y jugar con ellas en verano en medio de un atardecer y escuchando el armónico oleaje del mar.

Cómo pretendías que no te mirara de reojo, cuando lo único coherente que atinaba a hacer era flechar mi mirada en tus errores, tus manías y en tu blanco y negro, qué fácil era para ti poner el acelerados y dejarme varado acá en medio de una carretera fuerzas y sin dirección.

Pasaba por aquí para dejarte tus discos y también tus domingos malhumorados, no hay mucho que decir, por eso solo he metido  en esta bolsa lo más hermoso que me diste, para que cuando tenga ganas de extrañarte solo me quede el vacío.

No quiero ni tus aromas, ni tus sonidos y mucho menos tus reproches, de esos tengo lleno mi armario y mis marcas en la piel, qué fácil es herirnos y después mirarnos como si fuéramos parte de una misma película en donde los protagonistas nunca hemos sido nosotros y en donde el final siempre ha estado marcado por la incertidumbre.

Incertidumbre de saber qué pasará después, incertidumbre de saber quién será el guionista de la próxima temporada e incertidumbre de entender la complejidad de esta historia sin inicio, sin nudo, solo con un desenlace predecible, intocable.

No sabía de qué manera empezar a tratarte, quería escupirte de cuándo en cuándo, pero tenía miedo a que me señales, a tu reloj, a mi tiempo, al calendario, tenía la necesidad de  tachar más días, pero me había dado cuenta que desde ese día, gran parte de mi vida estaba marcado por tu silencio y aún ahora que los días pasan como fantasmas sin sombras, sé que después de  cuatro años, la sensación a nostalgia tiene el mismo sabor agridulce, es así que en noches como estas, entiendo que después todo, no siempre es bueno estar solo.

JA-JA.JÁ
Qué sencillo es llenarte de palabras bonitas y coordinadas armónicamente por versos simultáneos y ridículos, cuando lo único real en esta historia es que atrás se quedaron nuestras tardes de algodón dulce, nuestros sueños de recorrer el mundo y sobretodo nuestro pacto de hermandad.

Te escribe Frío, el mismo frío que dejaste cuando torpemente optaste por decir tanta inocuidad un diciembre nocturno y sobre una banca manchada de plumón y dudas.
Para ustedes es sencillo tirarse al suelo y sentirse las víctimas de los melodramas creados por sus mentes egoístas y egocentristas. Sí, porque es mucho más fácil, culpar al otro de sus tristezas y de todo el cúmulo de pesares que los envuelve por su gran idiotez.

Muy bien Capitán América, ahora soy yo la que escribe, me cansé de ser siempre la imagen nefasta del capítulo de tu historia, la villana siempre yo, la que dejó las piedras en tu camino, la que se llevó tu aire, tu música y tu tan patética vida. Exacto, esa es la definición y sabes por qué, porque representas a todo ese mundillo de víctimas de sus impulsos y torpezas.

Eras mi Capitán América, ¿recuerdas? El que me salvaba del enemigo, el que podía convencer a papá de las salidas hasta tarde, el que me cuidaba de mis excesos etílicos, a quién llamé dos horas antes para que compré una orquídea y sea mi pareja de promoción, al quién podía pedirle consejos de macho alfa. Tú  siempre eras la imagen masculina que representaba al hermano que nunca tuve, con el que pude entender la complejidad y belleza del cuerpo masculina desnudo  y sobretodo al quién siempre podía acudir cuando algún foráneo o foránea se llevaba parte de mi corazón.

Siempre escriben de lo trágico que es para alguien enamorarse de un amigo o amiga, de lo devastadora que puede llegar a ser la situación, pero ahora yo te pregunto Capitán, alguna vez han pensado en lo que puede suceder con la otra parte, por alguna vez en tu cabeza se ha cruzado la idea de cómo es que se siente uno cuando la persona que más amas, sí porque a los amigos los amas también, te ve de una manera diferente que implica lo corporal, sensorial y lo espiritual, déjame intuir tu respuesta. NO.

Esa noche fue complicada desde su origen, tú no dejabas de besar a Fabiana y probablemente ella no dejaba de mirarme. No es que pretendiera jactarme de algún sex-appeal binatural, pero quizás fue eso lo que empujó a tu orgullo de hombre capaz e irresistible, pues claro que sí, de hermoso y atractivo tenías todo el abecedario, pero de amigo y hermano tenías mucho más.

Te acercaste, me besaste y en un susurro dilatado Un te amo, te extraño, te sueño, me gustas  se hicieron ecos irritantes que se apoderaron del lugar, por un momento pensé que era trago de más que estaba invadiendo tu cabeza en desequilibrio, no siempre se cumplen 23 años, te regalan un auto y te dicen que en siete días un vuelo te llevará hacia un lugar que ni tú ni yo sabíamos que podía existir.

Fue extraño que hicieras eso, pero mucho más difícil fue entender todo lo que vendría después, nos habíamos acostumbrado a jugar a los siete errores y este era el más grande, éramos hermanos ¿recuerdas? ¿Cómo pretendías que vea algo diferente en ti? Cómo era posible entender que ocho años de amistad estaban enjaulados en un sentimiento que sólo tú creaste en tu cápsula de Capitán.

Y ahora, ¿qué? Hemos pasado de ser hermanos a ser los personajes oscuros de tu historia en donde la victimaria siempre he sido yo, pero quieres saber algo, por las noches extraño colgarme de tus brazos y correr por parques, comer chocolates y que me cuides de mis errores comunes. Hace mucho que cientos de foráneos se han llevado mi corazón en desequilibrio y no hay nadie que alivie mis Fríos.

Sí, te escribe Frío y aunque no lo quieras, extraño ser luciérnaga e iluminar tus noches en sombras, existe la otra parte, esa que nunca toman en cuenta, esa que queda como la mancha en la historia de muchos, pero sabes algo.

Sí, estoy cagada/ Nos re-cagamos/ Pero déjame pensar que te cagué más.


Jennyffer Salazar



miércoles, 21 de septiembre de 2011

Mas allá de toda pena, siento que la vida es buena.

A veces debemos enfrentar a esos mounstros internos, se supone que eso es lo correcto, “lo que deberíamos”. Pero no siempre hacemos lo que es está bien.

Una, porque no podemos y otras, porque nos acostumbramos a vivir jodidos y al final nos termina gustando.
Pero son temores, son traumas, son mounstros. Es condena, está mal y no te dejará tranquilo
¿Qué tanto podría aguantar así una persona?





  Rompieron mi ternura, descocieron mi cuerpo.

Quebraron la inocencia de un niño,
-que aun sigue aquí.-

El instante interminable se acurruca en mis ideas.
-Se acomoda en mi demencia. -
Me obsesiona a seguir sintiendo, a seguir expuesto.

Pregúntale a mis paredes cuantas veces convulsionó mi alma.
Cuántas veces canto mi voz para que no canten ellos.
Cuántas veces mis rumores no salieron de mis labios.

Todos los rostros doblados cubren mi memoria como máscaras que por las noches solo me espantan.
Indescifrables palabras, risas burlonas, miradas macabras.
Todos los sucesos, son espectáculos para la sed de mi historia.
- el silencio es cierto por eso callo. –


Algo siempre cayó en silencio, como caen los pájaros que mueren en el jardín de la abuela.
Como murieron mis ojos al pulverizarse cuando me miraban otros.
Puedo recordar lo irrecordable y extraviarme entre puentes.
Voces perdidas, sonidos que atormentan, ecos que aun se escuchan en el torbellino que se formó en mis oídos.

Mi alma aun no vuelve a la memoria de mi cuerpo, memoria expuesta a la perdición.
Mis dibujos emparedados, mis monstros inmortalizados tiemblan al verme…
Como el reflejo de los ojos atrapados en las lágrimas que nunca salieron.

Mi sombra deambula por las paredes de mi casa, esperando lo imaginable, esperando lo indeseable. Y se aferra a los reflejos como las palabras lejanas que se apoderaron de mí.

Siento como si hubiera nacido muchas veces, pero como si hubiera sufrido el doble, como si me han educado para saber vivir la muerte.

¿A dónde llevaron mis sueños?
Volaron como pájaros despavoridos ante el terror de lo inexplicable.
Ante el miedo de la noche que sufre.
Gritaron como los condenados a no usar la voz.
Mis sueños son como niños ancianos, siguen siendo los mismos de ayer, los mismo de hace 11 años.


Me alimente de instantes, porque me perdí en el tiempo, entre lo que creo y lo que sí quise creer, entre lo que no es y lo que nunca fue.


Alma desolad, alma despavorida.
Vuelve al cuerpo huido. Sal del tiempo perdido.
Has el llamado,
vuelve al nunca y sale del siempre.




"Mas allá de toda pena, siento que la vida es buena"

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Puta madre, soy su amigo

Hoy quiero despegarme del tan peculiar estilo que tenemos en el blog al escribir nuestras historias, y por primera vez dirigirme directamente a todos ustedes. Sí, tú, que estás frente a un monitor leyendo estas palabras. La verdad, necesito tu ayuda.

Durante semanas una pregunta ha estado rondando por mi cabeza. Intenté encontrar una respuesta interrogando a mis amigos más cercanos y a las personas que se sentaban junto a mí en el micro. Al parecer no es tan fácil como muchos dicen que lo es.

Pero para que entiendan a qué me refiero permítanme contarles un pequeño episodio.

Íbamos a una velocidad prudente, dejando que nuestros rostros se llenaran de la brisa generada. Llegamos al parque, dejamos a un costado las bicicletas, ella sacó de su mochila una botella de ron y yo, una cajetilla de cigarrillos que robé de la cartera de mi ex enamorada.

 - ¡Salud! – Me dijo mientras tomaba un sorbo.

Yo le sonreí y con una sonrisa algo confundida, le ofrecí un cigarrillo.

- ¿Qué pasa? ¿Por qué me miras así? - Me preguntó mientras dejaba caer su exuberante cuerpo en el pasto.

- (Me río) No por nada, nunca te había visto chupar de pico. – le contesté mientras juntaba mi cabeza con la suya.

- Anda huevón, peores cosas he hecho contigo – soltó una carcajada y continuó – Además no tengo roche de nada. Ya me conoces.

Y sí. Sí la conozco y demasiado bien. Sé que odia los lunes porque le parece que son martes, el día que su enamorado de 3 años terminó con ella. Ama comer margaritas pero odia las espinacas. Ama a los animales y por ello muchas veces quiso volverse vegetariana, pero su obsesión por la Pachamanca ayacuchana la ha hecho renunciar más de una vez a su imposible objetivo. Colecciona, hace más de cinco meses las cartas de su admirador secreto, y aunque ella no quiera admitirlo, sé que muere por averiguar de quién se trata. Y tampoco pienso confesarle que semana tras semana dejo cartas bajo su puerta declarando mi amor hacia ella.

Sí, sí, tienen razón. Es muy común que en relaciones de amigos (mejores amigos, para especificar) siempre nazca ese bichito que intente involucrarnos en una relación, pero qué podemos hacer… lamentablemente nada. La amo y esperaré el momento indicado para cambiar de dirección nuestro destino.

- Oye qué pendejo eres para sacarle los cigarros a tu flaca… - me dijo con una risa burlona.

- Ex. Ex flaca, no te confundas – le dije mientras saboreaba el tabaco.

- ¡Bah! Es lo mismo querido – se levantó, se volvió a echar, esta vez encima de mi cuerpo y levantó la mirada – Verdad, hace tiempo que terminaron y nunca me contaste cómo fue…

- Y tampoco te quiero contar, fue algo muy estúpido lo que me dijo. El típico floro…

- ¿Y esta vez cuál fue? – me preguntó riendo.

- Me dijo que me veía solo como su amigo – La aparte de mi lado, arranqué un poco de pasto y lo arrojé demostrando que mi orgullo había sido dañado, más no mis sentimientos amorosos.

Apoyó su cabeza sobre mi hombro.

- La entiendo, pasa con frecuencia – me dijo y tomó otro sorbo de ron - ¡Ay, las mujeres somos impredecibles!

- ¡Por supuesto que lo son! ¿No se supone que si son amigos, se conocen mucho más el uno del otro y algo bonito puede nacer de eso?

- ¡Qué hablas! Para mí es todo lo contrario, por ejemplo, yo nunca en la vida podría ser tu enamorada porque conoces todo de mí. ¡TODO! Y no, no, así no se podría. Como amigo estás bien, como enamorado, quizá un poco peligroso.

#$%&/()=!!!!!!

Así le puso punto final a algo que ni siquiera tenía un párrafo inicial. Fui a mi dormitorio, cogí las cartas que tenía preparadas para ella y las tiré sin remordimiento alguno, aunque antes de hacerlo copié algunas frases bonitas que habían nacido de mi inspiración. Quién sabe, quizá algún día las vuelva a utilizar, pero ese no es el punto en este momento. Yo solo quiero que me ayuden a resolver esta incógnita.

¿Es verdad todo esto? O es que me he topado con gente equivocada. Sí, sí, nuevamente creo intuir lo que estás pensando, que cada persona tiene una forma distinta de ver las cosas, pero a mí todo esto me parece inadmisible. O quizá yo sea el del error. No sé qué pensar, no sé exactamente en qué creer. Es por ello que pido auxilio, tal vez tú tengas una mejor respuesta.

Capaz de entender una situación a fondo,
Es similar a la verdad que profundiza una similitud extraña…