Tenía 16 años cuando en cuarto de secundaria ingresé al colegio Santa Rosa de los Mares. Era el nuevo del salón y por ende, tenía que acostumbrarme por mucho tiempo a la soledad, a una que otra burla y a sentirme ignorado al escuchar los planes de todos mis compañeros.
Al cabo de unos meses, por fin tenía nuevos amigos, me sentía incluido y apreciado, sobre todo por Carmen, la pequeña y deliciosa Carmen. No pasó mucho tiempo para que nos convirtamos en lo que se dice “mejores amigos”. Andábamos de un lado a otro, conversábamos en las madrugadas y sabía tanto de mi vida, como yo, la de ella.
Pero quizá se me olvido un pequeño detalle, nunca le mencioné que yo la miraba con otros ojos, ojos de deseo, de hambre, de querer llevármela a la cama y hacerle infinidades de cosas que se retuercen en mi imaginación. Y aunque a veces era más que obvio, ella nunca se daba cuenta o – en el mejor de los casos – no quería darse cuenta, puesto que mi mirada bailaba sobre su cuerpo morbosamente cada vez que venía hacia mí y me daba un fuerte abrazo.
Un día – como cualquiera – estábamos viendo una película, si mal no recuerdo era Shrek (un ogro maricón que nunca pudo encargarse de sus asuntos por sí solo). Rato después, cuando quise dirigirme hacia ella, estaba dormida. Indefensa. Y ahí estaba yo. Mirándola nuevamente. Poco a poco fui acercándome a su cuello para olerla y ella empezó a suspirar. No tenía claro si seguía dormida o ya estaba despierta, pero continué. Besé su mejilla y deslicé mi mano suavemente por su cintura, hasta llegar a la altura de sus senos. Repentinamente, se escuchó un fuerte golpe en la puerta de su casa. Su papá había llegado y ambos saltamos de la cama.
Al día siguiente en el colegio, me saludó como si nada hubiese pasado. Sin embargo me recibió con una noticia que no esperaba.
- Oye, Luis. No sabes. Ayer fue Raúl a mi casa, estuvimos conversando y fuck no sé cómo pasó pero empezamos agarrar.
- ¿Agarraron? – le dije exaltado y furioso.
- Sí, y luego me dijo que siempre le gusté y ese floro que siempre te meten.
- ¿Y qué le dijiste?
- Me quedé callada, y luego me dijo para estar…
- ¿Y? ¿Qué pasó? No te quedes callada.
- Y ya pues. Le dije que sí.
Y así fue, mi mejor amiga ya tenía un nuevo enamorado, el mismo día en el que casi juguetea conmigo. En fin, no le di mucha importancia. Algún día terminarán y volveré a tener otra oportunidad – pensé.
Sin embargo, dicha oportunidad estuvo más cerca de lo que imaginaba. En el recreo, Carmen se acercó a mí y me dijo al oído: Por qué no vienes a mi casa hoy a las 4, mis papás trabajan y Raúl no vendrá.
No debía extrañarme, total, iba seguido a su casa, pero el tonito que utilizó para decírmelo fue el indicado para agitar todo mi cuerpo. Por supuesto que iré, le dije. Y me dirigí al baño.
Esa tarde, a las 4:01 pm estaba tocando el timbre de su casa. Abrió la puerta y lucía una minifalda que contorneaban perfectamente sus piernas, más un polo delgado blanco, casi transparente.
Me hizo pasar directo y erecto a su cuarto. Mientras caminaba, imaginaba cómo sería el momento cuando lleguemos. Prenderíamos la tele, pondríamos cualquier película y un rato después, vendría la diversión.
Y todo se cumplió, y en el mismo orden. Ambos nos besábamos como si fuera la última vez que besaríamos a alguien, mi mano derecha bajo su polo indicaba que ya estaba en la segunda base y que tenía el control de la situación. Sin embargo, al poco rato, ella retiró mi mano y me dijo:
- Oye, tú solo quieres… eso… conmigo ¿no?
- ¿Ah? A qué te refieres – extrañado protesté.
- A que tú solo vienes a mi casa para aprovecharte de mí. Y luego, seguro irás a contarles a tus amigos lo que haces conmigo.
- ¡¿Qué?! Espera, ¿me estás diciendo pendejo siendo tú la que tiene enamorado y aún así me dices para venir sabiendo lo que puede pasar?
- ¿Sabiendo lo que puede pasar? ¿Me estás diciendo puta? Sabes qué Luis, lárgate de mi casa en serio. No quiero volver a verte.
Cogí mis cosas y salí, pero confundido, muy confundido. No sabía exactamente lo que había sucedido. De un momento a otro estábamos bien, ambos disfrutando de nuestro morbo, pero de la nada, todo cambió. Ella cambió. Yo estaba consciente de que hacíamos mal pero ella inició todo. No podía desaprovechar la oportunidad.
Pasaron los días y no hablábamos. La extrañaba, pues, a pesar de todo era mi mejor amiga. Decidido, me levanté de la carpeta, fui hasta su asiento y le dije: Necesitamos hablar.
Se levantó y me dirigió hacia el fondo del salón.
- ¿Qué quieres? – me dijo
- Quiero que me expliques bien lo que pasó el otro día
Ella soltó unas lágrimas y dijo:
- Luis cómo es posible que nunca te hayas dado cuenta. Tú siempre me gustaste, estaba enamorada de ti. Nunca estuve con Raúl, todo fue una mentira para saber si sentías algo por mí, y esperaba a que me dijeras algo, pero no hiciste nada. Solo fuiste a mi casa dispuesto a tirar conmigo sin importarte nada. Es por eso que ya no quiero que estés más cerca de mí, porque ya vi cuáles son tus verdaderas intenciones.
Quedé mucho más confundido. Mi mejor amiga estaba enamorada de mí y yo sin saberlo, solo quería acostarme con ella.
Quisiera saber cuál fue mi error. O, cuál fue su error. Busco las respuestas de esas interrogantes. Y hasta ahora, no las encuentro.