sábado, 16 de octubre de 2010

Amo odiarte

Autor invitado: Franco Figari
http://d-generacion010.blogspot.com/

Tu sola presencia me desanima, tu sombra oscurece más mis días. Quisiera que desaparezcas o que simplemente no existieras, pero sé que siempre estarás a mi lado. Te odio por fingir ser quien no eres, por engañarte a ti misma, por negarte a ser feliz.

Te odio porque me dejaste solo, porque te fuiste, porque siempre creíste que todo estaba perdido, porque me dejaste el corazón herido. Odio que te miren, que te adoren, que te mimen, que ya no me desees, que me esquives la mirada y que me hagas sentir que no valgo nada.

Todos tus factores alteran mi producto, el fuego de tus ojos, el rojo de tus labios, la pasión de tu sonrisa, tus cabellos de oro. Todas tus gracias ya no son mías, ahora pertenecen al viento, a la nada, a la noche fría, al destino errado, a mis antiguos amigos, al hijo del vecino, a todos, menos a mí.

Odio que no me hagas caso cuando te hablo y que me hayas dejado de lado y solo aquella noche. Te odio por creer que has madurado y apenas te vuelvo a ver sé que sigues siendo tan solo una niña. Te odio por quitarme tanto tiempo, tanto aire, y dejar mi corazón nublado que ni el día más soleado podría darle brillo.

Odio tu caminar sin fin que nunca me llevó a ningún lugar, tu exuberante figura que sólo hacía que me perdiera entre tus curvas, tu forma al caminar y esos grandes pasos que dabas por la calle, como si te comieras al mundo, cuando en realidad lo único que te importaba era que te miraran.

Odio tu extraña forma de ver las cosas, sé que para ti todo es tan simple que hace que me compliques más la vida. Odio tratar de entenderte y matar mis noches sin sueño dejando de lado todo para pensar en quien realmente eres. Sigo aún buscando alguna pista, pero cada vez que me acerco cambias de improviso y haces que la magia fluya de nuevo.

Te odio por jugar conmigo y hacer trampa siempre que quise creerte. Te odio por mentirme y contar a los demás historias que nunca existieron. Te odio tanto porque me convertiste en un mentiroso que escribe esta carta y se odia a sí mismo por hacerlo.

domingo, 10 de octubre de 2010

Mis miradas, mis intenciones

Tenía 16 años cuando en cuarto de secundaria ingresé al colegio Santa Rosa de los Mares. Era el nuevo del salón y por ende, tenía que acostumbrarme por mucho tiempo a la soledad, a una que otra burla y a sentirme ignorado al escuchar los planes de todos mis compañeros.

Al cabo de unos meses, por fin tenía nuevos amigos, me sentía incluido y apreciado, sobre todo por Carmen, la pequeña y deliciosa Carmen. No pasó mucho tiempo para que nos convirtamos en lo que se dice “mejores amigos”. Andábamos de un lado a otro, conversábamos en las madrugadas y sabía tanto de mi vida, como yo, la de ella.

Pero quizá se me olvido un pequeño detalle, nunca le mencioné que yo la miraba con otros ojos, ojos de deseo, de hambre, de querer llevármela a la cama y hacerle infinidades de cosas que se retuercen en mi imaginación. Y aunque a veces era más que obvio, ella nunca se daba cuenta o – en el mejor de los casos – no quería darse cuenta, puesto que mi mirada bailaba sobre su cuerpo morbosamente cada vez que venía hacia mí y me daba un fuerte abrazo.

Un día – como cualquiera – estábamos viendo una película, si mal no recuerdo era Shrek (un ogro maricón que nunca pudo encargarse de sus asuntos por sí solo). Rato después, cuando quise dirigirme hacia ella, estaba dormida. Indefensa. Y ahí estaba yo. Mirándola nuevamente. Poco a poco fui acercándome a su cuello para olerla y ella empezó a suspirar. No tenía claro si seguía dormida o ya estaba despierta, pero continué. Besé su mejilla y deslicé mi mano suavemente por su cintura, hasta llegar a la altura de sus senos. Repentinamente, se escuchó un fuerte golpe en la puerta de su casa. Su papá había llegado y ambos saltamos de la cama.

Al día siguiente en el colegio, me saludó como si nada hubiese pasado. Sin embargo me recibió con una noticia que no esperaba.

- Oye, Luis. No sabes. Ayer fue Raúl a mi casa, estuvimos conversando y fuck no sé cómo pasó pero empezamos agarrar.

- ¿Agarraron? – le dije exaltado y furioso.

- Sí, y luego me dijo que siempre le gusté y ese floro que siempre te meten.

- ¿Y qué le dijiste?

- Me quedé callada, y luego me dijo para estar…

- ¿Y? ¿Qué pasó? No te quedes callada.

- Y ya pues. Le dije que sí.

Y así fue, mi mejor amiga ya tenía un nuevo enamorado, el mismo día en el que casi juguetea conmigo. En fin, no le di mucha importancia. Algún día terminarán y volveré a tener otra oportunidad – pensé.

Sin embargo, dicha oportunidad estuvo más cerca de lo que imaginaba. En el recreo, Carmen se acercó a mí y me dijo al oído: Por qué no vienes a mi casa hoy a las 4, mis papás trabajan y Raúl no vendrá.

No debía extrañarme, total, iba seguido a su casa, pero el tonito que utilizó para decírmelo fue el indicado para agitar todo mi cuerpo. Por supuesto que iré, le dije. Y me dirigí al baño.

Esa tarde, a las 4:01 pm estaba tocando el timbre de su casa. Abrió la puerta y lucía una minifalda que contorneaban perfectamente sus piernas, más un polo delgado blanco, casi transparente.

Me hizo pasar directo y erecto a su cuarto. Mientras caminaba, imaginaba cómo sería el momento cuando lleguemos. Prenderíamos la tele, pondríamos cualquier película y un rato después, vendría la diversión.

Y todo se cumplió, y en el mismo orden. Ambos nos besábamos como si fuera la última vez que besaríamos a alguien, mi mano derecha bajo su polo indicaba que ya estaba en la segunda base y que tenía el control de la situación. Sin embargo, al poco rato, ella retiró mi mano y me dijo:

- Oye, tú solo quieres… eso… conmigo ¿no?

- ¿Ah? A qué te refieres – extrañado protesté.

- A que tú solo vienes a mi casa para aprovecharte de mí. Y luego, seguro irás a contarles a tus amigos lo que haces conmigo.

- ¡¿Qué?! Espera, ¿me estás diciendo pendejo siendo tú la que tiene enamorado y aún así me dices para venir sabiendo lo que puede pasar?

- ¿Sabiendo lo que puede pasar? ¿Me estás diciendo puta? Sabes qué Luis, lárgate de mi casa en serio. No quiero volver a verte.

Cogí mis cosas y salí, pero confundido, muy confundido. No sabía exactamente lo que había sucedido. De un momento a otro estábamos bien, ambos disfrutando de nuestro morbo, pero de la nada, todo cambió. Ella cambió. Yo estaba consciente de que hacíamos mal pero ella inició todo. No podía desaprovechar la oportunidad.

Pasaron los días y no hablábamos. La extrañaba, pues, a pesar de todo era mi mejor amiga. Decidido, me levanté de la carpeta, fui hasta su asiento y le dije: Necesitamos hablar.

Se levantó y me dirigió hacia el fondo del salón.

- ¿Qué quieres? – me dijo

- Quiero que me expliques bien lo que pasó el otro día

Ella soltó unas lágrimas y dijo:

- Luis cómo es posible que nunca te hayas dado cuenta. Tú siempre me gustaste, estaba enamorada de ti. Nunca estuve con Raúl, todo fue una mentira para saber si sentías algo por mí, y esperaba a que me dijeras algo, pero no hiciste nada. Solo fuiste a mi casa dispuesto a tirar conmigo sin importarte nada. Es por eso que ya no quiero que estés más cerca de mí, porque ya vi cuáles son tus verdaderas intenciones.

Quedé mucho más confundido. Mi mejor amiga estaba enamorada de mí y yo sin saberlo, solo quería acostarme con ella.

Quisiera saber cuál fue mi error. O, cuál fue su error. Busco las respuestas de esas interrogantes. Y hasta ahora, no las encuentro.




sábado, 2 de octubre de 2010

Mucho más que dos

Autora invitada: Patito

No sé por qué, pero estoy rechazando los brazos de Morfeo para escribirte esto.

La verdad no tengo, ni quiero decirte mucho. Debo de confesar que demoré días en escogerte como destinatario de esta carta.

Mi lista de indeseables se reduce hoy en unidad: Tú.

Mayra, Mayita, Toña… así te solían llamar ‘algunos’. Chata, cabello casi dorado gracias a la maravilla del tinte, sonrisa perfecta después de ser devota al dolor de la ortodoncia. Algo con que cautivar: senos de tamaño colosal, un solo error de la naturaleza: el perfil.

Te preguntarás cómo sé tanto de ti. Jamás nos hemos visto las caras, nunca hemos cruzado palabra alguna; sin embargo sí sabes de mi existencia, eso es lo peor. Yo te conozco más de lo que te imaginas, no quiero parecer una psicópata.

Apareciste en el momento equivocado, apareciste como un huracán que se llevó todo a su paso. Como en una telenovela mexicana, tú fuiste la única pieza que faltaba para construir un triángulo amoroso, o más o menos así lo recuerdo. No lo dudes, fuiste indeseable para mí desde ese momento. Te introdujiste en donde no te llamaban, fingiendo ser la amiga ‘paño de lágrimas’. ¿Siempre fuiste tan hipócrita, tan mentirosa? ¿Calculaste cada paso?

No sabía como podía estar pasándome esto, cómo pude repudiar con una intensidad que a alguien que en un principio fue desconocido. Me cambiaste, despertaste en mi algo que jamás busqué. Me llevaste a la cruda verdad, me quistaste la venda. Me quitaste la inocencia. No sé si lo querías, pero te ganaste todo mi desprecio.

Nunca sabré, cuál era ese bonus track que traías contigo, ese factor o factores que logran que ese ‘alguien’ volteara a mirarte mientras yo estaba distraída. No es envidia, todo el mundo tiene lo suyo.

Mi madre siempre me dijo que no maldiga a nadie, sin embargo cómo no hacerlo contigo.

Los tiempos cambian y las cosas con él, mi odio se ha transformado. Lo único que queda de una mezcla de malos sentimientos por ti, lo sintetizaremos: lástima. Porque sé que la persona que hace lo que tú me hiciste, nunca logrará ser feliz. La verdad no te lo mereces.

Ya no puedo, no quiero decir más. La vida da muchas vueltas. Solo espero nunca encontrarte por la calle, espero que esos amigos en común nunca nos junten sin saber lo que hay entre nosotras. Espero nunca necesitar de ti.

Por ultimo recuerda, que nadie sabe nada. Jamás sabrán quien serás para mí. Será nuestro secreto. Y así seguiré con mi vida, olvidando lo que pasó.

Hasta nunca.

Para ti con desprecio.