jueves, 11 de agosto de 2011

Dos pá ti


Que no despierten a la niña

Que no se depierte,

para que no se la lleve la muerte

que siga dormida la niña,

para aromatizarla con lirios frescos de mediodía.


Que permanezca dormida,

quedito a este soplo de miel y de mar.

dormida así, para besarla en la frente.

Dormida, no la despierten,

que así se muestra con vida,

y así no se le hunda la brisa del alma.


Que no se despierte,

que se ve más linda dormida.

que no se despierte,

así no notará cuando me vaya.


Para pá

Por ahí he sentido el aletear de luciérnagas opacas,

alumbrando un caudal de abrazos sumisos,

que atrapan, que engañan, que asfixian y que matan.


En medio de su aleteo sincronizado,

aterrizo en esta batalla campal y me he reflejado sin sonrisa y sin

prisa, sólo con un sabor a nostalgia que corroe miles de

recuerdos, cientos de distancias despejadas y aisladas.


Anacoreta, te has ido por rutas foráneas y desiertas,

yo me he quedado en mi circunstancia,

de aquí no me mueve nadie y eso destiñe.

Nadie te busca, por eso nadie te encuentra y eso cansa, eso arrastra.

Jenny Salazar



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