Nadie dijo que vivir sería fácil, nadie dijo que ser mujer fuera fácil, y mucho menos crecer y darte cuenta que no te gustan los chicos, sino todo lo contrario. En conclusión: Vivir y afrontar no es cosa fácil.
Abrí
los ojos, y como una fotografía, un escrito que decía:”Yo cuido tu sueños, mi
pequeña”.
Melissa (en ese entonces mi novia) había tomado un pincel y había dibujado una sonrisa para mí -con ese y cien detalles más- pero luego de leerla, la busqué por mi cama, pero no, no estaba. Grité su nombre desde mi cuarto pero ya se había ido. Vi mi celular y tenía un mensaje, era ella:”Mi amor, ven a casa, mi mamá ya lo sabe, ven por favor, sólo necesito un abrazo tuyo, ven”. Como una bala en el cielo fue que llegué a su casa, estaba preocupada…
-¿Quién es?
-Hola, está Melissa?
-No, y deja de joder
J
O D E R R R R
Sentí
que ella estaba atrapada, que la habían ocultado en una cueva, que estaba en un
rincón, sola, mirándome, que sus manos querían estar conmigo, pero todo era
imposible.
Seguí
tocando el timbre, su hermano gritó por el intercomunicador, pero yo ya había
gritado su nombre por toda la calle. Su papá salió por la ventana y pidió
“gentilmente” que por favor me fuera porque las cosas podían empeorar. Ese
viernes yo no sabía qué podía ser peor que eso: Estar sin ella.
No
estaba en discusión que fuera fácil para los padres entender que su hija de 18
años esté con otra chica, ni tampoco que
su madre pudiera encontrar todas las cartas que le escribí en un año de
relación: No, era fácil.
No lo fue cuando nos dimos cuenta que éramos
gays, y que nuestro amor era “como nosotras lo habíamos planeado”.
Melissa escapó de casa, y no fue una decisión fácil,
cuando llamó para contarme su cometido, no lo podía creer, sólo pensé que desde
ése momento nuestra relación iba estar en una copa de cristal.
Soy
una mujer de instintos, y en esa llamada pude percibir que ella se alejaría. No
quise aceptarlo, no me convenía, además ¿qué podía ir ma?
Cuando
salí a verla pensaba en todas las cosas que podíamos hacer. Imaginé mucho. Estaba
“convencida” que todo marchaba bien, que tendríamos tiempo para nosotras. Ya tenía una
lista de cosas que sucederían: Despertar una mañana y tener el perfume de ella
en mis manos, despertar esa misma mañana y darle un beso en la nariz para que
se sintiera segura, jugar a las peleítas hasta que ella me llevara al piso, y
luego empezar otro juego aún mejor, hacerla estallar con solo mirarla, tenerla
tan cerca y llegar a pensar que Melissa había sido lo mejor que estaba
esperando.
Todo
dio una vuelta increíble cuando me dijo que ya no me quería en su vida. Una vez
más la palabra fácil aquí, porque definitivamente no fue fácil dejar una
relación que había calado tanto, que había sufrido y vivido tanto, que amaba
tanto, no fue fácil saber que estaba saliendo con otra chica, ni mucho menos
que viviría tanto con ella.
Déjame tu piel... azul