Tener recuerdos, un cajón de recuerdos, te acompañan, te siguen, toman de tu mano, sujetan
fuerte de ti para que dejes que se vayan. Un conflicto, el recuerdo y tú:
-Tu mente: Recuerdo, cuento las palabras
para que las sueltes y me dejes libre
-El Recuerdo: Yo sigo tus palabras, porque me necesitas…
- Tu mente: Déjame, date cuenta, Ya no quiero que aparezcas como un halo aquí…
Pero el recuerdo, grande
y ostentoso no te deja ir, y te sujeta aún más fuerte
Aparece una persona en tu vida, no sabes cómo llamarla, dice
ser un libro, bienestar, persona, amor. Pero tú la llamas: Flora
Pensar en Flora parece fascinante, no existe una lógica
coherente del porqué piensas tanto en ella, sólo sabes que te envuelve, de
cualquier forma que ella elija, tú la sigues -como lo hacemos al estar a
oscuras-
¿Crees en ese momento que el pensarla es una casualidad?
Lamento decirte, que no, no existen las conocidas “casualidades”
Nada sucede por nada, todo tiene un porqué, una explicación,
así muchos hablen del azar.
Si tu caminaste por una acera y viste a un perro hermoso,
eso era lo que debía pasar, si fuiste parada en un bus y viste a alguien con un
libro de Rilke, eso era lo que debía pasar; es difícil de aceptarlo pero son
códigos que la vida te expone para que tu elijas.
El hombre está condenado a ser libre y eso lo aprendí con
Sartre, y tú haces de tu vida lo que quieres que sea.
Volviendo a Flora, imagina que es tu ideal, en mi caso
podría serlo ¿por qué no?, mientras más ideales puedas construir en ti mismo,
mayor será lo que puedas lograr en tu interior.
*
*
Tomo a Flora otra vez,
y la atraigo a mí, la siento, me besa, me dice que le gusta pintar, dejo
que lo haga.
Flora y yo estamos en una habitación, la habitación es
blanca, existen grandes ventanas (esas que tienen un pequeño balcón antiguo),
el piso es de manera, y yo estoy echada en la cama viéndola pintar, ella está
desnuda, me dice que sólo quiere pintar el amor que nos subyuga.
Me acerco al cuadro, y veo un árbol esplendoroso, con aves
alrededor, naturaleza viva, un gran cielo celeste, entonces la beso: Porque es
lo más pueril que puedo tener.
Flora tiene las manos con óleo, pero le pido que toque para
mi, se aleja del atril, abre el piano y empieza el nocturno #4 de Chopin…
Mientras sus manos del
color de amor tocan el piano, yo hago el amor para ella. Deja inconcluso
el nocturno, y mi cuerpo se convierte en su piano, y es ahí donde termina la
melodía: En mi cuerpo junto al suyo
A
M
O
R
Leer esto, no fue una casualidad, abrir esta página tampoco
lo fue. Ahora mira a tu alrededor, quizá tu Flora esté junto a ti, y aún no la
veas.
Observa. Tómate tu
tiempo y analiza en silencio cada movimiento y gesto de la sirena. ¡No ataques!
Ella ya conoce ese viejo truco, así que tomará impulso y te devolverá el
hechizo aumentado por mil. Tú crees que sabes cuáles son sus debilidades, pero
es ella la que conoce de memoria tu lado más vulnerable.
Mujeres…simple
perfección. No hay criatura más hermosa que ustedes, son divinas, por qué
negarlo. Sin el brillo de su mirada, los hombres estaríamos devorándonos y
volviéndonos más locos que un chimpancé drogado. Son nuestro complemento
perfecto. No podemos vivir sin sus besos, pero a veces, tampoco podemos existir
en tranquilidad de su mano. Es que forjar una relación sólida no es sencillo.
Somos muy diferentes y se nos complica llegar a la conciliación amorosa
precisa. Y seamos honestos. Discutir con una mujer es como salir a guerrear
contra todo el ejército de Estados Unidos con una piedra, imposible vencer. La
derrota está asegurada. Ok, soy consciente que en una relación no tiene porque existir
un ganador, no se lleva un premio el que se sale con la suya. La idea es
encontrar un punto clave de unión, que los cedes sean turnados. Pero para que
eso suceda, el proceso toma su tiempo. Si bien es cierto el amor es una
decisión, pero su éxito depende de la evolución de la comprensión que se
establezca con la pareja. Mi intención no es parecer el Doctor corazón en este
post, pero sí, dar mi humilde opinión de cómo llevar la fiesta en paz con una
chica. Sin más preámbulos, les abro el telón a este singular escrito que he
preparado con mucho cariño para todos ustedes.
1.¡Cuidado
con los chiquitingos!
La
atracción en una pareja es fundamental. Y obviamente, no tiene nada de malo que
dos personas que se amen, pongan en manifiesto esa pasión que los une, haciendo
el amor. Cada pareja tienes sus reglas y sus límites, lo importante es que
ambos acepten los acuerdos desde un inicio y vivan feliz con ello. Pero, los
problemas empiezan cuando esa atracción corporal tiene un significado distinto
para los protagonistas de la relación, es ahí cuando nacen los egoísmos a la
hora de amar, y ese acto tan mágico, placentero y divino, se va convirtiendo en
un potencial motivo de discusión. Lo que sucede es que el hombre y la mujer no
hacen el amor de la misma manera. No piensan igual en ese momento de éxtasis, y
obviamente, su fin no es el mismo. Es así que solo quedan dos cartas sobre la
mesa para los hombres. La primera: “Vivir engañado pensando que lograste hacer vibrar a tu mujer y que eres un
Maradona en la cama”. O la segunda: “Darte el tiempo de conocer mejor a la
persona que amas. Observar al detalle qué es lo que espera de ti en ese
momento. Conocer su cuerpo incluso más que el de uno mismo. Pero sobre todo,
trasmitirle seguridad”.
Hay
algo que debemos entender todos los hombres, y con el permiso de las damiselas
que lean este post, se los diré por ustedes. A la mayoría de chicas, los
quickly, los chiquitingos, los rápidos y furiosos, no les gustan. Las cosas
como son. Si bien es cierto en su momento pueden caer en la pasión del
instante, pero después, se quedan pensativas y pueden llegar incluso a sentirse
usadas. Suena feo. Pero tristemente es así. Tener intimidad no es un descargue,
porque si no estaríamos hablando de una masturbación compartida. El sexo es un
arte del amor, un acto que solamente se debe dar con una persona que nos
trasmita la entera confianza del caso. A veces nosotros los caballeros, nos
encabronamos a mil cuando nuestra pareja nos hace algún comentario desalentador
que ponga en tela de juicio nuestro glamuroso desempeño en la cama. No, no se le
puede decir a un hombre: “Mi amor, no me gusta que vayas tan rápido”. Sería
como una patada en las ciruelas. Y no es así. Si de verdad desean experimentar
con su pareja una sesión amatoria digna de un premio nobel, les recomiendo que
se tomen su tiempo. Nadie los apura. La magia no está en la barita, sino en los
trucos del mago. Seducción, coquetería. La mujer es lúdica por excelencia al momento
de hacer el amor, no le quiten esa opción. Mañana no se acaba el mundo. Pero el
mal desempeño en la cama, sí puede acabar una relación.
2.Las mujeres contraatacan
Generalmente
los hombres logran descubrir cómo discutir con una mujer en la adultez, después
de la derrota y la agonía de millones de guerras perdidas. En pocas
palabras, cuando la experiencia luce
gris en sus cabelleras. El nivel de dificultad es similar a que un simple
mortal pueda hacer una genkidama. Sin
embargo, es posible adelantarnos un poquito al arduo camino de entender a las
mujeres, si nos tomamos el tiempo de escucharlas, observarlas y analizarlas al
detalle.
Las
chicas son las mejoras comunicadores del planeta, pueden llegar a expresar
tanto hasta con un simple movimiento de
cabello, solo es cuestión de estar atentos para comprender su posición frente a
una discusión. Las mujeres manejan un escudo de rebote, son expertas en el
contraataque; me explico: Lo que sucede es que cuando nos encontramos frente a
una batalla intergaláctica con una dama, generalmente al inicio empezamos a
recibir sus minuciosas quejas o ataques, acumulando la posible interminable lista
de reclamos. La bomba atómica ha sido detonada y no hay marcha atrás. Pero,
recontra mandriles, pisamos el palito y nos volvemos primitivos, soltando
pachotada y media, según nosotros, para poner las cosas en claro. Lo único que
dejamos en claro es que somos unos insensibles de primera por no saber entender
a la persona que amamos. Lamentablemente los hombres, cuando nos sentimos atacados,
nos centramos tanto en la futura respuesta que daremos, que no prestamos
atención a la solicitud efusiva de nuestra amada, ocasionando que la discusión se
incremente. Si tan solo pudiésemos ser pacientes y tomarnos el tiempo de captar
al detalle cada palabra, lograríamos un final de telenovela.
Cuando
una mujer está molesta quiere ser escuchada y rechaza la posibilidad de
entender conceptos, pero sí frases. Si un hombre se las quiere dar de orador en
una discusión, se dará cuenta que su chica desglosará cada oración que haga,
analizando semántica y sintácticamente cada punto negativo para usarlo en su
contra. La mujer tiende a ser fatalista por excelencia, es por eso que frases
como: “Todos los días peleamos”, “Ya estoy arto de esto”, “No puedo seguir así”,
“No te das cuenta que la estas cagando”, no harán reaccionar a nuestra amada,
simplemente la hará sentir desprotegida, que la relación no está funcionando
bien. Y obviamente en la mayoría de casos no es lo que nosotros, los hombres,
buscamos expresar. Recuerden, chicos, no creamos que ellas entenderán el concepto
de nuestras mil palabras, pensemos como ellas, tomémonos el tiempo de construir
mejor nuestras oraciones. Aprendamos a escuchar. La mujer es muy astuta y no
podemos ponernos en el mismo nivel de discusión. Después de que ella haya
acabado de hablar, nos dará pie para que emitamos la respuesta del millón. En
vez de un “Estoy cansado de discutir”, queda mejor un “Tranquila, vamos a
arreglar las cosas”. Obviamente si es que lo acredita, no. Me pongo en la
posición de encontrarnos frente a una discusión que merece una reconciliación
inmediata. Si amas a alguien, no vale la pena querer imponer las ideas que se
tiene en la cabeza, es mejor ceder, eso demuestra la capacidad que uno tiene
para llevar la fiesta en paz. Pero ojo, nada de ser mártir. Una relación no se
basa en sacrificios ni en aguante. Sino en aprender a ser feliz con la persona
que amamos con sus defectos y virtudes.
3.El tiempo no es un canalla
Usualmente
en una relación, uno de los miembros de la pareja, no puede tolerar acostarse
con un problema en la cabeza, es por ello que tiende a ser lo más pesado
posible con el afán de encontrar una solución inmediata, haciendo de todo para
arreglar un problema al instante. A veces puede funcionar, pero en otros casos,
convertir la pequeña lluvia en un diluvio de problemas será lo único que logre.
El tiempo es una herramienta clave en una relación, pero funciona de manera
distinta para las mujeres, tiene un efecto muy en particular que a veces los
varones no sabemos comprender. El tiempo no es un canalla ni un superhéroe, tan
solo el resultado de nuestras acciones a través del estado de las emociones que
afloran y moldean nuestro día a día. Suena a quemada total, lo sé, pero
analicemos a profundidad lo dicho en el siguiente párrafo.
La
mujer es un ser reflexivo, pero tiende a la saturación y al escapismo. Para una
chica el tiempo es básico para recapacitar, liberar tensión y encontrar
soluciones. Cuando se llena de conflicto, evita explotar y prefiere alejarse de
la zona de crisis, es una reacción de defensa que le permite evadir el aumento
de disturbios. En cambio, para el hombre, un ser inseguro por naturaleza, el
tiempo es un arma de doble filo porque las dudas empiezan a multiplicarse, los
temores irradian su alma de oscuridad y puede confundirse. He ahí la
importancia de la unión entre ambos sexos, la oportunidad mágica que les da la
vida, ya que si juntamos ambas formas de llevar el tiempo, ese control de
reflexión de las mujeres, y esa desesperación de los hombres que los hacen
buscar soluciones inmediatas, lograrán generar un punto de equilibrio perfecto,
que detonará una explosión de corazones y felicidad plena. No hay momento más
glorioso en una pareja, que cuando aprenden a manejar los tiempos y espacios
del otro. Pongámonos en el caso de que a puertas de una reunión súper
importante de trabajo, pelee con mi enamorada. Querré buscar mi tranquilidad de
inmediato y solucionar el embrollo al instante, forzando una solución que quizá
no se aproxime a llegar. Aquí goza la esencia de una relación exitosa. Si yo
aprendo a entender que mi chica necesita de un espacio para tranquilizarse, se
lo daré y evitaré que la discusión crezca, aprendiendo con el tiempo a llevar los
problemas con calma. Por su parte, si mi pareja reconoce que necesito
tranquilidad para tener éxito en mi reunión, me la dará para que pueda
triunfar. El amor nos va aligerando el orgullo, haciendo que
poco a poco, no nos centremos en uno, sino en la felicidad de los dos.
Hago
un paréntesis en este punto, porque allí radica el nombre de este post. “Sí, mi
amor”. Al parecer, a veces es la única salida para evitar una larga y tensa discusión
con la dueña de nuestro corazón. Sin embargo, quiero aclarar que ceder no tiene
nada de malo. Amar es comprender. La mujer no es el sexo difícil, simplemente
que tanta perfección las confunde un poco en algunas ocasiones. Esforcémonos más, no solo por complacer a nuestras novias,
sino por entenderlas. Eso de que mi chica me hace problemas por tonterías, son
excusas para aminorar el mal desempeño que estamos haciendo en algo. Una mujer
no habla por las puras, cuida muy bien cada palabra que dice. Estemos más
atentos y disfrutemos de la riqueza de una fémina, que en todo aspecto, es
maravillosa. Sin ellas no podemos vivir, ¿de dónde naceríamos? El simple hecho
que la naturaleza las haya escogido para poder dar vida, las hace divinas.
Un
beso enorme para todas las mujeres que aprenden cada día más a tenernos
paciencia. Y un aplauso para todos los hombres que se esfuerzan a mil por
conquistar y sorprender a la chica de sus sueños, todas las mañanas, como si
fuese el instante en el que se
declararon. No hay fruto más preciado, que el que se cultiva con amor.
Hoy no creo que sea un día donde reine la metáfora ni las
sofisticadas palabras que adornen y le den sutileza a un texto. Esta vez quiero
ser más directo que de costumbre. Olvidarme de las rimas, dejar a un lado las
lágrimas, creencias y demás cosas o sentimientos. Hoy no quiero tener medias
tintas. No quiero un cusí sin un cusá. Y menos un ying sin su yang. Exijo una
explicación de todo, y la necesito ahora.
Recuerdo que David nos ofrecía el trago carísimo que había
traído de su reciente viaje a Canadá. Habíamos estado reunidos desde las 11 pm.
Para no perder la costumbre yo había llegado tarde al cumpleaños de Carla.
Me decían "El Poeta" por mi famosa carta de amor que le envíe
alguna vez a Fátima, o quizá también fue por la canción que le escribí a
Silvia. Aunque la verdad, parece que todos se enteraron del famoso diario rojo
donde contaba mi corta historia con Rocío.
No me declaro un romántico, simplemente expreso mis
sentimientos con total libertad. Muchas veces parece lindo, pero al parecer,
ser romántico o dejarte envolver por el limbo creado por los protagonistas de
la historia, hoy en día ya no está de moda. ¿Me explico?
Me di cuenta de que muchas veces es mejor despertar, tomar tus prendas
y no preguntar. Despedirte con la mirada y correr. Jamás dejes una nota. Se
reirán de ti.
Aquella noche Carla y yo nos quedamos solos en su sala. Al
poco rato, estaba siendo invitado a dormir en su habitación.
Por primera vez quise hacer las cosas bien. Con alta
moralidad y ética. Recostarme, esperarla, acomodarnos, sentirnos, taparnos.
Pero, ¿cuál es el siguiente paso? ¿Conversar? ¿A caso, reír? ¿O consumar lo
propuesto con la mirada? Creo que hay algo mal en mí que no encaja con las
leyes de la sociedad actual. He llegado a la conclusión que le doy mucho al
feeling y menos al pressing.
Dicen que es más fácil besarse apasionadamente dejándose
guiar por el morbo, pero si le doy un beso en la mejilla… ¿Cambia la situación?
Cuando sólo se trata de tener sexo, ¿no hay lugar a dar cariño? ¿Está prohibido
pedir un abrazo? ¿Es un delito decirle que se quede un rato más simplemente
para mirarla?
Carajo.
¿De qué realmente se trata?
Carla terminó exhausta. Acomodó su cabello y se aferró a mi
pecho. La contorneé con mis brazos y le di un beso en la frente.
- No te equivoques, es sólo una noche - Fueron sus últimas palabras.
Quedó profundamente dormida. Bajé de la cama, me vestí y
suspiré.
Caminé hacia la cocina y partí un pedazo de la torta de
chocolate que había quedado. Volví a su habitación. Me detuve en la puerta. La
observé una vez más. Comí la torta.
- No pedía una novia por una noche, pero quizá pudimos hacer
algo más. Al menos con el chocolate me llevo algo dulce esta noche.