“No
Las palabras
No hacen el amor”
Alejandra. P
Tener recuerdos, un cajón de recuerdos, te acompañan, te siguen, toman de tu mano, sujetan
fuerte de ti para que dejes que se vayan. Un conflicto, el recuerdo y tú:
-Tu mente: Recuerdo, cuento las palabras
para que las sueltes y me dejes libre
-El Recuerdo: Yo sigo tus palabras, porque me necesitas…
- Tu mente: Déjame, date cuenta, Ya no quiero que aparezcas como un halo aquí…
Pero el recuerdo, grande
y ostentoso no te deja ir, y te sujeta aún más fuerte
Aparece una persona en tu vida, no sabes cómo llamarla, dice
ser un libro, bienestar, persona, amor. Pero tú la llamas: Flora
Pensar en Flora parece fascinante, no existe una lógica
coherente del porqué piensas tanto en ella, sólo sabes que te envuelve, de
cualquier forma que ella elija, tú la sigues -como lo hacemos al estar a
oscuras-
¿Crees en ese momento que el pensarla es una casualidad?
Lamento decirte, que no, no existen las conocidas “casualidades”
Si tu caminaste por una acera y viste a un perro hermoso,
eso era lo que debía pasar, si fuiste parada en un bus y viste a alguien con un
libro de Rilke, eso era lo que debía pasar; es difícil de aceptarlo pero son
códigos que la vida te expone para que tu elijas.
El hombre está condenado a ser libre y eso lo aprendí con
Sartre, y tú haces de tu vida lo que quieres que sea.
Volviendo a Flora, imagina que es tu ideal, en mi caso
podría serlo ¿por qué no?, mientras más ideales puedas construir en ti mismo,
mayor será lo que puedas lograr en tu interior.
*
*
Tomo a Flora otra vez,
y la atraigo a mí, la siento, me besa, me dice que le gusta pintar, dejo
que lo haga.
Flora y yo estamos en una habitación, la habitación es
blanca, existen grandes ventanas (esas que tienen un pequeño balcón antiguo),
el piso es de manera, y yo estoy echada en la cama viéndola pintar, ella está
desnuda, me dice que sólo quiere pintar el amor que nos subyuga.
Me acerco al cuadro, y veo un árbol esplendoroso, con aves
alrededor, naturaleza viva, un gran cielo celeste, entonces la beso: Porque es
lo más pueril que puedo tener.
Flora tiene las manos con óleo, pero le pido que toque para
mi, se aleja del atril, abre el piano y empieza el nocturno #4 de Chopin…
Mientras sus manos del
color de amor tocan el piano, yo hago el amor para ella. Deja inconcluso
el nocturno, y mi cuerpo se convierte en su piano, y es ahí donde termina la
melodía: En mi cuerpo junto al suyo
A
M
O
R
Leer esto, no fue una casualidad, abrir esta página tampoco
lo fue. Ahora mira a tu alrededor, quizá tu Flora esté junto a ti, y aún no la
veas.
Yo soy Flora y él se acerca a mí.
ResponderEliminarBuen post.
Se siente bien ser Flora, haz que esa cercanía se aproxime más aún.
ResponderEliminar¡Gracias!
"Sus manos del color de amor...Yo hago el amor para ella". Todavía la recuerdo.
ResponderEliminarGracias por el post, recuerdos, recuerdos...
Las casualidades no existen, la causalidad sí. "Yo hago el amor para ella." Cómo se ha impregnado en mí esa frase...
ResponderEliminarBesos mentales.