domingo, 1 de noviembre de 2009

Condenado al infierno

-¡No te voy a dejar, así que deja de pedírmelo! Ella no entiende, no comprende que tan solo quiero consumirme. En una habitación oscura, de mi tétrico, desarreglado, mal oliente, y descuidado, departamento de la avenida Arequipa, tan solo quiero morir.

No tengo perdón de Dios, lo sé. No merezco ni el ladrido de un perro, también lo sé. Soy una escoria, un mísero adicto a la cocaína, que lleva la culpa de la muerte de su madre (Falleció de un infarto hace una semana, cuando me sorprendió robándole dinero para comprarme droga).

Me hubiese gustado hacer las cosas más fáciles, pero la única persona que aún siente amor por mí, me lo impide. Karla es su nombre. La mujer de mi vida. Cuando tenía vida. Antes de caer en este maldito círculo vicioso de drogas y delitos, todo era paz, pero ya no lo es más.

-¡Lárgate, entiende de una vez! ¡No valgo la pena! Le dije, a punto de caerme desmallado, por el efecto de la cocaína. Me estoy apuntando la sien con una pistola, que la compré ayer, para darme condena.

Karla trató de mantenerse calmada, pero no lo logró. Estalló en llanto. –Deja la pistola, olvídate de todo lo malo, puedes empezar desde cero. Me acordé de mi madre, ella también me dijo lo mismo una vez, pero finalmente su corazón se rindió. La agonía terminó por carcomer mis sentidos, me perdí. Lloré, grité, pedí perdón. Iba a apretar el gatillo, pero ella se abalanzó contra mí, forcejeamos, y sin querer, la maté.

Solo tenía una bala, y la había usado con la persona que más amaba. Todo se fui disipando. Hasta que finalmente caí. Caí inconsciente.

Desperté. -¿Dónde estoy?, fue la primera pregunta que me hice. Ya no me encontraba en mi miserable departamento, que tan solo lo usaba para dormir, y drogarme. La dulce casita barranquina, donde crecí, junto a mis padres, era mi paradero. Quizá todo lo anterior lo había soñado, y nunca asesiné a Karla, ni provoqué la muerte de mi madre. Mire a mi alrededor, y la situación se me fue aclarando. La casa estaba vacía, sin muebles, ni nada por el estilo. Mi padre se fue a vivir a Venezuela, una vez que mi madre falleció (Mi viejo no me podía ni ver, así que partió lejos de toda mierda).

Era claro, no había sido una pesadilla. Era real ¿Pero qué diablos hago aquí? La puerta se abrió de repente. Y un tipo de cabello largo (hasta la cintura), de color negro, y de peinado raya al medio, entró. Su vestimenta era totalmente negra. Un saco pegado, un pantalón, y un polo del mismo color.

Me sonrió. Su mirada me petrificó. Ojos morados, nunca había visto a alguien igual. Su piel era blanca, de un matiz pálido. Sus rasgos eran sumamente finos, como los de una mujer, sin dejar al lado, la esencia de masculinidad.

Comencé a sentir un frío espantoso, como si hubiese visto un fantasma. –Tienes doce horas, expresó de repente el misterioso sujeto, con una tonalidad alegre (como de bienvenida), acompañado de su voz ronca, de esas que uno siempre trata de imitar, pero nunca puede. – ¿A qué te refieres?, pregunté con temor. Sonrió. Puedo apostar que esperaba que le preguntase eso. Se peinó para atrás, se comenzó a acercar lentamente, y una vez que estuvo a menos de un metro de distancia, preguntó:” ¿No tienes miedo?”. No supe qué responder, no entendía nada. –Suele pasar, algunos muertos se ponen medios idiotas, como en tu caso. Ayer moriste de sobredosis, una vez que asesinaste a tu chica. Me quedé helado, sentí más frío. Era como estar desnudo en un invierno nevado de Rusia.

“Soy un ángel de Lucifer de pocas palabras. Detesto tener que explicar el mismo protocolo cada vez que recojo las almas condenadas al infierno, pero no me queda de otra. Mi nombre es Dante Nostalgia. Como ya te comenté, estás muerto. Has aparecido aquí, porque es donde siempre te has sentido más cómodo. Dios tuvo cierta piedad de ti, agradécele cuando puedas, en fin, estas son las reglas: Por el momento, eres una mísera alma en pena, nadie te podrá ver, y solo podrás tener contacto con otros que al igual que tú, dentro de doce horas o menos, beberán fuego cuando tengan sed, comerán mierda cuando tengan hambre, y sentirán dolor, en cada respiro. Tienes un último deseo. Si quieres puedes aparecértele a una persona para despedirte, sentir por última vez el sabor de algo, etcétera. Dentro de doce horas, nos volveremos a ver”.

Quedé mudo. Tieso, y sin palabras. Humo negro comenzó aparecer alrededor de Dante. Antes de que la oscuridad lo cubra por completo, reaccioné. –Ayer asesiné a la mujer que amo, Karla Ramos ¿Qué es de ella? –Olvídate de esa chica Jhonnattan, ella será premiada, irá al cielo, nunca más la volverás a ver. Apenas terminó de hablar, desapareció.

En ese instante, mi mente se aclaró. Estoy muerto, me quedan doce horas para hacer algo que valga la pena, y tengo un último deseo !Maldita sea, arruiné mi vida, y la de mis seres queridos! Me tiré al suelo, quise llorar, pero no lo conseguí. Me siento tan indiferente. No tengo sueño, ni hambre, ni miedo, ni pena, tan solo frío.

Salí a la calle. Soy un fantasma. No soy nada. Caminé por cuatro horas. Pensé en ir al departamento de Karla, pero no quiero encontrarme con la cruda realidad. Sin tan solo fuese lo suficientemente valiente como para emplear mi último deseo en hablar con ella, y pedirle perdón por ser tan idiota, y arruinar nuestros sueños.

“Tenía dieciocho cuando la conocí. Era abril, y nos besamos ese mismo día, después de bailar “La quiero a morir” de DLG. Amor a primera vista para muchos. Para mí, simplemente amor. Cuatro años después, Karla y yo pensábamos seriamente en casarnos. Estaba a punto de terminar mi carrera, y titularme como publicista. Gozaba de un buen trabajo. Tenía buenos amigos, pero prefería parar con los que no lo eran. Probé Marihuana una noche, así comencé, hasta convertirme en la sombra de lo que un día fui, un cocainómano, que echó por la borda todos sus sueños.

Sentí ganas de volverme a matar. Irónico. Me dirigí al Olivar de San Isidro (el mejor parque que pueda existir, según mi criterio). Aquí siempre venía a jugar con mi madre cuando era niño. No tengo el coraje de enfrentar a Karla, pero hay algo que sí puedo hacer. Emplearé mi último deseo, en hablar con mi madre.

Del cielo una luz, calló a la tierra. Me cegué. La sombra luminosa fue tomando forma, hasta que logré visualizar a la mujer que me dio la vida.

Nos miramos fijamente. –Perdóname por llenarte de sombras la vida, y ocasionarte la muerte, le dije. Quería ponerle sentimientos a mis palabras, pero no pude, he perdido la esencia, tan solo soy un reo esperando la silla eléctrica. Vestida de blanco, envuelta en un aura mística, mi madre me trasmite paz.

-Solo tengo unos segundos para estar contigo, expresó, mientras acariciaba con ternura mi rostro. No agregué nada más. Ella quiere tener la última palabra, así que será de ese modo. –Te espera el mayor de los castigos. Cómo me gustaría poder hacer algo por ti. Te perdono hijo mío, pero aún así, nada te salvará del infierno. Lágrimas de sangre, resbalaron por su rostro. Me dio el último beso en la mejilla, y partió.

Me dirigí a la escena del crimen, el lugar donde asesiné la vida y el amor. Ya no estaban los cadáveres, supongo que en algún lugar los estarán velando. No me importa en realidad.

Me senté en la oscuridad a esperar a Dante, para que me lleve al reino de las tinieblas, como le dicen en los cuentos.

Las horas pasaban. Recordé cada fragmento de mi vida. Por miedo a perderlos más adelante. La puerta se abrió. Dante ha llegado. Entra como mortal, pero desaparece como demonio.

-¿Ya es hora verdad? –Sí, ya es tiempo de hacer un vieje sin retorno, contestó mi peculiar ángel. –Antes de partir, déjame comentarte lo siguiente:”Karla quiso pedir como último deseo verte, pero no se le concedió. Ella ya no puede sufrir, tan solo sentir alegrías. Es por eso que a tu madre se le permitió verte por tan solo unos segundos, para que no sienta un dolor mayor”. –Gracias por decírmelo, me siento más miserable. –Me alagas, eso quiere decir que hago bien mi trabajo. Rió, y se acomodó el cabello. Una especie de humo negro comenzó a cubrirnos. –Estas condenado al infierno. Serás asesinado una y otra vez de las formas más terribles. Te descuartizaremos, quemaremos, serás comido por bestias, y demás. Después de quinientos años de dolor. Una vez que el odio te posea por completo. Te devolveremos a la tierra, como producto del pecado. Te dedicarás a fomentar el terror en los mortales, y a mendigar por un cuerpo.

Lo miré atento. Las lágrimas resbalan por mi rostro, pero aún así no sentía nada, tan solo frío. Conservo la esperanza de volver a ver a Karla. Pobre Iluso. La vida no es injusta. Todo se paga. Las historias no siempre acaban con un final feliz, dependen de las acciones que uno realice.

La oscuridad nos cubrió por completo. Es tiempo de cumplir mi condena.

Jhonnattan Arriola


3 comentarios:

  1. OEEE MIERDOW DALE ESTE CASO A LAURA BOZO PA QUE HAGA D LAS SUYAS EN MEXICO

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  2. tema interesante...pero no coincido con varias puntos expuestos en el cuento...pero no los diré acá pq sino sería un troll...buenos dialogos!!
    Nos leemos!!

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  3. Ah bonachon me olvide de decirte que el tema era q has escojido es muy bueno, ya que muchos bloggers se encasilla en temas de amor o del desamor (sin alucinaciones personales) cuando hay tantos temas por explotar...sigue con esa tendencias y verás como vas a poder explotar tu talento al máximo...quedarse en un solo tema es caer en el facilismo!!!

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