viernes, 30 de julio de 2010

¡Maldito Facebook!

Simplemente me arrebaté, me cansé, me aburrí de tanta sonsera. Ya no podía soportar que mi mundo fuera dominado por fuerzas comunicativas, de las cuales, no pudiera sostener el control. Hablando en cristiano, no pude más con la frialdad del Messenger, donde se juega a ser otro, pecando de cobardes. Allí afloramos lo más profundo de nosotros, escondiéndonos detrás de las más perversas máscaras, los emoticones.

Pero dentro de esa red cibernética, existe algo aún más maldito, el “Facebook”. Realmente no lo entiendo, nunca lo hice, ni lo haré. No es que sea un simio y no me adapte, ya que tengo 20 años y nací dentro de esa era. Simplemente es que en mi humilde opinión, las siguientes cosas, me llegan al…: “Ser etiquetado en la fotos en las que particularmente salgo peor, de que la gente pueda poner lo que se le venga en gana de mí, que mi bandeja de entrada en Hotmail se sature todos los días por los mensajes del Face, y que si no pongo las medidas de seguridad necesarias, todo el mundo se entera de mi vida privada”.

Hoy he tomado una decisión muy importante en mi vida. Acabaré con ese demonio con mis propias manos. Soy un rebelde, de aquellos que ya no se veía desde la revolución francesa. Mi primer paso será eliminar de mi existencia el Messenger, Facebook, Hi5, Twitter, etc. No me importan las consecuencias, iniciaré una campaña para que la gente se una a mi fundamentada guerra.

Un mes después

Debo admitir que ni mi abuela se unió a mi honorable ideal, ya que hace una semana, hasta su Facebook se creó, para así poder comunicarse con sus amigas de la natación.

Es triste confesar que ahora he perdido enormemente el contacto con mis amigos. Ya no me pasan la voz para salir ¡Qué les cuesta llamarme a mi celular! Lo sé, un mensaje al facebook, es gratis. Una llamada, por lo menos, 20 céntimos. Qué patética que puede ser esta realidad, hace tres días fue mi cumpleaños, y fueron contaditos los saludos que recibí. Antes, cuando estaba dentro de aquél círculo vicioso, hasta la señora que vendía empanadas afuera de mi colegio, me saludaba.

Pero no importa, de todos modos persistiré, no me rendiré. No permitiré que las futuras generaciones sigan cayendo en esto. Seamos honestos, antes las cosas eran mucho mejor. Por ejemplo, enamorar a una chica, implicaba buscarla a su casa de sorpresa, hacerle el habla de una manera ingeniosa, cortejarla, uno era más avezado, más sociable. Ahora solo es cuestión de averiguarnos su Face, mandarle un par de comentarios, agregarla al Messenger, enviarle canciones, y listo.

Otro mes de lucha

Sin afeitarme por más de un semana, ojeroso de no dormir, y débil por la ansiedad de apretar las teclas. Me encuentro en el “Chama”, línea de micro que pasa a la espalda de mi casa, en Pueblo Libre. Pero en este instante, el transporte circula por Jesús María.

De pronto, alguien se sentó a mi costado. Quedé idiotizado. O acababa de morir y me había ido al cielo, ya que estaba viendo a un ángel, o simplemente mente la mujer más hermosa del mundo, estaba a mi lado. Su mirada era preciosa, aunque no se centró en mí, sentí su calidez. Sus ojos marrones claros combinaban a la perfección con su piel canela. Pero lo que más me llamó la atención fue su cabello, ondeado, unos rulos impresionantes, y el olor que emitían, indicaban lo siguiente: “Mujer recién salida de la ducha” Su aroma me cautivó, me sedujo… me embrujó.

Ya casi sin fuerzas, decidí demostrarme que sí se podía lograr mi cometido. Llegar a conquistarla sin necesidad de ningún artilugio del Facebook.

-Disculpa, me llamo Francisco, y sé que quizá te parezca extraño que te hable de la nada, pero me gustaría conocerte, le dije, cruzando los dedos en mi mente, esperando que no me rechazara.

La chica me miró, sonrió de lado, y dijo: “Buen comienzo, pero te faltó preguntarme mi nombre…Me llamo Fiorella. Mucho gusto Francisco”.

Como diría Tula Rodríguez, hicimos clic. Un flechazo total. Pero el momento pasó rápido, ella había llegado a su destino, la casa de su tía en Miraflores, y debía bajar del micro.

-Me podrías dar tu teléfono para llamarte, y quedar un día para salir a algún lado.

-Pucha, me han robado mi celular, y me he mudado recién a Jesús María, así que tampoco tengo teléfono de casa. Pero puedes agregarme al Facebook, y te puedo dar mi Messenger, expresó Fiorella con una sonrisa tan tierna, que me arrancó un suspiro.

No lo podía creer, pero qué más podía hacer, estaba embobado. Así que simplemente acepte, y prometí agregarla de inmediato, y quedamos en charlar cibernéticamente a las ocho de la noche.

Amor, amor, amor

Ayer Fiorella me dio el sí. Después de tres semanas, somos enamorados. Me siento tan feliz. Claro que desde un primer momento puse las cosas en claro. Nuestra relación debía desligarse del abrumador sistema de redes social, el cual solo logra someterlo a uno en una realidad de mentiras, una realidad ficticia. Decidimos solamente aprovechar las ventajas de este nuevo fruto, sin volvernos adictos a su sabor.

Jhonnattan Arriola

domingo, 25 de julio de 2010

Inducir a tu adiós

Autora invitada: Bola roja
“El menos pensado convertido ahora, en el más recordado de mis pensamientos.”

El tiempo fue transcurriendo y te fui conociendo más. Durante esas dos últimas semanas saliendo, algo fue naciendo y marcando huellas que mi corazón no puede borrar hasta el día de hoy. ¿Qué sería? Solía preguntármelo a diario, mas las respuestas se hacían escazas en esos momentos de encontrar respuesta alguna a tanta impaciencia de saber el porqué de un sentir así.

Posee una mirada de enamorado cada vez que habla conmigo y sé que esa misma mirada la comparte con alguien más, por quien daría su vida entera sin costo alguno, ese ser amado y tan especial hecha por amor en algún momento de su vida, con voz y nombre propio que, no soy yo.

Miradas, actos y palabras solía recordar. Un “Te quiero, estoy enamorado de ti” fueron las palabras suficientes en ese momento de frenesí. Una sonrisa tímida y mirada avergonzada atinaron a abrazarlo sin decirle palabra alguna, dando como resultado el comienzo de una nueva historia.

Al estar junto a él volví a ser una niña, aquella a las que se le consciente, se le mima y se le quiere. Un amor de jardín, que a pesar del gélido clima que nos rodeaba en cada salida, se sentía tan puro, real y primaveral.
Un beso y un te quiero representan ser lo todo y a la vez significar una nada, mas en ese instante de novela descubrí que en ellos no solo se escondía afecto, ternura y pasión, en sus labios descubrí el poder del tan dichoso “amor, comprensión y perdón” deseado hace tanto tiempo, no buscado pero sí encontrado, sin necesidad de ser estudiado se fue presentando dando lindos resultados.

Pero el elixir de la felicidad no es eterno y siempre dejará un sabor desagradable que no se quiere repetir mas.

¿Quién manda en el amor? Ni él ni ella, solamente mandamos tú y yo ¡No te das cuenta! Son palabras que no serán tan fáciles de borrar. El destino lo marca cada uno, las palabras pueden ayudar como a la vez pueden sobrar en una relación.

¿Cómo explicar una triste emoción? ¿Con letras de canciones? o con lágrimas que salen de mi corazón. Son esos momentos en donde unas lágrimas significan tanto y a la vez no nos dicen nada. Un sentimiento enredado que exige a gritos ser liberado y no ser más deseado.
Quizá me dejé llevar por ese cariño de amigos que siempre le tuve, rehusada a no tener nada nunca con él, traicioné a mis propias palabras, dando ahora resultados imborrables, similar un trago amargo de digerir. Cómo una amistad se puede deteriorar por sucesos como estos, de una llamada diaria a una llamada con frialdad y hasta sin interés.

Cuando el amor es verdadero, supera los obstáculos, afronta los problemas y rompe todas las barreras, acorta las distancias, aumenta la pasión y accede a la aceptación. Estoy segura o creo estarlo, pero no fue el momento, el “te quiero” y el “estar enamorado de mi” no serán suficientes en esta relación, tengo una vida y planes por seguir, tu amor fue importante en ella. Mas la vida nos pone pruebas, las personas nos brindan oportunidades, nuestros enemigos nos regalan obstáculos y nosotros elegimos nuestros mejores rumbos a seguir. Pedirte comprensión estaría sobrando, pero es mejor hacerlo a que seguir con esto.

No quiero verte, me duele hacerlo. No me llames, me cuesta responderte. Y a pesar de todo: Aun te quiero y te querré. Pero no me odies, porque yo no lo haré.

domingo, 18 de julio de 2010

Una amistad que vuela alto

Cada quien tiene su lugar favorito en el cual se puede sentir conectado consigo mismo y pensar en las cosas buenas o malas que le están sucediendo. Un parque, una terraza, un balcón, una habitación, entre otros; el mío, el aeropuerto Jorge Chavez. Sé que es poco usual, pero es en aquel lugar donde te conocí, ambos caminábamos con lágrimas en los ojos tras despedir a nuestros antiguos amores cuyo destino no estaba escrito en este país. Contamos nuestras historias y una amistad surgió así, de la nada, y te convertiste en mi mejor amigo. Mi charolastra.

Vivíamos a escasos metros, de vez en cuando me invitabas a almorzar gracias a tus habilidades culinarias. Tocábamos la guitarra juntos, formamos una especie de dúo musical que al final no tuvo mucho éxito, pero aquellos momentos hicieron que valga la pena cada minuto que “huevéabamos” juntos.

El día de mi mudanza fue uno de los más tristes que pudimos tener. Aún recuerdo que me ofreciste dinero para poder pagar el alquiler del departamento pero mi orgullo pudo más y decidí irme a uno más económico, no lo supiste entender y el rencor en ti empezó a nacer. Perdimos contacto desde aquel día. No contestabas mis llamadas, no venías a mis reuniones, desapareciste del mundo, y por más que hacía cualquier intento para volver a vernos, nunca aparecías.

Se me hace difícil comprender cómo fue que una situación tan inocente hizo que te sintieras tan ofendido. Sin embargo, tuve que continuar. Te consideré mi hermano, pero luego, no eres ni un conocido.

Un año más tarde, mientras caminaba por la avenida La Molina, recibí una llamada anónima.

- Hola, qué andas haciendo.

- ¿Quién habla?

Sentí un empujón y al voltear logré verte. Te habías dejado la barba, estabas mucho más gordo pero seguías con la misma cara de huevón. No sabía qué hacer primero, o sacarte la mierda por imbécil o simplemente saludarte. Me abrazaste y comenzaste a llorar. También yo.

Nos fuimos al parque de siempre, testigo de todas nuestras borracheras. Conversábamos como si nada hubiese sucedido. No valía la pena recordar el pasado que una vez nos separó. Rebobinamos e intentamos ponernos al tanto de todo.

- Planeo irme a Uruguay, mi mamá ya está allá – me dijo

- ¿Dentro de cuánto?

- Dentro de mucho, aún hay tiempo.

Fue raro volver a verte. Por mi mente pasaba la idea de por qué no volver a intentar, perdimos un año, sí, pero podemos recuperarlo con todos los demás años que nos esperan. No era una misión imposible, no para mí.

Salimos casi todos los días, recorríamos los lugares a los que solíamos ir. Y empecé a sentirme bien, por fin estaba recuperando a mi viejo confidente.

Fue un martes cuando recibí tu llamada y me dijiste que necesitabas ayuda con tus cosas porque te ibas a mudar.

Estuvimos en tu habitación haciendo las maletas mientras coreábamos La foto se me borró de Elvis Crespo. Dijiste que solo llevarías tu ropa, habías vendido tus tres muebles.

Terminamos, cinco maletas en total. Me acompañaste a la puerta, nos dimos un largo abrazo y partí. Al despertar, me puse a cocinar, te quería invitar a almorzar y así demostrarte que no soy un inútil en la cocina, tal como me lo decías a diario.

Salí a buscar un teléfono público y llamarte, pero en el camino me llegó un mensaje tuyo. Raro de tu parte, nunca me habías mandado mensajes de texto, siempre preferías llamar.

Hola Emilio, qué tal. Este mensaje es para decirte que estoy en el aeropuerto, mi avión para Uruguay sale en 15 minutos. Quiero agradecerte por compartir todo este tiempo conmigo y sobre todo, por haber sido mi amigo. Disculpa por no despedirme, no sabía cómo hacerlo. Te quiero mucho y te deseo lo mejor. Un abrazo. Tu charolastra de toda la vida.

Tomé un taxi rumbo al aeropuerto, no podía asimilar lo que estaba pasando. Estaba a 15 minutos de perder a mi hermano.

Llegué en 21 minutos y al entrar escuché una voz por los parlantes que decía: “El vuelo SG – 14 con destino a Montevideo, Uruguay, ha despegado”.

Salí, miré al cielo y empecé a llorar.

He andado solo, he reído solo, he llorado solo, me he emborrachado solo, he hecho absolutamente todo solo, y aunque me cueste admitirlo, sé que en el fondo, te extraño.


domingo, 11 de julio de 2010

Jugando a ser novios

Autora invitada: Meli Vásquez

Después de tanto tiempo... la movilidad de colegio pasó por tu casa, como es y será todos los días hasta que acabe el año. Tú estabas parado allí, afuera, y luego de casi dos meses volvimos a cruzar miradas, aquellas miradas que no son ni volverán a ser las mismas de antes. Porque todas aquellas que en las que te expresaba algo más que mis ganas de decir “hola”, se acabaron junto con las esperanzas que albergaba de llegar a ser, por lo menos, tu amiga.

Hasta ahora no sé ni me explico cómo fue acepte jugar a los novios contigo; a ser la enamorada falsa, la que nunca existió para ti, la que solamente para aparentar. Para aparentar que la olvidaste, que olvidaste a aquella que marcó muchos años de tu vida, la que nunca supo valorar todo el amor incondicional que le brindaste, aquella que solo te describió como un lindo pasatiempo y a la que, estoy segura, aún sigues queriendo.

Pero aunque cueste, y mucho, es hora de dejarte. No puedo - ni quiero -negar que siempre quedaran en mi todas aquellas llamadas y mensajes, porque algunos no lograrán desaparecer de mi memoria tan fácilmente; todos los “te quiero”, y todo, absolutamente todo lo que no sentías. No será fácil olvidar todas aquellas cosas que no debiste hacer ni decir, pues fuera del colegio, no era necesario seguir fingiendo.

Sin embargo, tú seguiste jugando, y yo, tu juguete favorito – pero desechable – seguí cayendo, sin saber lo que dolía cuando finalmente tocabas fondo. Y así fue como pocoa poco te fui queriendo de una manera diferente, y bonita, como si quisiera descubrirte, como mi persona especial.

Mensajes y canciones, todo era para ella. Y hoy cuando las escucho te recuerdo y vienen a mí, aquellos momentos en los que decidí ignorar su recuerdo en ti y seguir creyendo que todo con ella había acabado para siempre.

“Chau gordita, cuídate”. Así te despediste dándome un beso en la frente, sin saber que serían las últimas palabras que cruzaríamos personalmente y el último beso… Nos sentí diferentes, sabía que no eras el mismo, y también yo me sentía rara. Era como el presagio de un final de una historia, de nuestra historia, que acabaría con la clausura del año.

Finalmente, no todo fue tan malo. Debo agradecerte por todas las sonrisas que lograste sacar de mí; pero al mismo tiempo me muero por reprocharte por el creciente número de lágrimas que generas con tu recuerdo, que demuestran que mi ayuda se acabó sin darme cuenta, y que eso ahora es culpa solo mía.

Las sonrisas y las palabras se acabaron. Y ahora, no hay nada que pueda hacer. Mi única salida es enfrentarme a la realidad, porque sé que todo tiene una razón y que las cosas siempre, y sin excepción, pasan por algo; y aunque no esté para nada convencida de mi decisión, espero poder dentro de poco afirmar, no por ti , por mí, que “lo mejor llega al final”...

No sé si sea el momento adecuado o las circunstancias correctas, pero creo que es necesario que me saque esto del pecho. Necesito que sepas que TE QUIERO... Y MUCHO.

sábado, 3 de julio de 2010

Enferma sonrisa

Me fui a dar un baño, a mi parecer era la única forma de expulsar aunque sea un poco, todo este conjunto de penas y preocupaciones. Al salir de la ducha, vi a mi esposa sentada en el filo de la cama, envuelta en un mar de lágrimas.

-Ya no llores mi amor, todo va estar mejor…Sebastián se va poner bien, ya lo verás, le dije, mientras la abrazaba en señal de apoyo incondicional.

Hace unos días mi hijastro Sebastián Bazán, de seis años, no habla, ni siquiera emite la más mínima palabra. Al principio pensábamos que era una niñería o malcriadez, pero al pasar las horas nos dimos cuenta que no solo eso había cambiado en él, su mirada encerraba un gran temor y el llanto lo vencía continuamente. Lo llevamos al médico de inmediato pensando que era algo grave, pero fue chocante enterarnos que todo esto no era propio de un problema físico, su dilema era psicológico.

Llevo cuatro años conociendo a Sebas. Nos volvimos inseparables, me costó mucho al principio, pero llegué a convertirme en su mejor amigo. Es claro que no he reemplazado el lugar que ocupa su padre ni busco hacerlo, pero siempre he estado allí cuando me ha necesitado. Viendo a mi mujer llorar, se me parte al corazón, y solo le pido a Dios que nos ayude en este momento tan difícil.

Las semanas pasaron, y felizmente gracias a la ayuda de Patricio, el padre del niño, excelente psicólogo, Sebastián volvió a hablar, pero desafortunadamente no ha recuperado la jovialidad que lo caracterizaba. Algo raro le está pasando no hay duda, y aunque suene descabellado, el pobre se gasta todo el santo día dibujando al mismo personaje, un payaso de nariz roja, peluca alborotada de color verde y sonrisa amiga.

Paola y Sebastián estaban tomando una siesta. Era una escena muy tierna entre madre e hijo. Por mi parte acompañé a Patricio a la puerta, había pasado todo el día con Sebas a solas, según él, no pararía hasta descifrar aquél enigma mental.

Patricio se paró en seco de un momento a otro, y sacó del bolsillo de su saco, uno de los dibujos del niño.

-¿Sabes quién es él?, me preguntó de golpe, de cierta forma obligándole a que le conteste.

-No tengo ni la menor idea

-Su nombre es Sonrisa, es una especie de amigo imaginario de Sebastián. Mi hijo me cuenta que eran muy unidos, que siempre jugaban juntos, pero un día de pronto, los juegos de este payaso empezaron a incomodar a Sebas…

Patricio se detuvo, algo le impidió continuar. Un nudo en la garganta lo asfixiaba contundentemente.

¿Juegos?... ¿Qué clase de juegos?, pregunté sumamente desconcertado.

Patricio de un momento a otro entró en crisis, y me estampó violentamente contra la pared.

-¡Si descubro que le has hecho algo malo a mi hijo desgraciado, te juro que te mato!

-¡De qué estás hablando!… Vamos Patricio tu sabes que yo sería incapaz, contesté tomándolo de su brazo, logrando que la presión de la fuerza con la que fui embestido, se vaya diluyendo.

Patricio me miró fijamente a los ojos y me soltó, me pidió perdón por su reacción, y me explicó el porqué de su sobresalto.

Este supuesto amigo imaginario de mi hijo, el tal Sonrisa, obliga a Sebastián a tener cierta clase de juegos sexuales. Tú Roberto serías el primer sospechoso, pero mi hijo te tiene en un altar, y no muestra ninguna reacción negativa hacia ti. Por el momento lo mejor será que Sebas no establezca contacto no nadie que no sea ninguno de nosotros. Por mi parte seguiré examinándolo, necesito encontrar el porqué de esta situación. También será buena idea llevarlo a un doctor, y cerciorarnos que no tiene ningún daño físico…Roberto, no le comentes nada por el momento a Paola, pero es probable que alguien haya intentado abusar sexualmente de nuestro hijo.

Después de despedir al padre de Sebastián, me dirigí al sótano. Es ahí donde voy cuando me siento terriblemente mal y a escondidas de mi esposa me fumo un par de cigarrillos, intentando perderme entre el humo del tabaco y no pensar en nada.

Revisé mi viejo baúl en el que guardo todos mis secretos, desde cartas de mis ex enamoradas, hasta el disfraz de un triste payaso. Recuerdo muy bien la primera vez que me vestí de Sonrisa. Sebastián siempre ha sido un niño muy asustadizo, y una noche sin que nadie se enterara, me disfracé y me aparecí en su habitación, le dije que era un fantasma, pero que era bueno y que siempre sería su amigo. Desde ese instante logré mi objetivo, curar el miedo de mi hijastro. El pequeño ya no era atormentado al anochecer por el temor de supuestos monstruos que se esconden en la oscuridad. Ahora tenía un amigo más con quién conversar y jugar.

Me rehúso a creer que Sonrisa sea capaz de hacerle daño a Sebastián. Sé de ante mano que es medio travieso, que por las noches disuelve una pastilla en el té de Paola para que se quede dormida y no pueda interrumpir los juegos nocturnos, pero nada más. Sonrisa no sería capaz de hacer nada malo.

Realmente existen los monstruos y los fantasmas. Viven dentro de nosotros…Y a veces ganan (Stephen King).

Jhonnattan Arriola