Una mañana desperté y ya no estabas. Te busqué en lo más profundo de mí y no te hallaba. Qué pasó. A dónde fuiste. Por qué no quisiste tomar el riesgo de aceptar que este corazón había cambiado. Que mi sentimiento por ti aún estaba presente. Que aún imaginaba una vida contigo. Pero, simplemente, huiste y me dejaste acompañado solo de lágrimas.
Sigo pensando que no fue un tropiezo haberte pedido un segundo de palabras. Y un abrazo. Y un te quiero. Y es que está claro, cuando un sentimiento se apodera del alma, ésta se descontrola, trae problemas, te hace sensible al amor, a la pasión y al barullo sentimental.
Todo es tan difícil de superar, sin embargo, cuando lo logras, amas y no dices más. No hay lugar al qué decir. Pero si lo haces, solo hay una respuesta mas no una explicación, que la encontrarás en ti, en tu corazón y, a la vez, a duras penas encontrarás el final de la ilación. Una ilación que alguna vez estuvo perdida, pero al vislumbrar una opacada realidad se dijo así misma: es momento de dar aún más.
De pronto los colores se tornaron grises. Aquella luz que un día apareció, hoy, se marchó, para continuar por el sendero de sombras y en voz baja decir: camina y lograrás esclarecer las penumbras que arribarán a su imaginación, la noche en que ella piense en ti.
Agradecimiento a:
Claudia Pasco http://claudiapasco.blogspot.com/
Es que a veces hay que aceptar que la persona que queremos ya no está a nuestro lado, y está feliz hay que compartir ese sentimiento.
ResponderEliminarBuen post abigos :)
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarbuen post.
ResponderEliminarte hace entender muchas cosas.
=) !!
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