jueves, 13 de octubre de 2011

Los buitres rojos

-¡Vamos, Chicho, ayúdame a quitarle la billetera a este sanazo!

La voz de mando de Chato Burro. Aguda pero firme. Nunca la he escuchado quebrarse. Me da la orden de entrar en escena. Dudo. Un frío sudor recorre mi frente. Me sentía tan seguro hace unos minutos, pero ahora, contemplando cautelosamente la escena. Tiemblo. 

A ritmo de los tambores y del corillo “Somos rojos, una pasión, un corazón”. Más de diez miembros de la barra de “Buitres rojos”,   a patadas y jalones, intentan despojar de todos sus bienes de valor, a un inocente hincha del equipo morado, “Turroneros”.

- ¡Por favor, déjenme! ¡Llévense todo, pero no me lastimen más, por favor!, gritó desesperado el pobre muchacho.

- ¡Cállate huevón! ¡Si haces escándalo te quemo ahorita!, contestó el aguerrido jefe de barra. Como dicen, hasta las piedras tiemblan cuando habla el Chato Burro.

- ¡Carajo, Chicho! ¡Déjate de huevadas y ven con nosotros!, exclamó el Chato, mirándome de reojo.

No pude evitar perderme por unos segundos, bloquear mis sentidos por los nervios y recordar aquel partido de Buitres Rojos contra Turroneros, aquella charla tan especial con mi padre. Tenía ocho años, aún estábamos en los noventas. Aún soñaba con ser astronauta.

Turroneros vs Buitres rojos (1998)

- Nos ganaron, papá. Y por goleada. ¡Me dan ganas de ir al estadio y patear a todos los jugadores de Turroneros!

Eran las siete de la noche. Mi madre nos hizo canchita para que mi padre y yo, pudiésemos disfrutar de una linda tarde de fútbol, pero lastimosamente, el resultado no fue agradable.

- Ay hijo. Así es el fútbol. A veces se gana, y a veces no. Y uno debe tomarlo con tranquilidad. Es un deporte, su fin es la recreación y solo eso debe trasmitir, expresó mi padre mientras acariciaba con dulzura mi cabeza.

- ¿Entonces por qué siempre afuera de la casa se andan pegando los de la barra de esos equipos?, pregunté con algo de inocencia.

Mi papá, el mejor arquero de fulbito de domingos del mundo, me sonrió de lado, y me dijo algo que hasta hoy, no había vuelto a retumbar en mi cabeza.

“Un verdadero hincha es el que alienta a su equipo en las buenas y en las malas. El que celebra cada gol con alegría. No el que usa el nombre del equipo para cometer barrabasadas.  La violencia no es parte del futbol. Es parte del mal manejo de las  emociones y de los conflictos internos del ser humano.  Hijo, si de verdad te gusta alentar a tu equipo, hazlo, pero recuerda que siempre debes respetar a los demás. El día que lo dejes de hacer, perderás el respeto por ti mismo”.

Abrí los ojos. Otra vez la escena de violencia y los gritos de Chato Burro, llamándome sin cesar.
Reaccioné, y simplemente atiné a ponerme en medio del joven y de los agresores. Lo ayudé a escapar. El estadio estaba repleto, el partido acababa de terminar en un empate sin goles. El asustado muchacho, logró afortunadamente perderse en la multitud en segundos. No dijo gracias. Y tampoco esperé que lo hiciera. Fui feliz con saber que llegará vivo a casa.

  - ¡Qué diablos hiciste! ¡Lo dejaste ir!, exclamó Chato Burro, mirándome con furia.

- No seas tonto, Chato. Ahí viene la policía, mejor vámonos de una vez. No quiero pasar la noche en una celda, dije, barajando la situación, volviéndome a meter al bolsillo al líder de la barra.
 
Chato Burro se tragó el cuento al igual que los demás nueve presentes, que sin dudarlo,  lo seguirían hasta la muerte.

 Y así fue. Salimos del estadio coreando: “Somos rojos, una pasión, un corazón”. Mientras que una lágrima rodaba en mi mejilla. A los quince años murió mi padre,  me metí a esta barra y mi vida se volvió roja. Pero dentro de mi nostalgia, volví a sonreír.  Las enseñanzas de mi padre que creí olvidadas, aún viven en mí.

Jhonnattan Arriola


4 comentarios:

  1. Qué buen cuento. Y una gran enseñanza a la vez, ya que ahora eso de las barras y la violencia en ellas es de temer. Excelente relato.

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  2. Muchas gracias, J.Gamaliel. Me alegra mucho que te haya gustado el post. Déjame decirte que tienes muchas razón, el tema de las barras, es un caos, definitivamente, el gobierno debe poner mano dura allí. Un abrazo.

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  3. Oe q sabes tu de barras oe sanazo por ver una miniserie no te hace conocer lo que hay realmente detras!!!

    PD1: Igual esta bacan la historia
    PD2: El Chato Burro en realidad existe.
    PD3: Es una perdida de tiempo estar metido en esas webadas

    Roberto
    "Lobo"

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  4. Gracias, Roberto por tu comentario. Eres un verdadero Lobo. Y bueno, si tengo algunos conocimientos de las barras, si bien es cierto nunca he sido uno, he seguido un caso muy de cerca. Un súper abrazo. Muchas gracias por tu comentario. Te quiero.

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