lunes, 9 de julio de 2012

Sí, mi amor

Observa. Tómate tu tiempo y analiza en silencio cada movimiento y gesto de la sirena. ¡No ataques! Ella ya conoce ese viejo truco, así que tomará impulso y te devolverá el hechizo aumentado por mil. Tú crees que sabes cuáles son sus debilidades, pero es ella la que conoce de memoria tu lado más vulnerable.

Mujeres…simple perfección. No hay criatura más hermosa que ustedes, son divinas, por qué negarlo. Sin el brillo de su mirada, los hombres estaríamos devorándonos y volviéndonos más locos que un chimpancé drogado. Son nuestro complemento perfecto. No podemos vivir sin sus besos, pero a veces, tampoco podemos existir en tranquilidad de su mano. Es que forjar una relación sólida no es sencillo. Somos muy diferentes y se nos complica llegar a la conciliación amorosa precisa. Y seamos honestos. Discutir con una mujer es como salir a guerrear contra todo el ejército de Estados Unidos con una piedra, imposible vencer. La derrota está asegurada. Ok, soy consciente que en una relación no tiene porque existir un ganador, no se lleva un premio el que se sale con la suya. La idea es encontrar un punto clave de unión, que los cedes sean turnados. Pero para que eso suceda, el proceso toma su tiempo. Si bien es cierto el amor es una decisión, pero su éxito depende de la evolución de la comprensión que se establezca con la pareja. Mi intención no es parecer el Doctor corazón en este post, pero sí, dar mi humilde opinión de cómo llevar la fiesta en paz con una chica. Sin más preámbulos, les abro el telón a este singular escrito que he preparado con mucho cariño  para  todos ustedes.

1.    ¡Cuidado con los chiquitingos!

La atracción en una pareja es fundamental. Y obviamente, no tiene nada de malo que dos personas que se amen, pongan en manifiesto esa pasión que los une, haciendo el amor. Cada pareja tienes sus reglas y sus límites, lo importante es que ambos acepten los acuerdos desde un inicio y vivan feliz con ello. Pero, los problemas empiezan cuando esa atracción corporal tiene un significado distinto para los protagonistas de la relación, es ahí cuando nacen los egoísmos a la hora de amar, y ese acto tan mágico, placentero y divino, se va convirtiendo en un potencial motivo de discusión. Lo que sucede es que el hombre y la mujer no hacen el amor de la misma manera. No piensan igual en ese momento de éxtasis, y obviamente, su fin no es el mismo. Es así que solo quedan dos cartas sobre la mesa para los hombres. La primera: “Vivir engañado pensando que lograste hacer vibrar a tu mujer y que eres un Maradona en la cama”. O la segunda: “Darte el tiempo de conocer mejor a la persona que amas. Observar al detalle qué es lo que espera de ti en ese momento. Conocer su cuerpo incluso más que el de uno mismo. Pero sobre todo, trasmitirle seguridad”.

Hay algo que debemos entender todos los hombres, y con el permiso de las damiselas que lean este post, se los diré por ustedes. A la mayoría de chicas, los quickly, los chiquitingos, los rápidos y furiosos, no les gustan. Las cosas como son. Si bien es cierto en su momento pueden caer en la pasión del instante, pero después, se quedan pensativas y pueden llegar incluso a sentirse usadas. Suena feo. Pero tristemente es así. Tener intimidad no es un descargue, porque si no estaríamos hablando de una masturbación compartida. El sexo es un arte del amor, un acto que solamente se debe dar con una persona que nos trasmita la entera confianza del caso. A veces nosotros los caballeros, nos encabronamos a mil cuando nuestra pareja nos hace algún comentario desalentador que ponga en tela de juicio nuestro glamuroso desempeño en la cama. No, no se le puede decir a un hombre: “Mi amor, no me gusta que vayas tan rápido”. Sería como una patada en las ciruelas. Y no es así. Si de verdad desean experimentar con su pareja una sesión amatoria digna de un premio nobel, les recomiendo que se tomen su tiempo. Nadie los apura. La magia no está en la barita, sino en los trucos del mago. Seducción, coquetería. La mujer es lúdica por excelencia al momento de hacer el amor, no le quiten esa opción. Mañana no se acaba el mundo. Pero el mal desempeño en la cama, sí puede acabar una relación.  

2.    Las mujeres contraatacan

Generalmente los hombres logran descubrir cómo discutir con una mujer en la adultez, después de la derrota y la agonía de millones de guerras perdidas. En pocas palabras,  cuando la experiencia luce gris en sus cabelleras. El nivel de dificultad es similar a que un simple mortal pueda hacer una genkidama. Sin embargo, es posible adelantarnos un poquito al arduo camino de entender a las mujeres, si nos tomamos el tiempo de escucharlas, observarlas y analizarlas al detalle.

Las chicas son las mejoras comunicadores del planeta, pueden llegar a expresar tanto  hasta con un simple movimiento de cabello, solo es cuestión de estar atentos para comprender su posición frente a una discusión. Las mujeres manejan un escudo de rebote, son expertas en el contraataque; me explico: Lo que sucede es que cuando nos encontramos frente a una batalla intergaláctica con una dama, generalmente al inicio empezamos a recibir sus minuciosas quejas o ataques, acumulando la posible interminable lista de reclamos. La bomba atómica ha sido detonada y no hay marcha atrás. Pero, recontra mandriles, pisamos el palito y nos volvemos primitivos, soltando pachotada y media, según nosotros, para poner las cosas en claro. Lo único que dejamos en claro es que somos unos insensibles de primera por no saber entender a la persona que amamos. Lamentablemente los hombres, cuando nos sentimos atacados, nos centramos tanto en la futura respuesta que daremos, que no prestamos atención a la solicitud efusiva de nuestra amada, ocasionando que la discusión se incremente. Si tan solo pudiésemos ser pacientes y tomarnos el tiempo de captar al detalle cada palabra, lograríamos un final de telenovela.

Cuando una mujer está molesta quiere ser escuchada y rechaza la posibilidad de entender conceptos, pero sí frases. Si un hombre se las quiere dar de orador en una discusión, se dará cuenta que su chica desglosará cada oración que haga, analizando semántica y sintácticamente cada punto negativo para usarlo en su contra. La mujer tiende a ser fatalista por excelencia, es por eso que frases como: “Todos los días peleamos”, “Ya estoy arto de esto”, “No puedo seguir así”, “No te das cuenta que la estas cagando”, no harán reaccionar a nuestra amada, simplemente la hará sentir desprotegida, que la relación no está funcionando bien. Y obviamente en la mayoría de casos no es lo que nosotros, los hombres, buscamos expresar. Recuerden, chicos, no creamos que ellas entenderán el concepto de nuestras mil palabras, pensemos como ellas, tomémonos el tiempo de construir mejor nuestras oraciones. Aprendamos a escuchar. La mujer es muy astuta y no podemos ponernos en el mismo nivel de discusión. Después de que ella haya acabado de hablar, nos dará pie para que emitamos la respuesta del millón. En vez de un “Estoy cansado de discutir”, queda mejor un “Tranquila, vamos a arreglar las cosas”. Obviamente si es que lo acredita, no. Me pongo en la posición de encontrarnos frente a una discusión que merece una reconciliación inmediata. Si amas a alguien, no vale la pena querer imponer las ideas que se tiene en la cabeza, es mejor ceder, eso demuestra la capacidad que uno tiene para llevar la fiesta en paz. Pero ojo, nada de ser mártir. Una relación no se basa en sacrificios ni en aguante. Sino en aprender a ser feliz con la persona que amamos con sus defectos y virtudes.

3.    El tiempo no es un canalla

Usualmente en una relación, uno de los miembros de la pareja, no puede tolerar acostarse con un problema en la cabeza, es por ello que tiende a ser lo más pesado posible con el afán de encontrar una solución inmediata, haciendo de todo para arreglar un problema al instante. A veces puede funcionar, pero en otros casos, convertir la pequeña lluvia en un diluvio de problemas será lo único que logre. El tiempo es una herramienta clave en una relación, pero funciona de manera distinta para las mujeres, tiene un efecto muy en particular que a veces los varones no sabemos comprender. El tiempo no es un canalla ni un superhéroe, tan solo el resultado de nuestras acciones a través del estado de las emociones que afloran y moldean nuestro día a día. Suena a quemada total, lo sé, pero analicemos a profundidad lo dicho en el siguiente párrafo.

La mujer es un ser reflexivo, pero tiende a la saturación y al escapismo. Para una chica el tiempo es básico para recapacitar, liberar tensión y encontrar soluciones. Cuando se llena de conflicto, evita explotar y prefiere alejarse de la zona de crisis, es una reacción de defensa que le permite evadir el aumento de disturbios. En cambio, para el hombre, un ser inseguro por naturaleza, el tiempo es un arma de doble filo porque las dudas empiezan a multiplicarse, los temores irradian su alma de oscuridad y puede confundirse. He ahí la importancia de la unión entre ambos sexos, la oportunidad mágica que les da la vida, ya que si juntamos ambas formas de llevar el tiempo, ese control de reflexión de las mujeres, y esa desesperación de los hombres que los hacen buscar soluciones inmediatas, lograrán generar un punto de equilibrio perfecto, que detonará una explosión de corazones y felicidad plena. No hay momento más glorioso en una pareja, que cuando aprenden a manejar los tiempos y espacios del otro. Pongámonos en el caso de que a puertas de una reunión súper importante de trabajo, pelee con mi enamorada. Querré buscar mi tranquilidad de inmediato y solucionar el embrollo al instante, forzando una solución que quizá no se aproxime a llegar. Aquí goza la esencia de una relación exitosa. Si yo aprendo a entender que mi chica necesita de un espacio para tranquilizarse, se lo daré y evitaré que la discusión crezca,  aprendiendo con el tiempo a llevar los problemas con calma. Por su parte, si mi pareja reconoce que necesito tranquilidad para tener éxito en mi reunión, me la dará para que pueda triunfar. El amor nos va aligerando el orgullo, haciendo que poco a poco, no nos centremos en uno, sino en la felicidad de los dos.       

Hago un paréntesis en este punto, porque allí radica el nombre de este post. “Sí, mi amor”. Al parecer, a veces es la única salida para evitar una larga y tensa discusión con la dueña de nuestro corazón. Sin embargo, quiero aclarar que ceder no tiene nada de malo. Amar es comprender. La mujer no es el sexo difícil, simplemente que tanta perfección las confunde un poco en algunas ocasiones. Esforcémonos  más, no solo por complacer a nuestras novias, sino por entenderlas. Eso de que mi chica me hace problemas por tonterías, son excusas para aminorar el mal desempeño que estamos haciendo en algo. Una mujer no habla por las puras, cuida muy bien cada palabra que dice. Estemos más atentos y disfrutemos de la riqueza de una fémina, que en todo aspecto, es maravillosa. Sin ellas no podemos vivir, ¿de dónde naceríamos? El simple hecho que la naturaleza las haya escogido para poder dar vida, las hace divinas.

Un beso enorme para todas las mujeres que aprenden cada día más a tenernos paciencia. Y un aplauso para todos los hombres que se esfuerzan a mil por conquistar y sorprender a la chica de sus sueños, todas las mañanas, como si fuese el instante en el que se declararon. No hay fruto más preciado, que el que se cultiva con amor.     

Jhonnattan Arriola Rojas

3 comentarios:

  1. Gracias gracias, ha sido un lindo tributo para nosotras, como si hoy fuera 8 de marzo, perfecto.

    Besos mentales.

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  2. Muchas gracias por tu comentario, Belleza Negativa. Me alegra que te haya gustado el post. Después de mil caídas, un intento por llegar a conocer un poquito más, la fabulosa forma de pensar de las mujeres, referente a algunos temas.

    Un abrazo,

    Jhonnattan Arriola

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