Verónica y Ángel, la pareja perfecta, mis dos mejores amigos. Cómo olvidar el día en que los conocí. De pequeño siempre me sentía muy solo, hablo de cuando tenía ocho años aproximadamente. Pero un día una familia se mudó a la casa de al lado, y el hijo menor, mi nuevo vecino, me invitó a jugar con sus “Caballeros del zodiaco”. Desde ese día Ángel y yo nos volvimos inseparables. Y bueno, con Verónica las cosas fueron distintas. La conocí el año pasado, a los dieciocho, en la fiesta de Carmen, mi ex. Debo admitir que en un principio la belleza de Vero, me cautivó por completo. Llegué a conseguir esa noche, su número de celular, su correo electrónico, y su amistad incondicional. Angelito fue el que se llevó el premio mayor, después de besarla mientras bailaban una balada de “DLG” (No morirá).
Ángel dice que su enamorada es la chica ideal. Hace un par de días me lo reiteró en el patio de mi casa, con unas cervezas de por medio.
–Oe compadre, me he sacado la lotería. Verito es de lo mejor, siempre tan detallista, cariñosa. Con esa sonrisa tan dulce, de labio grueso inferior, tan atrayente, que siempre provoca darle una mordidita. Y qué decir de sus ojos, mi chinita linda, no hay más mujer que ella. Me encanta como siempre juega con sus peinados, su cabello negro, lacio, es bien moldeable. Es una gloria verla en minifalda, ahora que es verano y hace calor, está totalmente justificado. Su cuerpito me fascina causa. Esas tetas y ese culo, me tienen embrujado.
Sonreí al escuchar a mi amigo. Prendí un cigarrillo, y dije: “Me alegra que seas feliz. Te lo mereces realmente”. –Gracias Sandro, es bueno tener amigos como tú.
Verónica y Ángel, la envidia de todos. Por el año mi compadre le regaló un anillo grabado, con la tierna frase “Siempre juntos”. Y bueno, Vero no se quedó atrás, aprendió a tocar guitarra para dedicarle una romántica canción. Como dije en un principio, son la pareja perfecta. Ambos muy amables, gentiles, dulces, comprensivos, amorosos, buenos amigos…y todos los demás calificativos similares. Es una suerte para ellos tenerse el uno al otro, pero sobre todo, que yo permanezca en silencio.
Pensé que nunca olvidaría lo bueno que Ángel ha sido conmigo. De aquél juramento a los quince años. “Siempre cuidaremos el uno del otro”. Hecho después que mi mejor amigo me salvara de recibir una gran golpiza en manos de un gringo desabrido, enfadado por bailar con su enamorada. Prometí nunca engañarlo, decirle la verdad en cada momento. Teníamos tantas metas juntos, inclusive pensábamos formar una empresa cuando termináramos nuestras carreras, ambos futuros Administradores. Pero todo eso se fue al mismo infierno, el día en que su enamorada le fue infiel, y yo, simplemente callé. No dije nada por miedo a destruir una relación tan bonita, y ver a mi amigo sufrir…No dije nada porque Verónica le fue infiel conmigo.
Todo comenzó un jueves por la noche. La gran pareja recién llevaba tres meses, y habían tenido su primera fuerte pelea. Verónica me buscó llorando, para esto, ella y yo, ya nos habíamos hecho muy buenos amigos. Conversábamos casi todos los días hasta la madrugada por teléfono, y teníamos muchas cosas en común, pero solo ese sentimiento nos unía, amistad. Le quise invitar un vaso con agua, pero ella pidió algo más fuerte. Debí darle un té cargado, o un café, pero opté por el vino.
Las horas pasaron, ella lloraba, y yo la abrazaba. Me sentía por esos instantes como su enamorado, sé que estaba mal, pero lo disimulaba echándole la culpa al alcohol. No había nadie en mi casa, y estábamos en mi habitación, supuestamente para conversar con más tranquilidad. Ella estaba echada en mi cama, y yo, sentado a su lado, escuchando todo sus dilemas de amor.
-Ángel es tan caballero, correcto, súper lindo, pero no me siento del todo feliz a su lado. Somos muy diferentes. Hoy se lo dije, por eso me siento tan mal. –Tranquila Vero, llevar una relación es difícil. Ya verás que con el tiempo lograrán entenderse cada vez mejor como pareja. Ambos nos quedamos mirándonos. Ella me sonrió, y dijo: “Ven aquí”. Su voz era tan envolvente. Me acerqué y me dio un abrazo. Me alejé con rapidez, sus labios estaban muy cerca. –Eres muy lindo Sandro, por eso te considero uno de mis mejores amigos. –No soy como crees, le dije, llené mi copa de vino, y la bebí por completo. Me levanté, habíamos tomado bastante, y la cabeza me daba vueltas. – ¿A qué te refieres?, preguntó con curiosidad. – ¿Alguna vez te has sentido muy atraída por el enamorado de tu mejor amiga? –No, contestó de golpe.
Comencé a reír sin explicación alguna. – ¿Qué te pasa Sandro? –Nada. Simplemente que me gustaste desde que te vi, pero Ángel fue más astuto, y logró conquistarte…Maldita sea, ya no sé qué estoy diciendo. Vero se acercó a mí, me abrazó, y pidió que pare de decir tonterías. Guardé silencio, en ese instante, comenzamos a reír carcajadas. Estábamos completamente borrachos, éramos dos marionetas, manejadas por el embrujo del vino. No sé qué fue lo que dije, o si yo la besé, o ella a mí, pero la acción se concretó.
Nos besamos con pasión. Ambos de pie, en la puerta de mi habitación. Nos detuvimos. La miré a los ojos, estaba llorando. –Mierda, discúlpame, dije, pasando mis manos por la cabeza. Verónica se puso roja, me miró con rabia, y me lanzó una cachetada. Me froté el rostro, no dije nada, ya que sabía que me merecía el golpe. Pensé que todo acabaría allí, sin embargo, Vero se puso histérica, y comenzó llenarme de golpes. Tomé de sus manos, le rogué que se calmara, pero era inútil, al parecer le había dado los famosos “Diablos azules”. La tuve que sujetar, y echarla a la cama. Debo admitir que fui algo brusco, ya que sin querer, caí encima de ella. –Escúchame, realmente lo siento. Cálmate, solo te pido eso. Lo último que quiero es hacerte daño. Verito respiró profundo, me miró directamente a los ojos, y dijo:”Lo peor de todo es que no me obligaste a nada, te besé por voluntad propia…Carajo, deseo seguir haciéndolo. Me besó, me sentí en el cielo. Cerré los ojos, y decidí olvidar por el momento, que Ángel existía.
La desnudé, y ella a mí. Observamos con minuciosidad nuestros cuerpos. Su piel blanca y suave, tenía aroma a vainilla. Le besé el cuello, mientras acariciaba sus gruesas piernas. Ella apretaba mi espalda, a tal punto de clavar suavemente sus uñas. -Te amo, dijo de pronto. Lo que decía no era verdad, en su cabeza todo era confusión. No contesté nada, ya que estaba muy ocupado, besando sus senos. Los apreté con delicadeza, moviéndolos en círculos, logrando un suave y profundo gemido de su parte. Ambos estábamos en mi cama, sentados, acariciándonos. Deslicé mis manos por su trasero, durito y abultado, lo suficiente como para volver loco a cualquier hombre. Se echó, me puse encima, la besé nuevamente, mordí con fuerza su labio inferior, y la hice mía.
Nos quedamos dormidos esa noche. El sexo comenzó a las diez, y a la una despertamos. Felizmente aún no habían llegado mis padres. Verónica se vistió en un segundo, y salió prácticamente corriendo de mi casa. Por mi parte me levanté de la cama, e intenté dejar todo en orden. Fue allí donde encontré la más clara evidencia. Vero olvidó su calzón, marca Leonisa, azul oscuro, casi negro.
Al día siguiente Verónica y yo tuvimos una extensa plática. Juramos nunca más hablar del tema, seguir siendo buenos amigos, y sobre todo, no decirle nada a Ángel.
Retomemos esta historia, a aquella noche en la que mi mejor amigo, me hablaba de lo buena que es su enamorada.
–Gracias Sandro, es bueno tener amigos como tú. –No me digas esto. –Qué mierda te pasa, últimamente estás muy “Emo”, dijo de broma. -Espérame un segundo, hay algo que quiero mostrarte, dije sin mirarlo.
Tardé exactamente diez minutos. –Oe te has demoro un culo ¿Que mierda has ido a hacer? Le aventé el calzón, y dije: “Es de Verónica. Hace nueve meses me acosté con ella. Juramos nunca decirte nada, pero ya no puedo con esto. Me siento en el infierno desde entonces. No te mereces a un amigo como yo, es por eso que hago esto, para salir expulsado de tu vida.
Ángel me miró sorprendido. Su mirada se humedeció, y solo atinó a preguntar. -¿Esto es una broma verdad? Verónica ama realmente a mi amigo. Sin embargo cometió un error, le falló. No tengo la valentía como para matar su relación, es verdad soy un cobarde, que por más que tuve mi medio segundo de honestidad, no soportaría una vida sin mi fiel compañero.
-Claro compadre, qué me crees, ese calzón se lo quité a Carmen. Sorry maestro, creo que me pasé de la raya. Ángel me aventó la prenda, rio a carcajadas, y dijo:”Pendejo de mierda, casi me da un infarto”.
Ya han pasado varios días después de ese incidente. Aunque suene conchudo, debo hacerme el loco, y callar. Y si en algún momento llego a confesar mi crimen, lo consultaré con mi cómplice primero.
Lo siento por Ángel, le he fallado. Sé que nunca me lo perdonaría. Ya no soy un niño, que juega en el parque con varios chicos, son pocos los buenos amigos que me quedan. Sé que debería asumir mi culpa, pero lo veo tan feliz, que no puedo.
Jhonnattan Arriola
Ángel dice que su enamorada es la chica ideal. Hace un par de días me lo reiteró en el patio de mi casa, con unas cervezas de por medio.
–Oe compadre, me he sacado la lotería. Verito es de lo mejor, siempre tan detallista, cariñosa. Con esa sonrisa tan dulce, de labio grueso inferior, tan atrayente, que siempre provoca darle una mordidita. Y qué decir de sus ojos, mi chinita linda, no hay más mujer que ella. Me encanta como siempre juega con sus peinados, su cabello negro, lacio, es bien moldeable. Es una gloria verla en minifalda, ahora que es verano y hace calor, está totalmente justificado. Su cuerpito me fascina causa. Esas tetas y ese culo, me tienen embrujado.
Sonreí al escuchar a mi amigo. Prendí un cigarrillo, y dije: “Me alegra que seas feliz. Te lo mereces realmente”. –Gracias Sandro, es bueno tener amigos como tú.
Verónica y Ángel, la envidia de todos. Por el año mi compadre le regaló un anillo grabado, con la tierna frase “Siempre juntos”. Y bueno, Vero no se quedó atrás, aprendió a tocar guitarra para dedicarle una romántica canción. Como dije en un principio, son la pareja perfecta. Ambos muy amables, gentiles, dulces, comprensivos, amorosos, buenos amigos…y todos los demás calificativos similares. Es una suerte para ellos tenerse el uno al otro, pero sobre todo, que yo permanezca en silencio.
Pensé que nunca olvidaría lo bueno que Ángel ha sido conmigo. De aquél juramento a los quince años. “Siempre cuidaremos el uno del otro”. Hecho después que mi mejor amigo me salvara de recibir una gran golpiza en manos de un gringo desabrido, enfadado por bailar con su enamorada. Prometí nunca engañarlo, decirle la verdad en cada momento. Teníamos tantas metas juntos, inclusive pensábamos formar una empresa cuando termináramos nuestras carreras, ambos futuros Administradores. Pero todo eso se fue al mismo infierno, el día en que su enamorada le fue infiel, y yo, simplemente callé. No dije nada por miedo a destruir una relación tan bonita, y ver a mi amigo sufrir…No dije nada porque Verónica le fue infiel conmigo.
Todo comenzó un jueves por la noche. La gran pareja recién llevaba tres meses, y habían tenido su primera fuerte pelea. Verónica me buscó llorando, para esto, ella y yo, ya nos habíamos hecho muy buenos amigos. Conversábamos casi todos los días hasta la madrugada por teléfono, y teníamos muchas cosas en común, pero solo ese sentimiento nos unía, amistad. Le quise invitar un vaso con agua, pero ella pidió algo más fuerte. Debí darle un té cargado, o un café, pero opté por el vino.
Las horas pasaron, ella lloraba, y yo la abrazaba. Me sentía por esos instantes como su enamorado, sé que estaba mal, pero lo disimulaba echándole la culpa al alcohol. No había nadie en mi casa, y estábamos en mi habitación, supuestamente para conversar con más tranquilidad. Ella estaba echada en mi cama, y yo, sentado a su lado, escuchando todo sus dilemas de amor.
-Ángel es tan caballero, correcto, súper lindo, pero no me siento del todo feliz a su lado. Somos muy diferentes. Hoy se lo dije, por eso me siento tan mal. –Tranquila Vero, llevar una relación es difícil. Ya verás que con el tiempo lograrán entenderse cada vez mejor como pareja. Ambos nos quedamos mirándonos. Ella me sonrió, y dijo: “Ven aquí”. Su voz era tan envolvente. Me acerqué y me dio un abrazo. Me alejé con rapidez, sus labios estaban muy cerca. –Eres muy lindo Sandro, por eso te considero uno de mis mejores amigos. –No soy como crees, le dije, llené mi copa de vino, y la bebí por completo. Me levanté, habíamos tomado bastante, y la cabeza me daba vueltas. – ¿A qué te refieres?, preguntó con curiosidad. – ¿Alguna vez te has sentido muy atraída por el enamorado de tu mejor amiga? –No, contestó de golpe.
Comencé a reír sin explicación alguna. – ¿Qué te pasa Sandro? –Nada. Simplemente que me gustaste desde que te vi, pero Ángel fue más astuto, y logró conquistarte…Maldita sea, ya no sé qué estoy diciendo. Vero se acercó a mí, me abrazó, y pidió que pare de decir tonterías. Guardé silencio, en ese instante, comenzamos a reír carcajadas. Estábamos completamente borrachos, éramos dos marionetas, manejadas por el embrujo del vino. No sé qué fue lo que dije, o si yo la besé, o ella a mí, pero la acción se concretó.
Nos besamos con pasión. Ambos de pie, en la puerta de mi habitación. Nos detuvimos. La miré a los ojos, estaba llorando. –Mierda, discúlpame, dije, pasando mis manos por la cabeza. Verónica se puso roja, me miró con rabia, y me lanzó una cachetada. Me froté el rostro, no dije nada, ya que sabía que me merecía el golpe. Pensé que todo acabaría allí, sin embargo, Vero se puso histérica, y comenzó llenarme de golpes. Tomé de sus manos, le rogué que se calmara, pero era inútil, al parecer le había dado los famosos “Diablos azules”. La tuve que sujetar, y echarla a la cama. Debo admitir que fui algo brusco, ya que sin querer, caí encima de ella. –Escúchame, realmente lo siento. Cálmate, solo te pido eso. Lo último que quiero es hacerte daño. Verito respiró profundo, me miró directamente a los ojos, y dijo:”Lo peor de todo es que no me obligaste a nada, te besé por voluntad propia…Carajo, deseo seguir haciéndolo. Me besó, me sentí en el cielo. Cerré los ojos, y decidí olvidar por el momento, que Ángel existía.
La desnudé, y ella a mí. Observamos con minuciosidad nuestros cuerpos. Su piel blanca y suave, tenía aroma a vainilla. Le besé el cuello, mientras acariciaba sus gruesas piernas. Ella apretaba mi espalda, a tal punto de clavar suavemente sus uñas. -Te amo, dijo de pronto. Lo que decía no era verdad, en su cabeza todo era confusión. No contesté nada, ya que estaba muy ocupado, besando sus senos. Los apreté con delicadeza, moviéndolos en círculos, logrando un suave y profundo gemido de su parte. Ambos estábamos en mi cama, sentados, acariciándonos. Deslicé mis manos por su trasero, durito y abultado, lo suficiente como para volver loco a cualquier hombre. Se echó, me puse encima, la besé nuevamente, mordí con fuerza su labio inferior, y la hice mía.
Nos quedamos dormidos esa noche. El sexo comenzó a las diez, y a la una despertamos. Felizmente aún no habían llegado mis padres. Verónica se vistió en un segundo, y salió prácticamente corriendo de mi casa. Por mi parte me levanté de la cama, e intenté dejar todo en orden. Fue allí donde encontré la más clara evidencia. Vero olvidó su calzón, marca Leonisa, azul oscuro, casi negro.
Al día siguiente Verónica y yo tuvimos una extensa plática. Juramos nunca más hablar del tema, seguir siendo buenos amigos, y sobre todo, no decirle nada a Ángel.
Retomemos esta historia, a aquella noche en la que mi mejor amigo, me hablaba de lo buena que es su enamorada.
–Gracias Sandro, es bueno tener amigos como tú. –No me digas esto. –Qué mierda te pasa, últimamente estás muy “Emo”, dijo de broma. -Espérame un segundo, hay algo que quiero mostrarte, dije sin mirarlo.
Tardé exactamente diez minutos. –Oe te has demoro un culo ¿Que mierda has ido a hacer? Le aventé el calzón, y dije: “Es de Verónica. Hace nueve meses me acosté con ella. Juramos nunca decirte nada, pero ya no puedo con esto. Me siento en el infierno desde entonces. No te mereces a un amigo como yo, es por eso que hago esto, para salir expulsado de tu vida.
Ángel me miró sorprendido. Su mirada se humedeció, y solo atinó a preguntar. -¿Esto es una broma verdad? Verónica ama realmente a mi amigo. Sin embargo cometió un error, le falló. No tengo la valentía como para matar su relación, es verdad soy un cobarde, que por más que tuve mi medio segundo de honestidad, no soportaría una vida sin mi fiel compañero.
-Claro compadre, qué me crees, ese calzón se lo quité a Carmen. Sorry maestro, creo que me pasé de la raya. Ángel me aventó la prenda, rio a carcajadas, y dijo:”Pendejo de mierda, casi me da un infarto”.
Ya han pasado varios días después de ese incidente. Aunque suene conchudo, debo hacerme el loco, y callar. Y si en algún momento llego a confesar mi crimen, lo consultaré con mi cómplice primero.
Lo siento por Ángel, le he fallado. Sé que nunca me lo perdonaría. Ya no soy un niño, que juega en el parque con varios chicos, son pocos los buenos amigos que me quedan. Sé que debería asumir mi culpa, pero lo veo tan feliz, que no puedo.
Jhonnattan Arriola
Excelente historia estimado Jhonnatan, tienes muy buenas fuentes de inspiracion, te vas a llevar el oscar al mejor guion adaptado,,jeje
ResponderEliminarSigue asi y llegaras lejos..
Un abrazo
SS
Jhonnattan increíble, muy bien redactado, esas historias pasan siempre pero tu le has dado un toque especial, un abrazo--
ResponderEliminarMar
Rudaza la Historia XD taba chvr
ResponderEliminarsencillamente genial! dejas muchas enseñanzas e! sigue asi! y haz q todos pisen tierra!
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