sábado, 28 de noviembre de 2009

Cómprame una cholita

Mientras iba destino a mi casa en la línea 48, un hombre de unos 50 años subió al bus y como la gran mayoría de personas que no tienen recursos ni trabajo, comenzó a contar su historia. Tiene una familia que está conformada por su hija de 8 años y su esposa que trabaja lavando ropa. No cuenta con un trabajo estable, hace dos meses lo despidieron y debido a eso, la única manera de salir adelante para poder mantener a su humilde familia es subiendo a diario a los micros limeños y vendiendo unos llaveros, pero no son simples llaveros, son pequeñas cholitas hechas a base de semillas de coco con su traje típico bordado a mano. Toda una pequeña obra de arte.

Pasaba por los asientos intentado vender aunque sea uno, pero nadie los compraba. En sus ojos se notaba la tristeza que sentía, tal vez era por saber que ese día no llevaría lo suficiente para la tranquilidad de su familia. Llegó a mi lugar y mirándome con sus ojos brillosos y casi quebrándose la voz me dijo:

- Joven, ¿me compra una cholita? Está barata y es un lindo adorno.

- Está muy bonita pero ahorita no tengo dinero.

Tenía exactamente 30 céntimos en mi bolsillo, producto del vuelto que me habían dado al pagar mi pasaje.

- Tome, llévesela a 50 céntimos, añadió el hombre.

- Discúlpeme de verdad, en serio no tengo dinero. Solo traigo conmigo 30 céntimos.

- No importa, llévesela a 30 céntimos, es suficiente para mí.

Un sentimiento de culpa inundó mi interior. Sentía pena al saber que no podía ayudar a ese pobre hombre.

Faltaba una cuadra para llegar a mi casa y él también estaba apunto de bajar. Al descender, lo ubiqué y lo seguí.

- ¡Señor! Este… quisiera comprar un par más de cholitas, le parece bien si voy a mi casa y saco el dinero. Vivo en esta cuadra.

- Claro que me parece bien. Muchas gracias joven.

Volví a los 15 minutos. Él estaba esperándome sentado en el paradero mientras comía un pan.

- Tenga, le compro siete.

- ¡Wao! Muchas pero muchas gracias joven. Es usted muy amable.

- (Río) No me agradezca. Oiga, estoy yendo a almorzar, por qué no me acompaña.

- ¿Está hablando usted en serio?

- Sí, qué dice. ¿Vamos?

- Sí, me gustaría, pero una pregunta, por qué está siendo tan bueno conmigo.

- No lo sé, solo quiero serlo.

Comimos algo modesto, tampoco soy muy pudiente. Luego de 40 minutos de conversación nos dimos un fuerte apretón de manos y nos despedimos.

- Gracias por todo joven, mi hija y mi esposa también se lo agradecen. Cuídese y mucha suerte.

Se llamaba Luis y tenía 56 años. Vive en Los Olivos en un cuarto alquilado. No tiene muchas comodidades pero hace hasta lo imposible por darle lo mejor a su hija Luciana de 8 años y a su esposa Carmen.

Una semana después, iba de camino al Centro de Lima y para mi sorpresa un señor sube al bus y comienza a contar su historia. Estaba bien vestido, peinado y con algunos documentos en sus manos. Era Luis, pero esta vez no vendía cholitas. Es más, no vendía nada. Solo hablaba, pero raro, muy raro. Tartamudeaba. Sudaba mucho. Estaba muy pálido. Se agarraba el pecho como si sintiese un dolor muy fuerte. Y al caminar parecía que perdía el equilibrio. ¿Qué pasa Luis?

Cuando terminó, se dispuso a bajar por la puerta posterior.

- ¿Qué pasa? – Le digo – ¿No saludas a viejos amigos?

- ¡Jorge! Que gusto verte ¿Cómo te va?

Nos bajamos del bus. Prefería conversar con él que hacer otras cosas. Caminamos por la Plaza de Armas. Me contó que estaba un poco delicado de salud y que a veces se siente débil por lo que no puede hacer más cholitas. Me invitó almorzar a su casa, me dijo que vaya al día siguiente puesto que a su esposa le habían regalado un par de gallinas.

Llegué a la hora exacta. Conocí a la pequeña Luciana y a Carmen. Pasamos horas muy gratas. Conversamos y reímos; y al final brindamos con el vino que llevé de regalo. Intercambiamos números y me despedí. Es una familia increíble, según lo que me contaron, siempre se han apoyado, pase lo que pase, en las buenas y en las malas.

Pasaron algunas semanas y mi celular sonó. Era la pequeña Luciana. Me habló llorando, me dijo si podía ir a su casa. Paré en taxi y partí.

Al llegar, Luciana me estaba esperando en la puerta. Corrió hacia mí y me abrazó. Y mientras lloraba lo único que logró decir era: “Mi papá, mi papá”. Entré rápido a la habitación y vi a Luis postrado en su cama, se veía mal, respiraba con mucha dificultad.

- Jorge, gracias por venir.

- Luis qué mierda pasó. ¿Por qué estás así?

Me agarró la mano – estaba fría - y me entregó un pequeño sobre. Me miró a los ojos y a duras penas logré escuchar un gracias. Luis murió.

De camino a casa, abrí el sobre. Había un cholito, me hizo uno. Y una nota decía:

Gracias por todo. Empecé hacer este cholito desde el primer día que te conocí, quise entregártelo antes pero a causa de mi enfermedad no pude hacerlo. Tengo anemia desde hace 8 meses y creo que mi descuidado cuerpo ya no aguanta más. Cuídate mucho. Te quiero amigo.

Miré al cielo y lloré. También te quiero cholito, también te quiero.

EB

8 comentarios:

  1. Muy buena historia. Es la mejor que he leido de ti. Realmente logras meter a uno en el relato. Me has sorprendido. Excelente!

    ResponderEliminar
  2. Que gusto leer y sentir la sensibilidad en el autor y sobre todo contagiarla a las/os lectoras y asi dar a conocer la realidad de tanta gente que sabe vivir con lo minimo y de alguna manera siempre podemos aportar con cariño y pequeños detalles compartir y dar de lo que se tiene ysimepr tenmos cariño y tiempo

    ResponderEliminar
  3. Primo el tema me parece muy bueno pero te saldria mejor si practicas en el tono narrativo no se si entiendes. de todas formas has mejorado :D

    ResponderEliminar
  4. esta d mas decir...q es la mejor de todo el blooog! sta super bueena..
    tmre me has hecho llorar con este historiooon!!! super bueena..
    sigue asi! =)

    ResponderEliminar
  5. sin mas q decir Milo SUPER BUENA!!...la mas conmovedora de todas las historias del bloogg!!...se me cairon las lagrimas!! tmr q tal muestra sensibilidad con esa family!

    ResponderEliminar
  6. Una de las mejores, aunque todas son muy buenas y lo sabes.
    Esa sensibilidad es la que muchas veces necesitamos cuando alguien viene a nosotros pidiendo ayuda.
    Eres un tonto. Te extrañaré
    AL.

    ResponderEliminar
  7. Ya era hora que apostaras por temas como esos...ves cuando se escribe algo que sale del corazón puede tener también acogida...llega a ser un texto más poderoso que uno que solo habla de sexo, alcohol y mujeres, puesto que el crearlo demanda una alta sensibilidad por parte del autor...que en este caso se logró....pero puedes progresar más si sigues practicando....

    Ya tengo un nuevo post que espera ser leído por ti!!!

    NOS LEEMOS!

    ResponderEliminar
  8. q buen a historia! tengo los ojos brillosisisimoos!

    ResponderEliminar