domingo, 26 de septiembre de 2010

“Hoy me tocó perder”

Tener sexo, hacer el amor, alborotar las hormonas en movimientos coordinados, jugar al dame que te doy, como quieran llamarlo, generalmente es muy placentero, a menos que la mujer que está durmiendo al lado tuyo, recostada, totalmente desnuda, sea tu ex, la cual nunca olvidaste, la que te dejó por el bacancito de su universidad…y juraste nunca volver a ver.

No puede ser, he sido víctima del popular “Remember”. Hace un año que terminé mi relación con Claudia, jurándonos resentimiento eterno. Y ahora, la tengo junto a mí, durmiendo, esperando amanecer en mis brazos, en nuestro antiguo lugar amatorio, aquél hostal de tres estrellas del famoso distrito de Magdalena.

En serio opino que la celestina creencia, que después de acabar una relación, se pueden establecer lazos amicales con la ahora ex pareja, en verdad, son ideas totalmente irreales, y mucho menos si ambos son seres resentidos, que aunque fingían estar bien anímicamente, rugían como leones hambrientos sin que el otro se enterara, después de cada pelea.

Bueno, yendo al grano y sin perderme en los rodeos…tengo un serio problema. Sigo perdidamente enamorado de Claudia, sé muy bien que cuando despierte, la miraré con ojos de cachorro abandonado, con hambre, frío y en busca de un hogar, y no podré evitar confesarle mis sentimientos, usando frases totalmente cursis como “Eres el amor de mi vida”. Lo sé, soy patético, pero qué puedo hacer, estoy enamorado. Y lo peor de todo, es que sé perfectamente que ella no siente lo mismo por mí, ya que antes de que cayéramos en esta peculiar situación amatoria, hubo una serie de conversaciones previas, en las cuales ella expresó muy a gusta, lo enamorada que está de Roberto, su actual pareja… Pero no contó que una noche de tragos, lo vulnera todo.

Dieron las tres, la cinco, las siete…No dormí en lo absoluto, hasta que finalmente a las nueve, ella despertó. ¡Coño se me armó!, me dije. Esperé en silencio a que acabe todo su ritual matutino, que se estire y se acomode con calma. Finalmente después de unos segundos, fijó su mirada en mí, acarició con ternura mi rostro y expresó un sexy: Qué noche.

¿Qué noche?, sé muy bien lo que quiere decir con esa barata frase. “Gracias por darme lo que el pinguita de mi enamorado no puede, pero ahora, me lavo las manos, aquí no pasó nada. No iba a permitir que esto suceda, tenía que ponerme fuerte, después de todo, soy un macho que se respeta.

-Un momento, ¿qué quieres decir?

-Nada, simplemente qué la pasamos bien… ¿O no?

Qué astuta, cree que lo puede controlar todo con una sonrisa. No le daré el gusto, he ensayado durante horas todo un discurso Aprista, el cual tendrá que escuchar atenta.

Todas las dudas que tenía en mi cabeza, se las hice saber. Las clásicas preguntas como: ¿Qué soy para ti? ¿Qué vendrá ahora?, estuvieron totalmente incluidas.

Mientras hablaba, Claudia me miraba como si estuviese loco, y una vez que acabé, puso una cara única de sacada de onda, y dijo: “¿Qué rayos te pasa? Pensé que tenías claro las cosas. Tu y yo ya no somos nada, si bien es cierto caímos nuevamente, pero…Ahí queda todo, cada quién tiene su vida”.

Si me pongo moralista, la conclusión sería que ella se ha portado muy mal, pero la verdad, es que estas cosas pasan. La carne es débil, y bueno, a veces uno confunde la magia del momento y se deja llevar. Mucha gente cree que los hombres somos en realidad los piyos, los que conocemos más la vida, y no es así. Eso era antes, ahora las mujeres, incluso en muchas ocasiones, nos llevan la delantera.

La cosa es que acabo de vivir un tipo de historia distinta. No he sido el protagonista, ni el galán. He sido el secundario, el otro… el suplente. Pero me he quedado con una fiel lección.

Cuando Claudia se fue, pidiéndome que no la llamara más, dejándome solo y con la cuenta, entendí que de nada sirve seguir pensando en ella, ya que en realidad nunca me amó. Aunque suene embarazoso, debo admitir que hoy me tocó perder. Así pasa, el amor es una guerra, sangrienta y sin piedad.

Los hombres no somos siempre los vencedores, los héroes. También nos rompen el corazón, también lloramos, y aunque entre nosotros, con una cerveza en mano, digamos que estamos hechos de hierro, es mentira. Hoy debo admitir que solo en un hostal, me siento más idiota que nunca, pero a su vez, comprendo con lentitud, que después de llorar amargamente, me pondré bien, la habré olvidado, ya que por fin pusimos en claro el final de nuestra historia de amor… Por fin podré caminar firme hacia un futuro mejor.

Será que no oyes mi llanto, será que no ves mi anhelo. Tal vez mi amor nunca te convenció, tal vez nunca merecí amarte; quisiera cerrar el libro del recuerdo, dejando paso al presente, encontrando el amor verdadero, ese que tú no pudiste darme. (Felipe Guerrero)




Jhonnattan Arriola

3 comentarios:

  1. Muy buen relato alf!! Me gustan los tintes d humor que le imprimes a las historias XD

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  2. Vaya que buena historia. Una vez más quedo convencido que no somos los únicos a quienes les suceden situaciones que pensamos no se repetiran en los demas.

    Saludos.

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  3. "las mujeres toman la delantera"
    aveces... cuando es necesario
    pero a todos nos toca
    es el karma...
    cada uno busca y trata de conseguir lo ke uno kiere.
    hoy por ti, mañana por mi.
    uno siempre kiere más.
    uno siempre da más...
    el otro ... pierde.
    pero, sea como sea, el momento
    los dos lo disfrutaron.

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