miércoles, 27 de julio de 2011

En mute automático


A veces cuando pienso en los días de invierno, recuerdo las miles de palabras que no siempre se pueden decir en una misma tarde, con una misma tonalidad, con matices claroscuros y con sonidos bajos y en altavoz.

A medida que pasan los años, la vida se convierte en un carrusel de vueltas y más vueltas, en donde giramos al ritmo de las agujetas de un reloj, siempre en una misma dirección y marcando una pausa imaginaria entre número y número, porque así es la vida, un vaivén de momentos grises y tornasol en donde si te quedas varado por más de dos microsegundos, pierdes y caes en lo más profundo de la nada.

Ahí radica la problemática del existir en “la nada” en ese trozo de palabras que denotan gran parte de nuestro vivir y respirar, siempre con un mismo aire colectivo y sobre todo con esa misma sensación de explosión entre el hígado y la garganta, que nos da el impulso para hacer tal o cual cosa.

¿Qué se siente cuando gran parte de la estructura lógica de nuestra día a día termina en una noche vacía y sin puerta de escape? Así nos va, a veces bien y otras no tanto ¿qué hacer cuando se apaga la luna y cuando el sol cesa de irradiar luz y calor? No siempre es fácil volar y dejar el peso del cuerpo y la voz. Aunque ahora que lo pienso, más pesan las palabras, las miradas, los susurros y sobre todo los abrazos que te llenan el alma cuando te sientes en un cubículo de cera y concreto.

Por ahí estás tú, por algún lugar de mi coherente en desequilibrio están tus palabras y tu decir todo sin querer decir nada.

Pero cuando pierdo el equilibrio que me das, sobretodo cuando no están tus brazos a lados de los míos y cuando el grisáceo del cielo parece opacar mis días, es ahí que comprendo lo diminuto e imperfecto que es el elegir y preferirte ante todos y frente a todos, gracias amigo, porque es por ti que aprendo, que no siempre me puedo impulsar en tus hombros para alcanzar las estrellas y un poco del sol. Eso me das y lo recibo, como tu regalo más preciado y como tu sonrisa más sincera.

Gracias por que es así, y solo así, que entiendo que no te crearon geométrica y matemáticamente perfecto, de esa manera me reflejo en tus ojos y sé que en la imperfección de tus actos está la magia de los años que nos unen en este vaivén de lógicas físicas y vulcanizadas por tus no-palabras y mis decenas de no-respuestas.

Gracias por no estar hoy.

Porque en tu ausencia he despertado de las secuencias de risas y misterio que nos unían en los paseos imaginarios, en los secretos matutinos dibujados en pizarras y en las decenas de cuadernos manchados de plumón, en ellos se sacuden nuestras historias, nuestros pasos y gran parte de nuestro día a día que aprendimos a escribirlos en ese libro que ni tú ni yo sabemos por dónde andará. En mis recuerdos o en mi extrañar, qué sé yo.

Y no es a título personal, pero cuando más sentía la necesidad de hacerme pequeñito en tus palabras, más grande era tu prisa, tu indescriptible modo de mute prolongado, es cierto que a veces son buenos los silencios te digo, pero de vez en vez la forma de tus sílabas y consonantes eran buena compañía y me solían hacer muy feliz.

Gracias amigo.

Hoy te presento mis luces y mis estrellas dibujadas en una alfombra de sabores variados y no contaminados de yo quería yo esperaba. Hace poco que mi noche se volvió más oscura que de costumbre y no, no esperaba nada bueno, sólo muchas luces de neón que no se apaguen y que me iluminen un poco este rincón opaco guiado por la nada.

Se han prendido sin interruptor muchas luces en simultáneo y sin necesidad de poner un circuito eléctrico que guíe el cúmulo de energía que me han dado y sin intención de que les firme una patente o una tarjeta de navidad, han hecho de mi noche un día lleno de luminosidad.

Gracias luces de neón

Porque gracias a su claridad, entiendo que más allá de la oscuridad existe un pequeño espacio desbordante de luz y paz, que llenan de mucha felicidad mis volteretas a contraluz y mis matices oscuros. Hoy más claro que oscuros. Y mis sinsabores, se hacen tan sin memoria que de a pocos olvido los nuditos estomacales.

Y sí, sus no palabras, en realidad tienen tanto sentido que me llenan más el alma y mi voz empieza a tener una armonía menos plástica y más natural. Es así que camino, con un mismo trote y con el mismo paso rápido empiezo a ver más y más luces que se prenden y que sin necesidad de decirme mucho, abren sus brazos y me llenan de esa calidez inexplicable que de pocos me encierra y me intoxica de éxtasis y mucho amor.

Gracias por estar hoy.

Luces/de /neón.

Por aparecer así tan de repente y demostrarme que siempre hay luces que hacen más fácil mi andar.

A esas luces que aparecieron, a las que siempre están y nunca me dejan.

Jennyffer Salazar

lunes, 25 de julio de 2011

Confesiones de una suicida.

Las personas se suicidan no solo cuando se tiran de un cuarto o quinto piso, cuando toman veneno, cuando se disparan o se ahorcan en un hotel de mala muerte.

Las personas pueden suicidarse con el silencio, la pena, los recuerdos, los traumas, y la cobardía.

Si alguna vez callaste, te miraste en un espejo, escribiste en vez de hablar, callaste una pena profunda, no revelaste sentimientos y te mentiste por tanto tiempo, entonces sabrás a lo que me refiero.

Muchas veces, en muchas partes del mundo, muchas personas pensaron alguna vez en suicidarse.

Pastillas, balas, drogas y tirarse de un edificio son las formas mas comúnes. ¿ Alguna vez pensaste en matarte? ¿cuál sería la muerte perfecta?, ¿ qué piensa una persona antes de suicidarse o en el momento en el que acaba con su vida?

Siempre dicen que son los más cobardes, yo pienso que son los más valientes. Yo no me atrevería a pasar un cuchillos por mis venas y sentir como poco a poco me voy quedando sin sangre. Tampoco sería capaz de tirarme al abismo o de un puente, mucho menos de sería capaz de jalar el gatillo.

Sinceramente, hay que tener los huevos bien puestos.

Sin embargo, considero que hay cosas "permitidas" que van acabando poco a poco con tu vida. Y yo las permito y participo de ella, de la manera más autodestructiva.

Fumo, tomo,he manejado totalmente alochilizada y me he metido al fondo del mal, exponiendo mi vida de manera irresponsable.

Tal vez, en momentos lucidos , evito hacerlo, pero hay algo que acaba conmigo y con mis ganas y que me hace pensar en cosas malas y retorcidas.

Lo peor es que no hago nada por evitarlo.

Es extraño, veo por milésima vez las muchas fotos que tengo de ti y pienso.
(En lo último que pienso es en ti) es verdad.

Vuelvo al espejo y pienso en mi, porque es lo único que me queda es aquel reflejo que dejaste.
– gracias -

Lo cierto y lo importante de hoy es que pienso ahora que no eres tú en lo primero que pienso, pienso en cómo pensaba en ti, en todo este tiempo transcurrido, en el azar, en el movimiento de la vida, en los sentimientos, en los cambios y en las transformaciones (quiero creer que he cambiado y que las diferencias me alejarán de ti y de tus recuerdos)

- en mi, luego en ti –
- mentira -

Cada día descubro un recuerdo diferente, y ya no sé distinguir si eso es bueno o malo. Cada vez la evocación de mis imágenes produce consecuencias diferentes, a veces positivas, a veces negativas

- todo es relativo -

Dependerá de mí, del clima, de los demás, del frio, del calor, de la música, de ellos, pero nunca, pero ya nunca más, dependerá de ti.

¿Será la distancia? ¿Será la experiencia?, ¿El tiempo hace que los recuerdos valgan más?, Alguna vez me dijeron que el tiempo devaluaba los recuerdos. Pero en mi, el tiempo le otorga un peso mayor a las memorias. Mi alma las carga y mi corazón las guarda. Mi conciencia las escribe en diarios y agendas.

Será que cada día siento diferente?, ¿Será que he cambiado? , ¿Será que ya no soy yo? Será que no soy lo que creía ser… será que soy como soy pero no lo que los demás creen? Será que soy como los demás creen pero no soy realmente yo? , ¿Quién diablos soy yo? Vuelvo al espejo y todo tiene sentido.

Sonrío ante la perspectiva de creer que la experiencia me ha aportado algo, creyendo o tratando de creer que todo está bien y que yo soy fuerte por que aprendí.

- Mentira –

Casi creería que es el hastío generalizado es lo que hace que cambie mi visión, y otra vez, ya no puedo pensar si eso es bueno o malo porque no lo sé y nunca lo sabré.

Algún día llegará en que todo lo bonito, sólo lo bonito, flote otra vez en la superficie. Entonces ya será tarde para hacer nada, para concluir algo, para hablar.

Será el momento de los vencidos, el instante en que sonríes con lástima mirando atrás sabiendo que todo se ha esfumado ya, todo lo vez solo en un segundo y ya no puedes volver.


Y te quedará una historia tan preciosa como las demás, difuminada por los años. Remplazada por otras, bonitas o no pero diferentes, diferentes todas, nunca nada es igual. Por las personas por el tiempo, por mi, por ti.
No puedes olvidar porque no quieres, aunque digas constantemente…
Adiós.

miércoles, 20 de julio de 2011

Las flores de Fiorella

Sólo se trata de mirar más allá de tus ojos. Quizá lo encuentres, lo anheles y lo ames. Pero recuerda: nada es para siempre. Nada.

Eran las 6:47 a.m. cuando recibió la llamada de Claudia.

- ¿Sabes la hora qué es? – Preguntó Emilio.

- ¡¡Emilio!! Levántate rápido, no sabes lo que pasó – Le dijo.

- ¿Qué pasa? – le respondió con voz de sueño.

- La mamá de Gabriela acaba de llamar. ¡Fiorella despertó!

- ¿Cómo que despertó? – Respondió Emilio atónito - ¿Cuéntame qué te dijo?

- No me contó mucho, estaba muy emocionada.

- Mierda ¡¡Por fin!! Voy para tu casa y salimos para el hospital. Alístate – Colgó.

Fiorella era la mejor amiga de Emilio desde que tenían 7 años. Se conocieron en la inauguración de la clínica dental de su mamá. Fueron inseparables. Pareja de promoción de primaria, también en quinto de secundaria. Para su cumpleaños número 15 gastó todos los ahorros para comprarle una esclava de plata con sus nombres en ella, acompañados por una frase: “Sin ti mi mundo sería un desierto. Feliz cumpleaños Fio”.

Fue ella quien le presentó a Claudia, quien comenzó siendo su compañera de asiento en la Universidad y ahora andaban los tres de un lugar a otro.

- Claudia estoy a una cuadra, sal de una vez que no voy a estacionarme – le dijo por celular.

La conmoción de que Fiorella, su Fiorella, haya abierto los ojos nuevamente después de una semana y media lo ponía nervioso y muy angustiado. La impotencia de saber que durante ese tiempo él, quien juró protegerla por siempre, no podía hacer nada tan sólo esperar le hacía perder la paciencia y entraba en depresión con facilidad. Pero las cosas estaban cambiando.

- Emilio, maneja tranquilo, Fiorella no se moverá. Es más estoy segura de que nos debe estar esperando con una gran sonrisa. Por cierto, que hermosas flores le compraste, te deben haber costado un montón de plata.

- Lo suficiente – respondió sonriendo.

- ¿Puedo leer la notita?

- ¡No! – gritó él y le arrancó el papel.

Llegaron al hospital. Presentaron sus documentos y corrieron hasta el área de emergencias. Una enfermera rechoncha y poco agraciada les dio la bienvenida. Preguntaron por Fiorella Correa y les indicó el camino.
Al fondo del corredor ubicaron a su madre. La saludaron, se dieron un fuerte abrazo y les agradeció que hayan llegado.

- Despertó ayer en la noche, el doctor dijo que sólo necesita unos días de reposo y un poco de terapia. El accidente en el carro de Raúl fue muy fuerte pero no más que mi pequeña – dijo su madre.

Claudia asintió dibujando una sonrisa de oreja a oreja. - ¿Vamos? – le preguntó a Emilio señalando la puerta de la habitación de Fiorella.

- Anda tú primero, prefiero esperar un poco más antes de entrar…

- Qué raro eres, primero estabas desesperado por llegar y ahora prefieres esperar… bueno yo no aguanto más, entraré. Le llevo tus flores si quieres… – Al ver el gesto de rechazo de Emilio, abrió la puerta lentamente y entró a la habitación con saltos demostrando mucha alegría.

Emilio se dirigió a la mamá de Fiorella que estaba sentada al lado de la máquina de café.

- ¿Qué fue lo primero que dijo cuando abrió los ojos? – le preguntó poniendo las flores encima de sus piernas.

- Me vio y empezó a llorar, a llorar mucho. La abracé y quedamos un rato en silencio. La llené de besos e intenté calmarla.
- Pobre… ¿Hablo de mí?

- Me preguntó por Raúl…

- Ese infeliz, Fiorella no se merecía a alguien como él. Qué poco hombre para irse y dejarla abandonada inconsciente. Si lo tuviera en frente lo mataría al hijo de puta.

- Creo que sería muy doloroso para ella saber que fue abandonada por la persona que más amaba. Nadie sabe su paradero.

Claudia salió de la habitación. Estaba llorando.

- ¿Qué pasó? – preguntó Emilio extrañado

- Me siento terrible mintiéndole, no sé cómo explicarle lo de Raúl. – Fue hacia él y lo abrazó. – Ve, te está esperando… - añadió.

Cogió las flores, tocó la puerta antes de entrar y abrió el pestillo. La vio postrada en la cama, con tubos y cables a su alrededor. Una lágrima rodó sobre su mejilla y fue corriendo a abrazarla. Fue un largo abrazo quizá demostrando todo lo que sentía por ella durante sus 13 años de amistad.

Agarró una silla y se sentó al lado suyo. Acarició su mejilla y besó su mano.

- ¿Crees que ya estés lista para ir a montar bicicleta?
Ella sonrió, pero fue una sonrisa triste.

- ¿Qué pasa, Fio? – le preguntó con ternura.

- Raúl… eso pasa. Nadie me da razón de él. – Derramó lágrimas y continuó – Quisiera saber si está bien, si piensa en mí… quisiera que esté aquí, a mi lado.

- No llores preciosa… – Bajó la cabeza, miró las flores. Lo pensó varios segundos.

- ¿Qué ves? - Le preguntó ella

– Toma, esto te lo manda Raúl, hable con él antes de venir.

- ¿En serio? – lo miró sonriendo mientras sostenías las flores con una mano y la nota en la otra.

Se levantó de la silla, le dio un beso en la frente y se acercó a la puerta. Volteó, la miró y le sonrió. Salió de la habitación. Su cuerpo apoyado del otro lado de la puerta poco a poco iba deslizándose hasta caer en el suelo. Recogió sus piernas y empezó a llorar.

Querida Fiorella:

Qué alegría saber que ya estás mucho mejor. Cuando me enteré no dudé en salir a comprarte estas flores, sé que son tus preferidas. Lamento no haberte protegido como alguna vez te lo prometí. Lamento haber sido un idiota y haberte expuesto a tantos peligros. Lamento que no sepas nada de mí hasta el día de hoy, después de una semana y media. Lo remediaré, lo juro.

Una cosa más:

Te amo Fiorella, te amo demasiado.

- ¿Raúl? – Dudó Fiorella mirando las flores. Las abrazó y volvió a cerrar los ojos.








domingo, 17 de julio de 2011

¿Tarde para un café?

Duda en tocar o no su timbre. La ha buscado más de mil veces, pero ahora, no sabe si es lo correcto. Tal vez no debió proponerle la idea de tomar un café. ¿Aún sentirá algo por mí?, se pregunta Sebastián. Finalmente, se come un mentita y decide anunciar su llegada.

Isabella y Sebastián han terminado su relación hace dos meses. Un año lleno de mágicos momentos, como su primer beso, una noche de verano en la playa. Aquella cita en Starbuks, en la cual Sebas no dejó de lamentarse por el hecho de no haberse pedido un café helado. El muy sonso, optó por uno caliente e insípido, sin embargo, los dulces besos de su princesa, convirtieron esa mala experiencia en una inolvidable. Pero el tiempo fue moldeando su amor en un confuso y rutinario sentimiento. Ya no había gracia. Todo era siempre igual. Y una tarde, de esas de locura y malos ratos, simplemente terminaron. Sin embargo, él aún la quiere, pero ella… le teme a esa engañosa rutina, cada vez que se decide a seguir amándolo, en su corazón se desata una batalla entre los recuerdos y la frialdad, que la llevan finalmente a ser parte de una vida en constante duda.

¿Por qué me siento así?, nerviosa… es porque no he logrado arrancar mucho de mi corazón, tal vez nada, ¿qué va a pasar si se da cuenta de esto? Pensaba Isabella sentada en el sofá de su sala, mirando el reloj de su celular, recordando la promesa de puntualidad, con las luces apagadas a fin de ocultarle a Sebastián su ansiosa espera.

Después de unos interminables cinco minutos, sonó el timbre, Isabella atinó a no levantar el telefonín del intercomunicador, sólo apretó el botón para abrir la reja. Parada frente a la puerta, escuchó los pasos de Sebastián subiendo las escaleras, dejó que toque el timbre del apartamento y se encontró con el rostro de quien tantas veces había besado en las mismas circunstancias.

- Te ves muy bonita, dijo Sebastián con timidez, apenas Isabella le abrió la puerta.

Isabella lucía un lindo saco negro y unos jeans que moldeaban de forma precisa su figura. Ella siempre ha optado por un look bastante bohemio, dando a notar parte de su personalidad: una excelente poeta, a puertas de publicar su primera obra “Sirenas en primavera”.

- Tú también te ves bastante bien, contestó Isabella por compromiso. Realmente detesta el polo que Sebastián lleva puesto. ¿Cuándo será el día que su madre le deje de escoger la ropa? Se pregunta mientras sonríe con un ligero toque de picardía.

-¿Qué te parece si entramos un rato?, propone Isabella sin dejar de mirar los tiernos ojos de su ex.

- Gracias… ¿te había comentado que este ciclo estaré en el turno de las mañanas en la universidad?, ahora sí te veré más seguido y no podrás decir que soy un ingrato, dijo Sebastián, mientras tomaban asiento en los muebles de la sala ya iluminada.

- No es cierto, tú seguirás siendo un ingrato, expresó Isabella cambiando el tono de su voz en la última palabra.

- ¿Por qué lo dices Isa?, sabes que cada vez que nos hemos cruzado te he saludado.

- No me refiero a eso, Sebastián. Después de todo lo que pasó, estuve esperando una llamada o algo, supongo que fue mi culpa, por esperar algo cuando no debo.

El silencio reinó por varios segundos, pero felizmente ambos supieron superarlo, sin embargo, no pudieron saltarse de las conversaciones intrascendentes en las cuales hicieron más de una pregunta por cumplir. Felizmente, después de media hora, decidieron ir por ese tan esperado café. Isabella lucía algo incómoda, al parecer no le es fácil fingir que aún su corazón está lleno de heridas de amor y desilusión. En cambio Sebastián, hacía hasta lo imposible para no mostrar sus mejillas ruborizadas. Cada vez que ella lo mira, él se derrite, como si fuese un hielo solitario en un ambiente caluroso y asfixiante.

En el taxi, casi ni cruzaron palabra. Era de esperarse. Sebastián nunca ha sido muy bueno para iniciar una conversación. “Él tiene que tomar las riendas” Piensa Isabella, excusando su falta de iniciativa en aquella reflexión machista. Si tan solo supiera que lo puede perder para siempre. O es que… ¿Será lo que en realidad quiere?

- No puedo creer que te hayas vuelto a pedir el mismo café de siempre, teniendo tantas opciones, expresó Isabella con un gesto sarcástico. Ya habían pasado quince minutos desde que llegaron al local. Quince minutos de compartir cómplices miradas y sonrisas inesperadas.

- Soy un chico sencillo, contestó Sebastián, tomando un sorbo de su bebida, fingiendo que el sabor amargo no lo inmutaba.

No lo puede creer. Desea tanto besarla. Su respiración se hace densa. Es un hecho, Sebas aún la ama con cada célula de su ser, reconoce que ha sido un tonto por no saber llevar la relación, pero no se atreve a tocar el tema por el momento. Buscará el instante preciso.

- Discúlpame, voy al baño, se excusa avergonzado.

- Siempre lo mismo, tienes problemas, le dice Isabella con un gesto ligero de enfado. Odia que la deje sola cuando salen a pasear.

En el baño, Sebastián se lavó el rostro como treinta veces y finalmente se miró al espejo y dijo: “Ok, estoy decidido. Llegaré y la besaré. Plasmaré todos mis sentimientos encontrados en ese gesto de amor”.

Por su parte, Isabella ya ha tomado también una decisión. Ya no quiere que Sebastián regrese, las dudas le han hecho perder la razón, así que saca su celular y le escribe:

Perdóname por lo que te voy a decir, pero sinceramente me hace mucho daño verte. Estoy convencida que entre los dos no volverá a renacer el amor. Ha sido un error quedar para salir hoy. Espero puedas entenderme. Quiero olvidarte. Es tiempo de que dejemos el pasado y vivamos un futuro, pero diferente. Con el tiempo lograremos ser amigos, estoy segura. Pero solo eso…(Enviar)

En ese segundo en que Isabella presiona la tecla del final de gracia, alguien la hace girar con delicadeza y le planta un romántico beso. Se resiste, pero no puede evitar corresponder la acción de Sebastián. Disfruta besarlo. Mariposas de colores vuelven a danzar en su estómago.

Al sentir que el intempestivo beso, se fue volviendo un movimiento cada vez más suave y tenue, abre los ojos porque no soporta la tentación de observar como la ama…hasta que el beso termina.

Ambos se miran de una manera típica de fin de película romántica y cuando se dan cuenta, se están riendo de lo avergonzados que se sienten por lo ocurrido, como si fuese, una vez más, ese primer beso.

- Creo que tengo que irme, pero antes Isabella, debo decirte que eres una persona muy especial en mi vida y lo sabes, dijo Sebas acariciando la mejilla de ella, mirándola a los ojos.

- Eso significa…exclamó Isabella buscando unas cuantas frases más que sigan endulzando sus oídos.

Sonriéndole pícaramente, Sebas tomó la mano de Isa. La besó, volvió a clavar la mirada en esos ojos marrones de forma tan envolvente y acercándose peligrosamente a sus labios, le dijo:

- Significa que tú y yo no somos historia pasada. Te quiero Isa.

Así sebas se alejó del establecimiento, mientras Isa lo veía irse, hasta que recobró la conciencia de su última acción antes del beso y arrepentida hasta los huesos salió corriendo del café con el fin de alcanzar a Sebas, antes de que lea el fulminante mensaje que, aún nublada por sus miedos, escribió.

Al llegar a la esquina del centro comercial vio a Sebas, sacando el celular de su bolsillo, en ese momento Isabella desesperada comenzó a gritar el nombre de su ex, pero la sinfonía tan estridente de las calles de Lima, hicieron que sus gritos se conviertan en susurros.

-¿Qué hora serán?, pensó Sebas sacando su celular del bolsillo, ¿tengo un mensaje de Isabella?

En ese momento, mientras los ojos de Sebas acariciaban las líneas de aquel mensaje, no pudo evitar las palabras: “daño”,”olvidarte” y “sólo eso”. Entendió entonces que Isabella fue víctima de la emoción, no del amor…se subió al micro desecho y al mirar por la ventana vio a Isabella, quien al rendirse, le regala una sonrisa de resignación, llevando a Sebastián a entender que su hipótesis anterior, no sólo era verdad, Isabella lo sabía.

Jhonnattan Arriola y Nathaly Paz

miércoles, 13 de julio de 2011

Mecánico suicidio en on


La continuación de Mecánico suicidio en off

(...)
La conexión tácita de armonía y aroma me trasportan a ese lugar lejano y bonito en el cual se podía respirar sin tanto peso en el cuerpo, aquellos días de color siempre entonaban bien con tu risa y mi pestañear.

Hoy salí a caminar por el mundo y solo he encontrado cientos de domingos en la arena y en las plazas, atardeceres que podían hacerse eternos y palabras que siempre podían aliviar esta sensación enferma que nos moldea a medida que pasan los años, a medida que crecemos y empezamos a sentir vergüenza de todo y de todos.

Qué fácil es ser niños y no tener todo este cúmulo de sinrazones que nos frenan y nos encierran en ese agujero negro tan reducido tan suyo y tan mío. ¿Por qué será que cuando los años empiezan a pasar, tus arpegios y la colocación precisa de tu capotraste metálico, empiezan a desdibujarse como una imagen sombría que solía tener mucho color? Qué bien entonaban mis sonidos agudos y los miles de motivos inocentes y livianos por cual podíamos reír, aunque no lo creas de vez en vez me suelo opacar, como niebla.

Nos es fácil querer salir al mundo como un torbellino sin camino y sin rumbo, muchos de mis sentidos incoherentes aunque se quedaron ahí, en las fogatas en los parques en las persecuciones de los policías, en mi nos hacemos los muertos, en mis mentitas y en mis piedritas de colores, esas mismas que dejé de coleccionar el día que me fui.

Esas tardes que podíamos mirarnos sin decir una sola palabra, esos buenos días que podíamos tener fe en lo que queríamos y no en lo que debíamos decir. Yo podía leer tu mirada cansada y sólo tú podías descifrar mis movimientos siempre al borde del éxtasis y la demencia. Qué fácil era ser uno mismo, me gustaría quitarme este escudo, porque también tenía el mío. Aunque nunca te lo dije, el mío era más perfecto, más imperceptible ante tus ojos académicos llenos de teorías y fórmulas químicas, biológicas, qué sé yo.

Sé que no era fácil dejar ese mundo que construyeron para ti. A veces pienso en tu graduación, en lo mágico que habría sido verte ahí parado frente a cientos de personas, de las cuales solo te interesaban unas cinco, me sentía orgullosa de ti, aún me siento. Pienso en tu discurso quizás me nombraste, me gusta pensar que es así. Me hace feliz.

Ayer te vi en el periódico y sentí esa mezcla inexplicable que denota felicidad y tristeza, era un artículo de nuevos métodos de saturación médica, entendí la quinta parte y el resto simplemente lo omití. Ya te esperan las grandes hospitales en Londres, Madrid y todos esos lugares enmayolicados que solías recortar en tu diario azul. Eran más de quince años de no saber del chico de cabeza de alcachofa, eran muchos días y ya había construido mi muro de concreto que bloqueaba todos los pensamientos relacionados a mi chico tabú.

Hace mucho no pensaba en ti, a decir verdad hace mucho que no sentía esa necesidad de escupirte y reprocharte ese domingo en que tiraste mis boletos y con ellos mis ansias de escaparme del mundo, ese mundo que a diferencia tuya habían destruido para mí. Dicen que siempre hay alguien para cada uno, créeme que me habría gustado ser esa para ti y tú ese para mí. Tú tenías alma y esa luz que muy pocas veces vi en alguien.

No, no quería que sueñes conmigo como pensabas, no te estaba regalando una licencia para volar, te estaba suplicando que me des autorización para abrazarme de tus alas y poder escapar de toda esta mierda que me acompañaba y que de vez en vez me atrapa en algún rincón de mi soledad.

No era fácil ver como mis dieciséis años se me escapaban de las manos y no podía hacer nada para retenerlos. Estaba cansada de lo mismo, de la historia de siempre, de sus golpes, de sus gritos, de su deporte favorito: hacerme corpúsculo inexorable e imperfecto. Quería huir, nunca te lo dije pero mi casa era un infierno, en donde yo no era precisamente el diablo. Yo necesitaba que me den algo más que polvo, habría sido tan hermoso escapar contigo esa noche, irnos a quién sabe dónde y aparecer en dios sabe qué lugar.

Probablemente tengas una casa preciosa, unos hijos saltando por el jardín y una esposa a lado de una piscina llena de besos y sonrisas, esas mismas sonrisas que me faltan cada vez que veo el reloj y me doy cuenta que la vida se nos ha pasado tan rápido. Desde que crecí crecimos, me repito diariamente, así me siento mejor. ¿Qué será de ti? No sé por qué, pero me gustaría encontrarte en algún respiro, quizás en algún sueño o tal vez en algún otro tiempo en que tenga más ovarios y no tenga que huir de algo que nunca hice. Sí, yo no me fui a volar al mundo como crees, yo me fui como un perro agazapado que busca comida y techo en otro lugar.

Otras veces pienso, en que debí obligarte a venir conmigo para que no te arrepientas después de que me vaya. Pero, mientras más pienso en eso peor me siento y las ganas incontrolables de llorar desbordan mis pupilas de lágrimas ausentes sin futuro y sin presente.

Qué hermoso es verte brillar, sin estas marcaras y cadenas que hoy me destruyen el cuerpo de a pocos. En un par de horas me tocará a la puerta la soledad y nos iremos a tomar un café en tu nombre, prometo no echarle azúcar y me conformaré con tres cucharitas de miel.

Hola mi chico tabú

Prefiero que pienses que recorro muchas ciudades y que esa luz tornasol que me envolvía por aquellos días nunca se disipó, es bueno que te quedes con mi imagen a todo color, para que cuando pienses en mi, sólo se te dibuje una sonrisa con esos hoyitos en el rostro.


No es a título personal,
pero si soy sincera,
es más fácil cuando no estás,
porque así me siento de luto.
Sin luz.Sin sol.Sin verbo.Sin cuerpo. Sin voz.

Jennyffer Salazar


martes, 12 de julio de 2011

Memorias de un viejo sueño

He tenido la suerte y el orgullo de ser por más de un año, miembro de este blog, donde he publicado diversas historias, recibiendo críticas de todo tipo, que me han ayudado a mejorar y a conectarme de una manera bastante personal con los lectores. Desde muy pequeño he tenido el sueño de ser un escritor, y bueno, después de muchas noches de inspiración y dedicación, por fin lo he conseguido.

Tengo el agrado de invitarlos a todos ustedes, queridos lectores de Nada en común a la presentación de mi primera novela “Memorias de un viejo sueño”. Este jueves 14 de julio a las ocho de la noche en el Centro Cultural la Noche de Barranco, se llevará a cabo el evento. Cabe destacar que la entrada es libre y que la novela se venderá en esa ocasión a treinta soles. A partir de esa fecha, se podrá encontrar el libro en las diversas librerías de lima. Lleva el sello Calcomanía de la editorial Mesa Redonda.

Todo comenzó un nueve de julio del 2008, dos días después de mi cumpleaños, decidí aventurarme en este proyecto. Hubo sus momentos difíciles, en los cuales pensé dejarlo todo, pero seguí para adelante, y un año después ya tenía la novela terminada. ¿Y ahora qué? Me pregunté con algo de temor. Felizmente conocí en la Biblioteca Nacional a Harold Del Águila, una increíble persona, que sin dudar, se convirtió en uno de mis mejores amigos y en mi editor personal, llenándome de confianza, alentándome a seguir mi sendero. Y así, sumado al apoyo incondicional de mi familia y de los buenos amigos, en el 2010 llegó el momento de postular a las editoriales, con un poco de temor empecé a enviar y a dejar mis manuscritos. Fue tan grato recibir buenas críticas. Principalmente de Mesa Redonda.

Bueno, a dos días de que nazca mi hijo de varias páginas, quería compartir mi alegría con ustedes e invitarlos a la presentación. Todas las personas que se dan un tiempo en leer este blog, son parte importante de mi vida…de mis memorias de un viejo sueño.

Jhonnattan Arriola

domingo, 10 de julio de 2011

Cuando inicie un nosotros

De enero a diciembre afloran las situaciones inversas cuando uno menos lo espera. Es momento de tomar decisiones aunque a veces nos preguntamos si es o no la correcta. Las luces se apagan y la claridad se disuelve cada vez más. Uno gira y un mundo vira, y es que cada uno de nuestros actos marca un nuevo punto de partida. El final no tiene fin, es un comienzo para algo que nos llevará a un inicio.

Hace una semana llegué de Estados Unidos con una sola idea en la mente. Decidí dejarlo todo por retener algo que desde siempre fue mío. Arriesgué mi futuro para luchar contra mi marcado destino y volver a sonreír como lo solía hacer antes de partir del país.

Recuerdo la reunión que hubo en mi casa hace 11 años, cuando tenía 14. Mi mamá me presentó a la pequeña hija de la señora Victoria, Rebeca. Ambas nos dijeron que debíamos ser los mejores amiguitos y cuando grandes, nos debíamos apoyar uno al otro sin importar las circunstancias. Y así lo hicimos. Nos convertimos en hermanos aunque no compartíamos la misma sangre. Íbamos juntos al colegio, nos sentábamos uno al lado del otro y a la hora del recreo comprábamos la salchipapa con poco kétchup y bastante ají que tanto nos gustaba.

“Te amo Rebeca” le dejé escrito dentro de su cartera antes de que tomara el avión que nos separara durante mis estudios universitarios. Ni siquiera pude despedirme de ella, sabía que rompería en llanto. O al menos eso esperaba. La cobardía no me dejó descubrirlo, y preferí construir en mi mente una escena perfecta después de abrocharme los cinturones.

Y así comencé a vivir. Una tras otra, las mujeres que conocía comenzaron a distraer mi atención de aquel amor no concretado. Las relaciones que tuve fueron duraderas, estables y aparentemente felices, hasta que abrazado a sus cuerpos llamaba su nombre entre sueños, una y otra vez, como una triste canción cuya melodía busca revancha.

Sin embargo, un día Victoria, su madre, me sorprendió cuando vi un mail suyo en mi bandeja de entrada. Era un texto largo pero este párrafo lo resume: “… salió del Perú en busca del vestido perfecto y al parecer ya lo encontró. La ceremonia será en dos semanas…”

Sonreí y un par de lágrimas pasaron por mis mejillas. No eran de felicidad. Pero al cabo de un año, tras componerme, me sentía preparado para dejarla atrás. Y entonces lo supe. Ella no podía haberse quedado con él para siempre. Era seguro. Se divorciaron.

Y es en esos momentos donde uno se percata que el presente es el porvenir y el olvido. No tenemos derecho a conocer el futuro, pero nada nos impide adelantarnos a él. Estaba dispuesto a dejar todo por ir a buscarla y culminar el capítulo que aún no habíamos empezado a leer.

Ahí estaba, en la barra, sola, esperando mis palabras para decirme lo que tanto anhelaba, deliciosa en un vestido que atraía miradas, esperándome desde siempre.

Me acerqué con miedo, ya habíamos salido durante la semana pero esta ocasión sería diferente. Muy diferente.

- ¡Hey! - me dijo Rebeca sonriente.

Le di un gran beso en la mejilla y me pedí un trago.

- ¿Qué tal, que hiciste en la mañana? – me preguntó.

- No mucho… - Y ambos quedamos en silencio mientras escuchábamos Heaven de Brian Adams. Tomé otro sorbo y sostuve su mano.

- Rebe… Hace 6 años, cuando me fui…

- Me dejaste un papelito en la cartera, ¿no? – me interrumpió mirándome fijamente.
Quedé en silencio.

- Lo leí, sí... – continuó.

- Hace mucho que quiero saber…

- Eres increíble, ¿sabías? – Volvió a interrumpirme mientras acariciaba mi mejilla – No tienes por qué darme explicaciones. Eso fue hace mucho.

Dejamos de hablar por unos segundos, volteé nuevamente hacia ella y le dije:

- Aún me gustas

- Tú también me gustas, pero me gustas como un amigo, mi eterno compañerito. Es que… creo que no estoy hecha para las relaciones, desde que mi matrimonio terminó todo ha sido muy distinto. Un día me gustas tú, otro día me puede gustar Julián, otro David, y así.

- No Rebe, no entiendes. Esto no se trata sólo de un gusto. Yo te amo.

- No, no. Mira creo que sólo estás un poco confundido porque tampoco tus relaciones funcionaron. Imagino que dentro de poco volverás a Estados Unidos y estoy segura de que saldré de tu mente más rápido de lo que te piensas. Todo bien, gordito, tranquilo…

Sólo pude mirarla y mi cuerpo temblaba.

- Ya vengo un rato, iré a bailar con las chicas – me dijo. Se fue.

Sabía que decirle que me quedaría a contemplar su perfección y a mirarla sin cansancio por el resto de mi vida no cambiaría lo que pensaba de mí, su "eterno compañerito".

El tiempo de espera se esfuma con palabras que se llevan tu esencia y dejan mi vida vacía. Todo pasa y nada queda, y lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos que nos lleven a la eternidad, una eternidad que terminará cuando inicie un nosotros.

Que seas feliz.








Agradecimiento especial a:
Ana Lucía Mosquera Rosado

miércoles, 6 de julio de 2011

Un gato en el amor

¿Por qué será tan difícil el amor? A veces creo que me tomará siglos encontrar a la chica adecuada, con la que pueda subirme a mi nube voladora y soñar en un mundo ideal. ¡Pavadas! Hoy volví a fracasar. Priscila me dijo que no. No quiso ser mi novia (Carita triste). Sin embargo, no todo es tan malo, dentro de cinco minutos me visitará mi compadre Francisco. Según él, ya es tiempo de que conozca el gran secreto del gato y las siete vidas. Se acabaron los intentos frustrados para conseguir princesa. Él tiene el secreto.

- Para conquistar a una mujer debes ser como un gato, me dijo Pancho, arqueando levemente la ceja, antes de prender su cigarrillo. (No, mi amigo no está loco. Así que algo de lógica debe de tener lo que me intenta decir).

- ¿A qué te refieres?, pregunté con bastante curiosidad.

- Los gatos tienen siete vidas, así dice todo el mundo. De igual forma, existen siete cosas que no debes hacer cuando estás gileando con una flaca. Si cometes uno de esos errores, te irán descartando. Bueno, y si haces las siete maldiciones con una misma mujer, ya debes echarle tierra. Jamás te verá como alguien para estar.

- ¿Y cuáles son esas siete cosas que debo tener en cuenta?

Francisco soltó una pícara sonrisa y empezó con su relato.

1. Sigilo felino: Cuando un gato caza a su presa, no se anuncia. La toma por sorpresa, sin dejarle opción a escapar. Lo peor que uno puede hacer es preguntar con cara de galán de cuadra, ¿te puedo dar un beso? ¡Jamás! Ataque sorpresa, letal, preciso. Un leve movimiento de cabeza cuando la atmosfera se pone romántica y listo. El beso se concretó. La chica no tuvo tiempo para pensar en el asunto, simplemente recibió el gesto de amor. No dejemos dudas. Las mujeres piensan mucho las cosas.

2. El gato con botas: La elegancia de sus botas y su vestimenta conquistaron a todas las mininas. Una mujer es determinante en su primera impresión, examina al pretendiente de pies a cabeza, deteniéndose sin que él se percate en su calzado. Los zapatos o zapatillas bien cuidadas, de un estilo propio y singular, llaman bastante la atención de las féminas. Ellas fueron las que inventaron el mito de que si uno es zapatón también es…Así que es casi un suicidio del amor a florecer, aparecerse en una primera cita con un calzado espantoso. Nos descartan en una. ¡Mucho cuidado con eso! A su vez, nunca descuiden su aliento. Siempre con buen olorcito y unas mentitas.

3. Gata celosa: Prefiero pelearme con un tigre o un león, que con una gata, hirviendo de celos y sed de dolor. La técnica de sacarle celos a la chica que nos gusta para que nos dé más importancia, sinceramente, no sirve para nada. Me explico: Perder el tiempo hablándole a la chica que nos atrae, sobre otra mujer, es una técnica que solo nos manda por la tangente. Créanme, las mujeres son bastante perversas en ese asunto. Al principio todo sale bien y uno cree que la chica especial ha comenzado a sentir celos, pero mentira, todo está ligeramente calculado, ya que al pasar los días, si uno persiste con esa artimaña, terminará cansando a la chica, perdiendo toda posible oportunidad. Recuerden, con una mujer, el tiempo es oro.

4. Bolas de lana: A los gatitos les encanta jugar con una bola de lana y si son dos, mucho mejor. Si una noche de tragos o cualquier otra situación, nos lleva al primer encuentro sexual con una mujer, hay dos detalles que uno debe tener en cuenta para no causar una mala impresión. La mejor parte para incentivar a una dama, son sus pechos. Please, no seamos egoístas y busquemos nuestro propio placer. Debemos quedar como verdaderos galanes, así que dediquémonos a besar, acariciar, oler, tocar, esas dos montañas que sobresalen del cuerpo de una hija de afrodita. Si de golpe nos mandamos con el trasero u otra parte del cuerpo, tengan por seguro que la chica en esos momentos dirá para sí misma: “Ahí viene el toro loco, otro simio descontrolado”. Nada de simios. Seamos gatos.

5. Visión felina: Un gato analiza cada parte de su presa, cada músculo y detalle. Si no eres observador, nunca conquistarás a una dama. Una mujer comunica con cada parte de su cuerpo, caminar y atuendo. Debemos comprender todo mensaje oculto de su mirada, cada acertijo subliminal de su rostro. Unos labios bien decorados con un brillo especial, solo aparecen en una boca que quiere besar. Ganarse ese beso, depende de uno.

6. ¡A que te aruño!: Dicen que los gatos, cuando nadie los ve, danzan al compás del sonido de la noche. Si no sabes bailar, jamás invites a esa chica especial a una discoteca, y menos si todavía no estás seguro de que le gustas. Recuerden, siempre ronda los caimanes y a casi toda mujer, le deslumbra aquel caballero de habilidades rítmicas. Are we human, o are we dancers? Si no somos buenos bailarines, optemos por un café, eliminemos a la competencia. Cuando el premio no está asegurado, no lo arriesguemos.

7. Un gato de verdad: Un gato semental, macho de machos. De esos que se respetan, no son amigos de sus conquistas, nada de ternuras ni mieles. Un gato es directo. Recuerden, nada de conversaciones extensas por Messenger o Facebook, donde las chicas les cuentan toda su vida, sus pesares y amores del ayer. Nada de pasado. Hablen del presente, de nuevos planes, de cosas por hacer. La amistad lleva a un amor confuso. Del amor, puede nacer una linda amistad. No cofundamos las cosas. Un buen futuro romántico se construye sin voltear las páginas, siempre mirando hacia adelante.

Quedé totalmente sorprendido. Había visto la luz en los siete puntos de Francisco. Desde ahora, seré un gato en el amor. Buscaré con paciencia a mi gatita, y una vez que encuentre a la correcta, no me rendiré hasta ganarme por completo su corazón.

Jhonnattan Arriola

domingo, 3 de julio de 2011

Mecánico suicidio en off

-Ayer me encontré con Dios, tiene canas y muy probablemente se le ha muerto la voz- Es fácil darle un beso en las mejillas y decirle que no importa cuán grande es la necesidad de extrañarla, ni qué tan profunda es mi necesidad de decirle que el tiempo es tan volátil como las tardes de invierno en que podíamos abrazar los semáforos de las avenidas, cuando me pedía una sonrisa para curarla de la calma. Sí, para ella la calma era un cáncer mortal, incongruente con sus intoxicadas ganas de volar.

Probablemente, el pensar en su capacidad innata de arrugar mis cartitas llenas de asteriscos y claves de sol, me sostienen los miércoles de guardia y los sábados de estrés, en los cuales me tengo que conformar con los veinte pacientes por hora y en las decenas de recetas que tengo que dar, claro está, limpiándome los dedos cada vez que pongo el papel calca en el escritorio.

-Era sencillo volar, acá no te hacen falta la doxorobicina y el zoprac- Qué orgásmico era escucharte, con esa vocecita tan áspera y sacramental. La vida de nos pasó como soplos de arena, los dieciséis se nos vienen como espinas, ahí podía mirarte de reojo y sentir esos calambres intestinales cada vez que te hablaba o cada vez que te escuchaba gritar.

Qué rápido se nos han pasado los años, me gusta verte reír, en mis recuerdos siempre ríes y caes al suelo de tanto llorar, porque no puedes contener esos ataques de risa. Me pregunto si aún piensas en los dulces de leche o en los mashmellos amarillos, esos que te encantaba quemar en las fogatas que hacíamos en los parques. Qué gran capacidad la tuya de poder convencerme, era siempre yo el que tenía recoger ramas secas en pleno malecón, las imágenes de esa vez en que los vecinos salieron de sus ventanas a llamarnos delincuentes juveniles y los serenos atrás de nosotros, tú y yo corriendo -si nos atrapan nos hacemos los muertos- yo sólo atinaba a pensar en qué le diría a mamá si tenía que llamarla desde alguna comisaria o algo por el estilo, yo me imaginaba prófugo de alguna balacera, en la cual tú siempre apretabas el gatillo.


Mi ingreso a la universidad. Te burlaste tanto de mí. Cabeza de alcachofa por aquí, cabeza de alcachofa por allá. No te lo conté pero mamá un día te escucho y lo único que hizo fue recalcarme lo idiota que era, al parar de domingo a domingo con una chica como tú. Sí, ella no soportaba verte conmigo. La vez en que dejé de ir al cóctel de aniversario de los La Noiré, fue tan trágico, siempre eras la responsable de mis cambios de actitud.


Qué fácil era tirarnos en la arena, me decías que la vida era como una casa gigante llena de habitaciones, en las cuales se podía encontrar muchas cosas extrañas, tú querías abrir las mil puertas yo me conformaba con la trasera, ahí me sentía más cómodo, ahí no podían hacerme daño ni burlarse de mí.

Los boletos de viaje que compraste aún los tengo guardados en mi libro de farmacología, están intactos sin ninguna arruga, no era fácil dejar gran parte de mi mundo. No era sencillo irnos a quién sabe dónde y aparecer en dios sabe qué lugar. - Chile- Argentina- Brazil y de ahí bailamos con las cariocas- acá me estaban los sueños de papá, el orgullo de mamá, aquí estaba el conglomerado de satisfacciones que traían consigo mi título de doctor.

Yo no tenía tus ovarios, yo no podía aceptar la licencia de volar que me regalabas, yo tenía mis cadenas y mis máscaras, aún las tengo, yo no podía ni quería avanzar a tu ritmo para después mirar atrás y preguntarme por las cosas que habían diseñado para mí, mi estructura funcional ya estaba en on, yo no podía dejarme en automático como tú.

Nadie más ha sabido descifran el sonido de mis arpegios cuando me siento mal, a decir verdad hace más de diez años que dejé las cuerdas, pero aún guardo el capotraste metálico que siempre utilizaba para entonar con tus sonidos agudos, ya no hay a quién regalarle hojas con claves de sol, ahora tengo muchas blocs de laboratorios oncológicos.

Te pesqué mirando el horizonte, ahí se van las nubes como cebra corriendo como locas. Hoy me puse a pensar en las ciudades que recorrerás y las muchas piedras de colores que tendrás. ¿Aún las coleccionaras?, tengo una cuantas que recogí en mis viajes, Sofía siempre quiere botar mis cajitas verdes llena de arena y piedritas. Sí, aún guardo las cajitas verdes de Tic Tac, ¿seguirás adicta a esas bolitas mentoladas? Probablemente, ahora estés embutiéndote muchas en algún parque, al frente de alguna fogata que habrás prendido, con las ramas que yo no recogí.

Hola mi aroma feliz.

En el archivador me esperan siete historias clínicas por revisar, tres seminarios a los que debo asistir, cinco conferencias sobre nuevos métodos de saturación invisible y sobretodo mis locas ganas de querer salir corriendo y dejar este ridículo traje de doctor, querer encontrarte en alguna bocanada de aire.

Sí, tenías razón, quisiera sentir el eco de tu te lo dije y tus palabras en simultáneo, así sea para que te burles, para que me insultes, por no haberme ido contigo cuando me lo pediste, por no haber volado contigo y creer que esto era lo que yo quería para mí.

Yo nací para curar te dije ese día, pero tú naciste para curarme.

Y ahora te llevas la absurda vida mía.



Jenny