-Ayer me encontré con Dios, tiene canas y muy probablemente se le ha muerto la voz- Es fácil darle un beso en las mejillas y decirle que no importa cuán grande es la necesidad de extrañarla, ni qué tan profunda es mi necesidad de decirle que el tiempo es tan volátil como las tardes de invierno en que podíamos abrazar los semáforos de las avenidas, cuando me pedía una sonrisa para curarla de la calma. Sí, para ella la calma era un cáncer mortal, incongruente con sus intoxicadas ganas de volar.
Probablemente, el pensar en su capacidad innata de arrugar mis cartitas llenas de asteriscos y claves de sol, me sostienen los miércoles de guardia y los sábados de estrés, en los cuales me tengo que conformar con los veinte pacientes por hora y en las decenas de recetas que tengo que dar, claro está, limpiándome los dedos cada vez que pongo el papel calca en el escritorio.
-Era sencillo volar, acá no te hacen falta la doxorobicina y el zoprac- Qué orgásmico era escucharte, con esa vocecita tan áspera y sacramental. La vida de nos pasó como soplos de arena, los dieciséis se nos vienen como espinas, ahí podía mirarte de reojo y sentir esos calambres intestinales cada vez que te hablaba o cada vez que te escuchaba gritar.
Qué rápido se nos han pasado los años, me gusta verte reír, en mis recuerdos siempre ríes y caes al suelo de tanto llorar, porque no puedes contener esos ataques de risa. Me pregunto si aún piensas en los dulces de leche o en los mashmellos amarillos, esos que te encantaba quemar en las fogatas que hacíamos en los parques. Qué gran capacidad la tuya de poder convencerme, era siempre yo el que tenía recoger ramas secas en pleno malecón, las imágenes de esa vez en que los vecinos salieron de sus ventanas a llamarnos delincuentes juveniles y los serenos atrás de nosotros, tú y yo corriendo -si nos atrapan nos hacemos los muertos- yo sólo atinaba a pensar en qué le diría a mamá si tenía que llamarla desde alguna comisaria o algo por el estilo, yo me imaginaba prófugo de alguna balacera, en la cual tú siempre apretabas el gatillo.
Mi ingreso a la universidad. Te burlaste tanto de mí. Cabeza de alcachofa por aquí, cabeza de alcachofa por allá. No te lo conté pero mamá un día te escucho y lo único que hizo fue recalcarme lo idiota que era, al parar de domingo a domingo con una chica como tú. Sí, ella no soportaba verte conmigo. La vez en que dejé de ir al cóctel de aniversario de los La Noiré, fue tan trágico, siempre eras la responsable de mis cambios de actitud.
Qué fácil era tirarnos en la arena, me decías que la vida era como una casa gigante llena de habitaciones, en las cuales se podía encontrar muchas cosas extrañas, tú querías abrir las mil puertas yo me conformaba con la trasera, ahí me sentía más cómodo, ahí no podían hacerme daño ni burlarse de mí.
Los boletos de viaje que compraste aún los tengo guardados en mi libro de farmacología, están intactos sin ninguna arruga, no era fácil dejar gran parte de mi mundo. No era sencillo irnos a quién sabe dónde y aparecer en dios sabe qué lugar. - Chile- Argentina- Brazil y de ahí bailamos con las cariocas- acá me estaban los sueños de papá, el orgullo de mamá, aquí estaba el conglomerado de satisfacciones que traían consigo mi título de doctor.
Yo no tenía tus ovarios, yo no podía aceptar la licencia de volar que me regalabas, yo tenía mis cadenas y mis máscaras, aún las tengo, yo no podía ni quería avanzar a tu ritmo para después mirar atrás y preguntarme por las cosas que habían diseñado para mí, mi estructura funcional ya estaba en on, yo no podía dejarme en automático como tú.
Nadie más ha sabido descifran el sonido de mis arpegios cuando me siento mal, a decir verdad hace más de diez años que dejé las cuerdas, pero aún guardo el capotraste metálico que siempre utilizaba para entonar con tus sonidos agudos, ya no hay a quién regalarle hojas con claves de sol, ahora tengo muchas blocs de laboratorios oncológicos.
Te pesqué mirando el horizonte, ahí se van las nubes como cebra corriendo como locas. Hoy me puse a pensar en las ciudades que recorrerás y las muchas piedras de colores que tendrás. ¿Aún las coleccionaras?, tengo una cuantas que recogí en mis viajes, Sofía siempre quiere botar mis cajitas verdes llena de arena y piedritas. Sí, aún guardo las cajitas verdes de Tic Tac, ¿seguirás adicta a esas bolitas mentoladas? Probablemente, ahora estés embutiéndote muchas en algún parque, al frente de alguna fogata que habrás prendido, con las ramas que yo no recogí.
Hola mi aroma feliz.
En el archivador me esperan siete historias clínicas por revisar, tres seminarios a los que debo asistir, cinco conferencias sobre nuevos métodos de saturación invisible y sobretodo mis locas ganas de querer salir corriendo y dejar este ridículo traje de doctor, querer encontrarte en alguna bocanada de aire.
Sí, tenías razón, quisiera sentir el eco de tu te lo dije y tus palabras en simultáneo, así sea para que te burles, para que me insultes, por no haberme ido contigo cuando me lo pediste, por no haber volado contigo y creer que esto era lo que yo quería para mí.
Yo nací para curar te dije ese día, pero tú naciste para curarme.
Y ahora te llevas la absurda vida mía.
ah, la sensacion de arrepentimiento, que horrible, horrible, sensacion. genial el texto creando esa atmosfera nostalgica y melancolica por no haber tomado las decisiones correctas. saludos.
ResponderEliminarp.d: "los La Noiré...", ¿coincidencia con L.A Noire de Rockstar Games?
Muchas gracias por tu apreciación ludovit, en eso consiste la vida, en tomar decisiones, aveces buenas y otras tantas malas.
ResponderEliminarP.d: no había escuchado a L.A Noire, es conincidencia :) qué inédito jeje
En el fondo , todos queremos salir corriendo bien para buscar a alguien o para buscarse a sí mismos.Sin embargo , seguimos en el circulo de siempre
ResponderEliminarAsí es, es muy difícil salir a buscarnos en medio del mundo, pero peor aún es no poder salir de un círculo vicioso cada vez más dañino. Muchas gracias por tu comentario Expresiones de luz :)
ResponderEliminarQué gracioso es leer algo que pareciera ser tuyo en otro tiempo. Un sentimiento futuro que de alguna forma pasó...
ResponderEliminarGran desahogo! Simplemente genial. ¿No será que todos queremos huir de lo que hemos elegido por nuestro bien, ó será que el solo hecho de una sonrisa extrañada nos da ese sentimiento?
Pero al final no somos mas que pequeños niños que han buscado una habitación en donde sentirse menos crueles por todo...
Gracias por tu comentario Cuentacuentos, es verdad cada quién tiene su historia en la cual siempre ha querido salir huyendo por la ventana trasera, en eso consiste vivir, en escapar de mil puertas y el día que realmente abramos el corazón y esas miles de habitaciones cerradas, por fin seremos libre. =)
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