domingo, 19 de diciembre de 2010

Como un Rolling Stone

Autor invitado: Alberto Nishiyama


Siempre admiré a los Beatles pero siempre quise ser un Rolling Stone. Hay algo tan divertido respecto a haber probado todos los psicotrópicos existentes y seguir vivo. Cierto sacerdote gringo dijo en los sesentas que Keith Richards y Lou Reed serían los primeros en morir. Cuarenta años después los dos siguen con nosotros. Admiro más a Richards que a Jagger porque probablemente es el que tuvo más sexo. Además que los discos solistas de Jagger todos los tienen pero nadie los escucha.

Al final de cuentas, el buen Keith es el que compuso “Satisfaction” en un momento de genialidad. Él mismo confiesa que despertó, la tocó y luego volvió a dormir. La grabadora que tenía registró durante 30 segundos la mítica tonada y media hora de ronquidos. Lamentablemente, no me veo haciendo algo como “Satisfaction”, así que busqué algo que sea capaz de hacer para siquiera asemejarme un poco a un cabrón tan genial.


Cantidad de drogas consumidas, no tengo el dinero ni los huevos. Mujeres, no soy pájaro loco. Días en rehabilitación, no me alcanzaría el dinero. Arrestos, otra vez no me alcanza el coraje. Sin embargo, logré encontrar algo “alcanzable”. El buen Keith cuenta que alguna vez estuvo despierto nueve días al hilo.

A pesar de que siempre he sido un “lechucero”, la sola idea de tratar de mantenerme 216 horas despierto parece inalcanzable para un simple mortal como yo. Definitivamente iba a necesitar una estrategia. Compré varias latas de café, un paquetón de cigarrillos y bastante licor. Querer superar a un Rolling Stone en excesos es de por sí una misión suicida.

Día 1. Me tocó despertar un martes a las tres de la tarde, no iba a ser un día largo, iban a ser varios días. La resaca acechaba, había tomado un mar de cerveza con un buen amigo. El PES 2011 o Winning Eleven 11 para otros mercados me tuvo entretenido gran parte del día. Así pasaron las cinco primeras horas, el XBOX 360 ya reclamaba y la cefalea no ayudaba, era momento de buscar otra actividad. Una guitarra y algo de sentimiento bastan para ocuparse un rato, dos más a la cuenta. Facebook, Twitter, blogs y algo más aportaron una gran dosis de hueveo a esta noble causa. El temerario insomne acumulaba medio día sin pegar el ojo. Y la televisión logró acumular la otra mitad del día.

Día 2. Recibo una grata visita de una amiga, mantenemos una conversación agradable, bajaba la vista a veces, no para ver el busto, son cosas que pasan cuando uno se priva el sueño. Un par de horas menos. Había ya consumido unas cuantas cervezas para seguir alerta, así llegó la noche, maldita noche. Una sesión más de PES 2011. El reloj marcaba la una de la madrugada, entonces vi, o creí ver, un roedor rondando por mi sala. Con una cara digna de Hannibal Lecter lo busqué, iba a matar al intruso como sea. Nunca lo encontré, había perdido casi todas mis energías. Me senté en el cómodo sofá que nunca me abandonará y caí dormido. Sí, llegue a las 36 horas. Sin embargo, habrá un segundo intento. Quiero experimentar lo que Keith Richards relata: "Todo es un hermoso borrón, hasta que uno se cae y se rompe la nariz. Tengo algunas cicatrices. Sólo los testigos pueden decirte cuánto hace que estás despierto. La gente entra y sale, y uno sigue allí, continuando una conversación que empezó hace cuatro días. Fue un lugar interesante para estar. Pero no lo recomiendo".

No me gusta ir a destinos recomendados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario