miércoles, 15 de junio de 2011

Indumentaria cambiante

Y así empieza un martes por la mañana, el despertador suena un cuarto para las 5, quince minutitos más se dice, después se incorpora en la cabecera de su cama, como si el aire le llenara de nudos las fosas nasales, así se siente cómodo.

Entra a la bañera empañando todos los espejos, como de costumbre. Después seca sus pómulos y parte del cuerpo, da tres pasos sonoros y se para frente al placar marrón de caoba, abre las puertas de un solo movimiento que rechinan con el simple contacto con las yemas de sus dedos.

Ahí está nuevamente, con todas esas raíces acuosas que lo dejan estático plegado al subsuelo, ¿cuál se pondrá hoy? ¿Cuál hará más contraste con el clima? Piensa en las personas que verá, los lugares a los que tendrá que asistir, es ahí cuando empieza a abrir los cajones violentamente, como si en cinco minutos partiría un vuelo a un destino que ni él sabe cuál es, su maleta aún no está lista. Sigue rebuscando, se vuelve en sí mismo y de a pocos saca su atuendo más certero, su máscara.

Esa misma máscara tácita que lo acompaña de lunes a domingo, me queda bien se repite, así se siente menos vulnerable, ahí haya un refugio que lo llena de muros de concreto que frenan sus impulsos, sus actos espontáneos. Así es mejor, le han dicho, la burbuja de allá afuera te quiere con máscaras y si no buscas la tuya, estás condenado al meollo pestilente que emerge de cada palabra punzocortante.

De viernes a sábado, la máscara de la risa toma presencia, que no te vean triste, que no te escupan los pasos, lloran los débiles y de esos abundan, de miércoles a jueves, la máscara de la fortaleza se escapa del placar, puedes todo y si no puedes es mejor fingir que sí, así te admiran y los errores no caben en las opciones, se mentaliza.

Ha aprendido a distinguir las texturas, con el tiempo se ha hecho un experto. Prefiere las máscaras de cera, esas se hacen más sólidas ante la frialdad de los prejuicios que lo rodean, que lo arrastran con esas cadenas plegadas de indiferencia y de tanto llanto. Ante la tristeza, prefiere las de cartón, absorben más las lágrimas y así no les siente tanto el sabor.

Así se le va la vida, cada mañana la misma historia, la misma elección nefasta que le quita peso a sus extremidades y a sus movimientos armónicos. Ahí es cuando sus manos y sus pies sienten esas espinas que le hacen sangrar el alma. Es ahí que siente ese trance de nubes mentales que lo lleva a un colapso nervioso, que lo imposibilita de respirar.

Y al llegar la noche, sólo le queda cerrar la puerta de su habitación, subir el volumen al televisor y guardar los pañuelos húmedos en el segundo cajón, el mismo lugar donde ha aprendido a encerrar sus miedos, sus vehementes ganas de querer gritar, de amar sin que lo señalen y le digan qué es bueno y malo. Es mejor ceñirse al intangible cúmulo de teorías establecidas, que no entiende que no comparte. Es mejor no replicar, no respirar, no escuchar y sólo caminar de espaldas a sí mismo, así le va mejor. Es preferible callar y que no lo escuchen. Los lineamientos es mejor no tocarlos, porque si se quiebran lo culparán. Por eso decidió ponerse ese antifaz, no quiere que se rían y no quiere verse llorar.

Es ahí que piensa, que es mejor contaminarse de a pocos y si un día muere de tanta pestilencia en el cuerpo.

Sonreirá al ver en su epitafio.

Yacía aquí mi esencia y mi máscara más perfecta.

-Yo mismo-

Y tú ¿qué máscara usarás hoy?

(Mejor empieza a sentir que puedes hacer todo)

-Blindaje concupiscente,
si te tienes que perder,
déjame sabores y una no-efervecencia dañina,
tan duradera, tan mezquina.


Jenny Salazar

4 comentarios:

  1. triste pero cierto. usar mascaras es una especie de acto de supervivencia, el camuflarnos dependiendo de la situacion para evitar ser presa de predadores. y qué difcil saber quien es quien cuando todos las usan. saludos

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  2. Así es Ludobit, las máscaras que utilizamos aveces nos hacen ser alguien que no somos y si nos condena a ser maniquiés de la sociedad. Gracias por tu comentario.

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  3. Que fácil es usar máscaras para esos momentos que no quieres afrontar, pero esa máscara con el tiempo se adhiere y forma parte de ti. Entonces cuando se mostrará su verdadero rostro?, cuando afrontara la verdad aunque sea con las personas que sabe que te quieren?.

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  4. Así es amigo anónimo, las máscaras más perfectas son aquellas que se forman parte de nosotros mismos, a tal punto que un día ni nosotros mismos sabemos quiénes somos. =)

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